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domingo, 13 de septiembre de 2020

Covid-19 pone en riesgo las habilidades sociales de niñ@s

Si un niño está hacinado y no puede relacionarse con sus pares, reduce sus capacidades socioemocionales, advierten especialistas en educación; proponen recurrir a trabajos colaborativos





La crisis sanitaria también está poniendo en riesgo las habilidades sociales que aprenden los niños y niñas en las escuelas.

Además del aprendizaje del español y las matemáticas, el trabajo colaborativo que se aprende en las aulas podría verse mermado para toda una generación.

De acuerdo con Paulina Amozurrutia, especialista en educación, en el caso de la educación preescolar más de 80% del aprendizaje es colaborativo.

Cuando tú no tienes eso, limitas muchísimo el aprendizaje; la escuela da medios de socialización, de contención de emociones que no se están logrando entonces también ahí deberíamos de buscar situaciones paralelas que puedan ayudar, es decir, la escuela debería estar pensando en actividades de socialización por zoom, trabajos colaborativos en donde los niños y niñas tengan que enviar audios o mensajes porque, de lo contrario, para estas generaciones que están viviendo esto quedará mermado este aprendizaje que es prioritario”, advirtió.


El hecho de que un niño esté hacinado y no puede socializar con sus pares reduce sus habilidades sociales y sus capacidades socioemocionales”, agregó.

A partir del 23 marzo, 30 millones 148 mil 667 niñas, niños y adolescentes matriculados en alguno de los niveles de educación obligatoria dejaron de ir a las aulas a causa de la pandemia. La respuesta del gobierno para que continuaran el ciclo escolar fue la puesta en marcha del programa Aprende en Casa.

Sin embargo, a decir de Paulina Amozurrutia, el enfoque de la autoridad educativa se ha acotado al currículo, cuando la escuela da mucho más a los alumnos, como vínculos y redes sociales.

Hoy, de acuerdo con la consulta #InfanciasEncerradas, siete de cada 10 niñas y niños, principalmente de entre 6 y 11 años, dicen casi no hablar por teléfono a alguna persona que no esté en su casa y esta misma proporción dice casi no chatear con amigas y amigos.

El mayor problema, explicó en entrevista Amozurrutia, es que en cada edad hay periodos sensibles de aprendizaje que pueden ser muy difíciles de recuperar.

Vamos a tener un retroceso de cinco años en la educación por la pandemia (de acuerdo con el PNUD) y cuando la gente lo escucha dice: pero por qué cinco años si vamos a perder un año o un año y medio, y es justo porque estamos perdiendo esos periodos sensibles en donde se traslapan conocimientos y aprendizajes y entonces cuando no se adquieren en el momento, es muy complicado obtenerlos después”.


Es decir, además del aprendizaje que no se está teniendo o que se tenía planeado en la currícula educativa, todas estas habilidades socioemocionales, sicológicas y sociales que se están dejando de lado si pasa mucho tiempo y se pierden será más difícil aprenderlas. Un ejemplo, para un niño de 5, 6 años es facilísimo entender un idioma cuando para un adulto es mucho más complejo porque ya no está en su periodo sensible”, expuso.

Esta semana la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos alertó sobre el hecho de que la interrupción del aprendizaje en las escuelas provocará una pérdida de habilidades en los estudiantes que afectará su productividad en el futuro, lo que podría resultar en una caída promedio de 1.5% del PIB durante el resto del siglo. Esto, porque la pérdida de aprendizaje conducirá a pérdida de habilidades, y las habilidades de las personas se relacionan con su productividad.

Ante ello, planteó que en casa los niños aporten pues eso ayuda a su socialización.

Los papás lo están haciendo bien y no podemos saturarlos para que busquen el periodo sensible de aprendizaje de sus hijos, pero lo que pueden hacer son elementos que parecieran muy sencillos pero que ayudan a niñas y niñas a trabajar la motricidad fina, la motricidad gruesa, como barrer o sacudir, por ejemplo. Hagamos equipo y permitamos que en las labores familiares ellos participen porque ahí estás trabajando la socialización, el trabajo en equipo, la actitud de esperar, la voluntad. Entonces más allá de pensar en otras actividades estandarizadas que serán complicadas de llevar, se puede hacer una ruta en la casa donde todos participen, no le tengamos miedo a que ayuden en casa, a que tengan tareas muy puntuales, porque a veces creemos que les hacemos un bien dejando de lado que realicen algunas actividades y es totalmente lo contrario”, recomendó.

SUGERENCIAS
Lo que pueden hacer mamás y papás en casa para ayudar a la motricidad de sus hijos:

Poner a los niños a ayudar a barrer o sacudir la casa.
Permitir que participen en las labores familiares, porque ahí se trabaja en la socialización.
Se puede hacer una ruta en casa donde todos participen; no tener miedo a que ayuden, a que tengan tareas muy puntuales.

Santiago toma clases y pasa seis horas sentado frente a un monitor. Foto: Especial

SEIS HORAS FRENTE A UN FRÍO MONITOR
Santiago debe pasar seis horas sentado frente a un frío monitor de computadora para seguir sus clases en línea. En su segundo año de primaria, su salón de clases se tuvo que trasladar a su recámara y los recreos, a la sala.

Tiene sólo siete años y con pesar confiesa que a veces está aburrido y por eso se mueve tanto de su silla giratoria, mientras está en línea.

Me piden que esté derechito y escuchando atentamente para que no me confunda”, cuenta.

¿Y lo haces?

Más o menos, a veces giro la silla y estoy aburrido, mi miss me dice que no gire la silla y que ponga atención”, responde.

Sin salir de su casa, a las 8 de la mañana Santiago está frente a la pantalla de su computadora para comenzar sus clases virtuales, que terminan hasta las 2 de la tarde. Sin dudarlo dice que lo que más añora de la escuela es ver a sus compañeros en persona.

Lo que más extraño es estar en el recreo con mis amigos”, admite.

Angélica, su mamá, explica que tanto para Santiago como para ella el regreso clases ha sido muy difícil en estas circunstancias.

Cada día hay llamadas de atención por niños que tienen mal comportamiento durante la sesión y es que no está siendo nada fácil, porque no sólo tienen que luchar con el encierro y con que ahora ya no están en las aulas llenas de adornos y que tanta alegría transmiten, sino también estar lejos de sus amigos. Son niños y no dejan de moverse, si para uno como adulto es difícil pasar tantas horas sentados frente a un monitor y es tedioso, para ellos peor. Se mecen en las sillas, suben los pies, se pican la nariz, se distraen cuando los adultos pasamos cerca de ellos por alguna razón”.


Hay veces que la miss se desespera porque un niño no puede leer rápido su trabajo, porque lo está buscando mientras hojea su cuaderno y es que en definitiva hay niños muy ágiles, pero hay otros que van más despacito”, relata.

Además esta madre de familia comenta cómo los aprendizajes están representando un nuevo desafío pues los niños perdieron “el hilo”.

Un día la miss preguntó que en dónde estaban sus niños que ya sabían diferenciar las unidades y decenas, pues de los 19 que se conectan diariamente la mayoría tuvo dificultad en este tema, que se vio el ciclo pasado. Y es que la miss pasó poco más de media hora repasándolo y ni así tuvo la respuesta deseada”, ejemplifica.

Para Angélica, la emergencia impone el reto de ser más conscientes de que los niños no la están pasando bien y hay que tenerles paciencia.

-Laura Toribio



LOS MAESTROS TAMBIÉN DEBEN CAMBIAR LA FORMA EN LA QUE ENSEÑAN
Las clases virtuales imponen a los maestros y maestras el reto de modificar su práctica docente, es decir, la manera en la que enseñan a sus alumnos, lo que implica, incluso cuestiones como repensar la distribución del tiempo de una clase en línea e imaginar alternativas pedagógicas para sus diferentes tipos de alumnos, los que aprenden de manera visual, auditiva o por medio de actividades (kinestésicos).

De acuerdo con especialistas consultados por Excélsior no basta con trasladar los contenidos de un aula física a una virtual porque eso significaría un retroceso de décadas. Los docentes deben dejar atrás, coincidieron, el modelo de enseñanza basado en la figura del profesor.

Es decir, lo que no nos puede pasar es que pretendamos que los aprendizajes se den solamente a través de una exposición docente, que es la gran tentación que tenemos porque al estar frente a una pantalla lo que hace uno es hablar, entonces hablas, hablas y hablas pero no, no promueves esa participación y pensar que solamente por esta visualización de una clase el niño está aprendiendo sería como regresar 30 años atrás, porque no es solamente trasladar los contenidos de un salón o de un libro y montarlos en una plataforma, o en lugar de dárselos a los alumnos dárselos a una cámara”, advirtió Daniela Salgado Gutiérrez, directora de la Escuela de Pedagogía de la Universidad Panamericana campus Guadalajara.


No se nos puede olvidar además que hay niños que aprenden por diferentes canales; para un niño kinestésico estar frente a una pantalla cinco horas es agotador, es pesadísimo y no podemos pretender que logre los mismos resultados que el que es completamente visual y está feliz sentado viendo la pantalla tomando las clases”, explicó.

La integrante del movimiento Educación con Rumbo, planteó que más allá de las herramientas tecnológicas que sin duda constituyen un medio para llevar el aprendizaje en línea así como un pizarrón o un proyector lo es en una clase presencial, el gran reto de los profesores es convertirse en “diseñadores de experiencias de aprendizaje.”

Una de las bondades o de las características principales que tiene la escuela es precisamente la posibilidad de interacción entre los alumnos y el aprendizaje social, entonces ese es el gran reto que tienen ahora los profesores, cómo generan esta interacción y cómo logran que los alumnos vayan realizando su propio proceso de aprendizaje, eso nos tiene que hacer volver a plantearnos hasta el tema de la distribución horaria de una clase”, comentó.

Paulina Amozurrutia, integrante de Educación con Rumbo destacó que los profesores, por ejemplo, no pueden dar una plática en zoom de 45 minutos porque perderían a sus alumnos.

Ahora cada vez los maestros tienen que facilitar el aprendizaje, ser los mediadores, hacer que el alumno vaya conociéndose, hay un proceso que se llama zona de desarrollo próximo, que funciona para cualquier aprendizaje por medio de un andamiaje, es decir, si yo quiero enseñar a sumar a mi hijo de seis años, en realidad es que ya lo sabe hacer con o sin mí, pero si le quiero enseñar álgebra por más que le explique no lo va entender, entonces el proceso de aprendizaje cada vez más tiene que ser en la zona de desarrollo, donde el profesor haga un andamiaje donde poco a poco el alumno va tomando esta información y lo desarrolla solo, llegando casi a una metacognición, la capacidad pues más desarrollada en la educación que es aprender a aprender”, dijo.

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