Directorio

Directorio

martes, 25 de agosto de 2020

Cerro de la Cruz ó Cerro del Ehecatl símbolo e identidad del histórico municipio de Ecatepec.






RELATÓ, ESCRIBIÓ y REDACTÓ : HUGO SALINAS BAUTISTA


Comenzaré estas líneas con el primer verso del corrido de San
Cristóbal cuyo compositor es el sr. Benito Morales Fuero, el tío
Benito del barrio de la cruz:
“SEÑORES PONGAN CUIDADO
LO QUE LES VOY A CANTAR
DE MI TIERRA SAN CRISTÓBAL
DE ESE PUEBLO SIN IGUAL…… “
En un punto de la Sierra de Guadalupe, en la geografía que
corresponde al Municipio de Ecatepec de Morelos; en el Estado de
México, se encuentra el Cerro del Dios del Viento, el EHECATL,
conocido por los habitantes de la cabecera municipal, como Cerro de la
Cruz, puesto que en la cima del cerro los oriundos y vecinos han
colocado una enorme cruz de metal, misma que se baja en los últimos
días de abril y se sube de nueva cuenta el tres de mayo ó día de la
santa cruz (de ahí su nombre).
Es el punto más alto del Pueblo de San Cristóbal¡¡¡
A esa elevación montañosa, actualmente se puede llegar por El
Boulevard Insurgentes esquina con la calle de Nicolás Bravo, subiendo
por un costado del Centro Cívico de Ecatepec.
Allí es donde comienza ahora, en este 2020, la aventura de subir el
cerro. Todavía en las décadas de los setentas y ochentas; podíamos
decir que era la última construcción en esa área de la Cabecera
Municipal y en poco tiempo llegar a las faldas del cerro y brincar a la
loma.
En nuestros días se encuentran ahí, el centro interactivo, el teatro al
aire libre, el lago artificial, el zoológico, la granja didáctica, las oficinas
del SNTE secc. 36 así como el CECYTEM y LA UAEM.
Llegar a la loma del cerro, significaba iniciar el ascenso buscando y
encontrando caritas de barro de la época precolombina, vasijas
pequeñas y tepalcates policromados de ollas y cazuelas, podías tener
tú gran colección…¡¡
Los más interesados en estos menesteres, podían escarbar hasta
cincuenta ó setenta centímetros de profundidad y lograban encontrar
anzuelos de hueso, puntas de lanza y flecha de obsidiana ó de piedra
tallada de la era del “hombre de Tepexpan”, hoy se ha comprobado
que los citados restos humanos son femeninos y no masculinos como
se había establecido.
Cualquier época del año era idónea para ir al cerro, pero sobre todo
convenía en el verano, pues con las primeras lluvias de mayo y junio
se aceleraba el reverdecimiento de pastizales, matorrales y nopales,
aparecían ya las flores silvestres como las flores de san juan y los ojos
de gallo.
De entre el pasto se lograba encontrar, guiados por su particular olor,
el pápalo, que luego ocuparíamos para acompañar nuestros tacos de
longaniza con nopales del cerro ó los bistecs de res que nuestros
padres freían en un sartén sostenido por tres piedras y el fuego se
hacía, con mezotes de maguey y leña de los Árboles del lugar, dando
pie a una delicia de comida campirana acompañada de agua de limón
ó refrescos en envase de vidrio y para las personas mayores su
tradicional vaso de pulque, el agua de las verdes matas……
En la loma se buscaba la sombra de un árbol de pirul grande y
después de limpiar el suelo de hierbas y hojarasca, se improvisaba un
columpio de reata, las mamás se encargaban de preparar y cocinar
para todos para el momento de bajar el cerro y entrarle con Fe a esa
rica comida¡¡
Iniciábamos el ascenso hacia la punta del cerro, por el lado de “LAS
PALMAS”, un paraje donde en un área de cien metros cuadrados
existen estas plantas y son muy notorias pues sobresalen de entre
toda la flora del cerro porque son diferentísimas a la generalidad de
dicha flora; seguíamos la vereda que sube a la piedra equinoccial ó
peña del pedo, así se le denominó por los oriundos de san Cristóbal;
puesto que en la parte superior del monolito existe un orificio de veinte
centímetros de diámetro y del mismo emerge un olor azufroso, en la
cara que está hacia el oriente, se encuentra tallado un sol que recibe
diariamente desde tiempos inmemoriales la salida del sol… el dios
Tonatiuh, desde esa altitud se puede observar; mirar decían nuestros
padres; el caracol del lago de Texcoco, que era un vaso de desecación
solar de las aguas saladas del lago, mismas que al evaporarse quedaba
en sus celdas la sal que luego se recogía con tractores y se llevaba a
los silos de la empresa que se encontraba al final de la avenida
primero de mayo (que hoy es el desarrollo habitacional las Américas);
empresa mexicana de primera línea que se denominó Sosa Texcoco
S.A.; era un espectáculo majestuoso pues nuestra vista podía apreciar
el contorno del lago hasta Texcoco y Atenco.
Del lado norponiente, podía apreciarse la gran extensión de las
hectáreas de los ejidos de San Cristóbal, Guadalupe Victoria y
Chiconautla, ¡todo un distrito de riego…!! Usando el agua del Gran
Canal del Desagüe, toda una sinfonía de cultivos mesoamericanos y
europeos, donde preponderantemente destacaban el maíz, la alfalfa, la
avena, la cebada, la calabaza y claro no podía faltar el frijol…se
apreciaba también la limpieza del ambiente sin la horrible y dañina
capa de smog que hoy cubre lamentablemente nuestro valle,
consecuencia indiscutible de la industrialización del propio Municipio,
pero sobre todo por el desmesurado parque vehicular que aumentó
más de un ochenta por ciento desde los años setentas.
Dejando la piedra equinoccial, se alzan ante nuestros ojos la región de
“LAS PEÑAS”; se encuentran en la parte frontal del cerro y tienen una
altitud de entre los cien ó ciento cincuenta metros , lo que invita a los
apasionados del alpinismo y el rapel aventurarse a subirlas; hoy esa
práctica esta censurada, pues lamentablemente los vándalos y
barbaros, las han pintarrajeado y causado daño con horadaciones y lo
que es un daño mayor, entrar a la cueva de los tecotines ( una cueva
en la cual nuestros antepasados han dejado señal de su existencia con
pinturas rupestres ) y dañar los antiquísimos rastros de los primeros
pobladores del Municipio en esta Zona.
Siguiendo la vereda de ascenso, misma que en ocasiones se desvanece
por tantísimo pasto, hierbas, matorrales y espinos que le salen al paso
a los atrevidos a subir a la punta del cerro, y ya a unos cien metros de
la cima, te ataca el mal de montaña, la presión atmosférica te agobia
pues sientes que te falta el aigre, decían los señores de antes, cada
vez más empinada la subida hace que casi subas a gatas….!
Por fin..! llegamos a la cima del ehecatl… maravilloso……..silencio que
se rompe con las ráfagas de aire que hacen honor a la deidad
propietaria de tan excelente trono, el justo premio a la audacia de
subir lo es el panorama que se amplía majestuoso y tu vista domina
toda la extensión del lago de Texcoco y el gran valle de Teotihuacán y
si posees una vista privilegiada podías observar la laguna de
Zumpango y Xaltocan ¡!! ….
Que hermoso panorama se podía apreciar en ese entonces, y hoy el
entorno ha cambiado… los ejidos produjeron casas y el lago polvo
salitroso ocasionado por la desecación del lago, en fin…
Así conocí yo el cerro del ehecatl ó cerro de la cruz, que he subido en
tres ocasiones hasta la cima…

No hay comentarios :

Publicar un comentario