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viernes, 10 de julio de 2020

La historia detrás de la cena con Trump







Darío Celis


O Marcelo Ebrard entendió mal, o se pasó de listo. Su imprudencia o sagacidad a simple vista lo pone como el ganón de la gira de Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos, pero igual y se le revierte.

El tema se vincula a la comitiva de empresarios mexicanos invitados a la cena este miércoles en la Casa Blanca, misma que se derivó de otra que el equipo de Donald Trump empezó a delinear hace una semana.

Y es que el presidente estadounidense nunca tuvo la intención de invitar a ningún hombre de negocios de México. Utilizó la gira de López Obrador para hacer una especie de 'pase de charola' con los suyos.

Pocos detectaron que la cena fue el primer encuentro de Trump y los grandes empresarios de su país en el momento más crítico de la pandemia, pero más cuando está debajo de las preferencias electorales.

Joe Biden lo supera en 10 puntos y el presidente los convocó, con el pretexto de la visita de AMLO, para solicitar apoyo de firmas como Shell, Sempra, UPS, Intel, FedEx, Lockheed Martin y Nucor, entre otras.

A Ebrard la gente de Jared Kushner le informó hace exactamente una semana que acudirían a la cena un grupo de 10 empresarios, pero el canciller, o entendió mal, o aprovechó la coyuntura mañosamente.

Con tal información se dio la vuelta e informó al Presidente, entre el sábado y el domingo, que la Casa Blanca estaba abriendo una ventana de participación de hombres de negocios y que había que invitar a cinco.

Era música para los oídos del tabasqueño, que vio el momento ni mandado a hacer para llevar a los suyos y dar otro machucón a los líderes de las cámaras y asociaciones que lidera Carlos Salazar.

El problema fue que Ebrard no decodificó bien el mensaje original porque los 10 invitados de los que le hablaron eran de Estados Unidos, ningún mexicano. Era un movimiento preelectoral de Trump.

Desde el domingo en Palacio Nacional la lista de quienes había que invitar ya estaba esbozada: Olegario Vázquez Aldir, Ricardo Salinas, Bernardo Gómez, Germán Larrea y Alberto Baillères.

Y empezó el trajín porque algunos no estaban disponibles para viajar a Washington por el riesgo al contagio o porque no estaban en México. Pero peor: cuando Ebrard pasó su lista original de cinco vino la sorpresa.

La gente de Kushner cayó en cuenta de que cuando hablaron de “10 invitados a la cena”, aquél entendió que cinco eran de Estados Unidos y cinco de México, cuando todos eran locales para apuntalar la campaña.

La confusión metió más presión aquí porque Trump mandó decir que no iba a desinvitar a cinco de sus empresarios y que más bien López Obrador tenía que llevar a cinco más, para que fueran 10 y 10.

Por eso el lunes se cruzaron muchísimas llamadas con Alfonso Romo, el jefe de la Oficina de la Presidencia. La lista de los cinco originales no estaba amarrada y ahora había que asegurar cinco más.

Larrea y Baillères no pudieron ir, Salinas estaba en España, invitaron a Carlos Slim y subieron a otros que nadie tenía en el radar, como Francisco González, Marcos Shabot y Patricia Arméndariz.

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