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viernes, 24 de enero de 2020
El imperio inmobiliario de SLIM que busca llevar más lejos la obra pública
En el siglo diecinueve, durante la década de los años 30, algunas casonas, fincas y residenciales comenzaron a surgir en
una zona de la Ciudad de México a la que hoy se le conoce como ‘el viejo Polanco’. Allí se mudó la familia Slim, en 1947.
Carlos Slim Helú tenía siete años y solía jugar béisbol en el parque Lincoln. Alrededor de la parte residencial, las colonias
Tacuba, Granada y San Joaquín se convirtieron en zona industrial, con la construcción de fábricas de cemento y
automotrices como General Motors, Chrysler, y General Tire, que con el tiempo cayeron en desuso.
Sesenta años después de su llegada a la alcaldía Miguel Hidalgo y con el diseño del arquitecto Ricardo Legorreta, el
empresario comenzó en 2007 la construcción de su propia ciudad: Plaza Carso.
El terreno era “un baldío” que contaba con áreas verdes con fines de recreación. Colindaba con el desarrollo habitacional
Polarea. Aquel predio lo llegó a ocupar una estación de Cementos Fortaleza, que elaboraba material para construcción.
El predio, detalla el dictamen de impacto ambiental que le permitió la construcción de Plaza Carso, también fue utilizado
para la extracción de material para la cementera y en algún otro momento por la Comisión Federal de Electricidad como
depósito de materiales dañados en desuso.
El empresario vio ahí la oportunidad de establecer el epicentro de las operaciones de su imperio de negocios, Grupo
Carso.
El baldío entonces se convirtió en un complejo de tres torres habitacionales, un centro comercial y cuatro torres de
oficinas que concentran a los corporativos Grupo Sanborns, Sears,Telmex, Telcel, Condumex, Fundación Carlos Slim,
América Móvil y a otras 50 empresas arrendadoras, así como el Museo Soumaya, que lleva el nombre de su primera
esposa.
Hoy se describe como el desarrollo de usos mixtos más grande de América Latina, aunque tiene a otros jugadores
inmobiliarios, entre ellos Fibra Uno, del empresario André El-Mann, que podrían arrebatarle el título muy pronto con la
construcción de Ciudad Mitikah.
Polanco y ‘nuevo Polanco’, conocido así después de la reconversión de zona industrial a residencial, destacan por ser una
de las zonas más caras de la ciudad, cuyas propiedades superan en precio a ciudades como Nueva York, Los Ángeles o
París.
Slim, en cada oportunidad que tiene, presume en sus conferencias de prensa el haber recuperado la zona a base de
edificios de oficinas, la plaza comercial y departamentos, porque considera que la calidad de vida de las personas mejora
cuando sus traslados son menores.
Aunque poco ha dicho sobre las familias expulsadas por la gentrificación, o por la congestión vial causada por los miles
de autos que de golpe se incorporaron a la circulación.
El empresario, pese al contexto, ambiciona más. Tiene en la mira lo que resta de la vieja ciudad, empezando por las
zonas colindantes con Polanco: la colonia Granadas, la Pensil y un poco más al centro, en la colonia Doctores.
En noviembre de 2019, durante un evento organizado por el Colegio de Ingenieros, dijo: “esa es la solución, la
reconversión urbana”.
En los negocios de Slim, Carso Infraestructura y Construcción (CICSA) el rubro de edificación comercial y vivienda del
grupo, es mucho menor al de infraestructura. En 2007, por ejemplo, cuando los ingresos por ventas de CICSA fueron de
12,864 millones de pesos, la vivienda aportó 229 millones, sin embargo, es el más sólido.
“Prácticamente en los últimos 10 años, la edificación y la vivienda han mantenido estables los ingresos de la
constructora”, dijo a EL CEO Benjamín Álvarez, gerente de análisis de CiBanco.
Así, aunque la infraestructura y obra pública dejan contratos de altos montos, son el negocio que más trabajo le ha
costado levantar.
RELACIÓN COMPLICADAY NECESARIA
De entre los múltiples negocios en los que participa Slim, la infraestructura y obra pública es el sector que le ha costado
más trabajo hacer crecer. Las razones pesan sobre el entorno económico, influenciadas por el contexto político, y que
derivan del contexto social.
CICSA fue constituida en 2004 y sus filiales tienen interés en el desarrollo de obras de diversa índole, como hidráulicas,
edificación comercial, de vivienda y hospitalaria; infraestructura para hidrocarburos y energía, obras de ingeniería civil
como puentes, o carreteras, además de ser la división encargada de habilitar los espacios físicos necesarios para
telecomunicaciones.
Sin embargo, es uno de los ejes de negocio menos exitosos. En los últimos años presentó caídas en ventas, así como un
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crecimiento marginal en los ingresos.
“La construcción es la más ligada al ciclo económico, así que cuando hay desaceleraciones es al área que le
pega más. También impacta cuando un gobierno no gasta en infraestructura”, comentó Benjamín Álvarez, de
CiBanco.
Así, desde su consolidación como eje de negocio, la contribución que ha hecho a las ventas del grupo no ha superado el
21.3% de los ingresos.
Los años más complicados fueron 2017 y 2018, un periodo marcado por la incertidumbre de la renegociación del Tratado
de Libre Comercio de América del Norte y las elecciones presidenciales en México. En esos años, las ventas originadas
por infraestructura y construcción cayeron 9.8% en comparación con las de 2016, y de -10.2% en comparación con 2017.
Esto no solo fue a causa de menor inversión, o por haber sido desplazada por OHL, la constructora favorita del sexenio de
Enrique Peña Nieto, que de 2012 a 2015 ya había obtenido más de 65,000 millones de pesos en contratos, sino también
por los proyectos cancelados y pausados.
En 2010, CICSA obtuvo la concesión del tramo carretero federal de 116 kilómetros Mitla-Tehuantepec, cuya construcción
alcanzó un avance de 68%, sin embargo, en 2018 fue pausado debido a problemas sociales. En 2019 volvió ponerse en
marcha cuando recorrió la obra con el presidente Andrés Manuel López Obrador y se comprometió a concluirla en 40
meses.
Otro ejemplo es la concesión para la modernización de la Autopista Tenango-Ixtapan de la Sal, otorgada en 2009, la cual
logró sólo un 88% de avance, porque fue suspendida tras la obtención de un amparo por parte de los pobladores.
O el caso del aeropuerto de Texcoco, cuya cancelación tendrá impacto “hasta 12 meses después del finiquito del
contrato”, explicó Benjamín Álvarez. Pese a ello, ni el grupo ni el magnate quitan el dedo del renglón.
Del enfrentamiento por Texcoco solo quedan las notas periodísticas. Al presidente de México y al hombre más rico del
país ahora se les ve en sintonía. El empresario pasó de decir en 2018: “(AMLO) no tendría por qué meterse. Él es un
candidato”, en defensa de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, a respaldarlo en lo referente a la
política económica del gobierno.
Incluso desestimó la falta de crecimiento económico del país.
“(La economía) no creció este año, pero como dije no era importante. Ya sabíamos que no iba a haber
crecimiento, entonces se sentaron las bases para las finanzas públicas”, dijo el 26 de noviembre de 2019 al salir de
Palacio Nacional.
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El magnate tiene interés en recuperar el tiempo perdido.
“Me parece que su apuesta en este sexenio en cierta forma va a ser por infraestructura. Creo que Slim está muy
interesado en desarrollar no solo las plataformas que ha desarrollado o las obras de construcción, sino que
probablemente se va a involucrar en los grandes megaproyectos de este sexenio”, comentó a EL CEO el periodista
Diego Enrique Osorno, autor del libro ‘Slim: retrato político del hombre más rico del mundo’.
El empresario ha dicho tener interés en el desarrollo del sureste, particularmente Veracruz y Coatzacoalcos, aunque no es
fortuito, ya que tiene desarrollos comerciales como Nuevo Veracruz en esa parte del país, una zona que con el corredor
transístmico se verá beneficiada.
También confirmó que sí concursará en las licitaciones del Tren Maya, que ahora será desarrollado principalmente con
dinero público, y no descarta participar en la construcción del aeropuerto de Santa Lucía.
Su último guiño al gobierno está en el respaldo al Acuerdo Nacional de Infraestructura, en el que la industria privada
invertirá más de 859,000 millones de pesos, al decir que debería trascender sexenios y “convertirse en política de
gobierno”.
Los 147 proyectos de la primera fase incluyen concesiones carreteras, infraestructura hospitalaria, de telecomunicaciones
y energía, todos los ramos en los que el grupo tiene presencia y capacidad para para participar.
Durante su conferencia ante el Colegio de Ingenieros, en noviembre de 2019, comentó que observa oportunidades en
proyectos relacionados con ecología y manejo de residuos, los cuales podrían ser incluidos durante la revisión y
actualización que se hará a los proyectos antes de que termine el mes.
El dueño de CICSA parece optimista hacia el futuro. Según Slim, la experiencia que tuvo con Marcelo Ebrard -entonces
jefe de Gobierno- durante la construcción de Plaza Carso, así como la recuperación del Centro Histórico, que se realizó
con López Obrador como jefe de Gobierno-
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