Directorio
viernes, 23 de agosto de 2019
Dejemos que el Banxico haga su trabajo
Enrique Quintana
Si a principios de año alguien hubiera pronosticado que a la mitad del mes de agosto la inflación sería de 3.3 por ciento, le hubieran dicho que era un optimista incorregible y un fantasioso.
Pues así es, a la mitad del mes de agosto, tenemos ya la inflación más baja desde noviembre de 2016.
Y esta reducción se ha hecho más notoria para los asalariados por el tipo de bienes y servicios cuyos precios menos han crecido.
Por ejemplo, las frutas y verduras, que son un componente fundamental de la canasta básica y en los últimos doce meses solo se incremento en 0.02 por ciento, es decir, no subió de precio.
Los precios de los energéticos, que en otros años estuvieron entre los que más impactaron a la inflación, tuvieron incluso una baja de -1.02 por ciento.
Una inflación más baja significa en términos generales un mayor poder de compra para la población.
Los datos más recientes del IMSS indican que en la economía formal, los incrementos salariales rebasan el 6 por ciento. Esto quiere decir que el poder adquisitivo real de los salarios estará en este momento 2.7 puntos porcentuales por arriba de la inflación.
En los primeros dos trimestres de este año la llamada Tendencia Laboral de la Pobreza, que mide el Coneval, bajó en -4.4 por ciento, lo que implica una reducción importante en el porcentaje de la población cuyos ingresos no alcanzan para adquirir los satisfactores esenciales.
Por lo que se ve de la inflación y los salarios, lo más probable es que ese porcentaje baje más en el tercer trimestre.
Tendremos probablemente en 2019 el mejor año para los asalariados desde, por lo menos 2002.
Este tipo de resultados quizá son los que hacen afirmar al presidente López Obrador: “Yo soy respetuoso de lo que diga el Banco de México y de su independencia. No voy a pelearme con los funcionarios del Banco de México. No voy a engancharme en ese pleito”.
La realidad es que, a principios de la semana, el propio presidente refirió que el Banxico, con sus juicios, invadía los terrenos de la política económica que corresponden al gobierno federal.
Y desde allí se suscitaron opiniones encontradas.
Pero, seguramente al ver la trayectoria de la inflación reportada por el Inegi, el presidente observe más que satisfecho el buen trabajo de nuestro Banco Central.
Pensar que sería útil en este momento agregar al Banco de México la responsabilidad por el crecimiento y el empleo, es ser miopes.
Ya lo comentó expresamente hace un par de semanas el secretario de Hacienda, Arturo Herrera: aunque la discusión teórica pudiera ser relevante, en términos prácticos implicaría abrir otro agujero al barco en este momento, que podría dar lugar a la inestabilidad financiera.
De hecho, más allá del buen resultado en materia de inflación, una observación detallada nos revela que la inflación subyacente, la que tiene que ver con las tendencias más profundas de la economía, no bajó en la primera quincena de agosto, si la comparamos con el mismo periodo de 2018.
Eso le da cierta vulnerabilidad a la baja inflación que tenemos porque los bienes que han bajado tienen precios más volátiles, que, así como caen, pocas semanas después podrían subir también a tasas aceleradas.
Así que, por lo pronto dejemos que el Banxico haga su trabajo. Con eso se ayuda más.
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