Ayer, la
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) avaló la propuesta de hacer
una consulta popular, como lo propuso el presidente López Obrador.
Sin embargo, cambió la consulta.
Modificó la pregunta. Ese hecho me parece que cambia
radicalmente toda la ecuación política en torno a este proceso.
Vamos por partes. Le recuerdo que la pregunta cuya
constitucionalidad puso el Senado a consulta de la Corte fue la siguiente:
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“¿Está de acuerdo o no, con que las autoridades competentes
investiguen y en su caso sancionen la comisión de delitos de los expresidentes
Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderon y
Enrique Peña Nieto, antes, durante y después de sus gestiones?”.
Se conocía, desde varios días antes, el proyecto del
ministro ponente, Luis María Aguilar, que rechazaba la constitucionalidad de la
consulta.
Esa ponencia perdió la votación.
La Corte consideró que no era correcto el argumento del
ministro Aguilar, pero en cambio resolvió que sí podría hacerse la
consulta, siempre y cuando cambiara la pregunta.
La que se autorizó fue la siguiente:
“¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones
pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un
proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años
pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los
derechos de las posibles víctimas?”.
A mi parecer, con esta movida, la Corte logró uno de los
éxitos más rotundos de este sexenio y AMLO sufrió una de sus derrotas más
grandes.
¿Cómo puede ser posible? La mayoría de los opinadores
‘progresistas’ están quemando a la Corte en leña verde, y principalmente a su
presidente, Arturo Zaldívar.
Pues si Zaldívar es el autor de esta solución, me parece que
es una de las mejores lecciones de política de los últimos años.
¿Qué hubiera pasado si la Corte simplemente decreta la
inconstitucionalidad de la consulta propuesta por AMLO?
Hoy por la mañana, el presidente se hubiera lanzado en
contra de la Corte. Hubiera reiterado su propuesta de reforma constitucional
para cambiar el artículo relativo a las consultas populares.
Pero, además, hubiera tenido toda la legitimidad para
convocar a una consulta hecha y organizada por él.
Durante todo el proceso electoral –sin restricciones
legales– el presidente hubiera podido pronunciarse en torno a la consulta
realizada sin el marco de la ley.
Ya no podrá hacerlo.
Los puristas de la ley pueden señalar que estas
consideraciones no deben ser evaluadas por la Corte y que sólo debe
limitarse a considerar la constitucionalidad de las propuestas.
Creo que es muy sano que tengamos una Corte que no sólo
piensa en la doctrina sino también en la realidad.
La pregunta con la cual se hará la consulta nada tiene que
ver con la intención del presidente López Obrador.
La Corte logró que en las boletas de la elección del próximo
año haya un cuestionamiento irrelevante para los propósitos del presidente.
Pero también evitó que AMLO contara con el espacio para
lanzar una consulta por cuenta propia y tener una presencia activa en la
campaña.
Hace un par de días le comenté en este espacio que uno de
los grandes éxitos de AMLO había sido su habilidad para polarizar.
Me da mucho gusto que la Corte considere que existe la
posibilidad de que se pueda eludir el enfrentamiento con el presidente sin
que tenga que haber un sometimiento.
Como ayer expresaron muchos, la historia juzgará a los
ministros que votaron a favor esta consulta, y sobre todo a su presidente.
Qué bueno que lo haga porque se encontrará con una de las
decisiones más inteligentes que se hayan operado en los últimos años.
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