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sábado, 27 de julio de 2019

La prueba de fuego de Morena




Lograr una elección que no termine en el Tribunal es el reto más importante que enfrenta el
partido morenista, característica que muchos parecieran a veces olvidar
Hernán Gómez Bruera.

Morena no tendrá una elección sencilla en noviembre, cuando elija a su próximo presidente. El
riesgo de una fractura no se descarta —incluso entre los propios contendientes— porque los
principales grupos internos (facciones que existen, a pesar de estar prohibidas) tienen grandes
diferencias sobre las reglas para conducir un proceso que podría judicializarse.

Uno de los principales ámbitos en la disputa lo sostienen Yeidckol Polevnsky —actual secretaria
general, en funciones de presidenta y quien pareciera que también aspira a contender—, y el ex
secretario de organización y coordinador de programas integrales de desarrollo, Gabriel García,
que apoya la candidatura de Bertha Luján.

De un lado se ve con sospecha que Polevnsky pueda ser juez y parte en el proceso, mientras su
gura se percibe desgastada. Incluso existe un fuerte reclamo de que la actual presidenta
renuncie a su puesto si decide contender. Del otro lado, hay un temor de que Luján reciba el
apoyo de los servidores de la nación, una estructura controlada por García, hombre fuerte del
presidente de la República.

El padrón es causa de enorme rispidez. Oponiéndose a la voluntad de la actual presidenta del
partido, el último consejo de Morena decidió que se utilizará un listado de 3 millones 100 mil
supuestos aliados, mientras Polevnsky asegura que el listado válido es de apenas 317 mil
registros aprobados por un consejo del partido que tuvo lugar en 2017 y se registró ante el INE.
Naturalmente, el padrón de los tres millones genera harta suspicacia. Según Polevnsky, estuvo
prácticamente secuestrado durante casi un año por García —ex secretario de organización—, y
pudo haber sido “manipulado”. Ella misma asegura no haber tenido acceso al mismo. ¡La propia
presidenta del partido!


En medio del fuego cruzado que gira en torno a las candidaturas de Polevnsky y Luján, Mario
Delgado ha anunciado su deseo de contender. La suya podría representar una alternativa viable
para evitar una ruptura. Si el llamado a la unidad formulado por el hoy coordinador de los
diputados de Morena encuentra eco, su habilidad política le podría permitir pactar con las
distintas fuerzas.
El problema, aún así, es que cada vez resulta más claro que la elección de noviembre se lee en
clave de 2024. Mientras una victoria de Mario Delgado le abriría el camino a Ebrard en la
sucesión presidencial, un triunfo de Luján facilita las cosas a Sheinbaum y, para algunos,
incluso fortalecería las aspiraciones políticas que uno que otro ya le atribuye a Gabriel García.
En esa lógica, es poco probable que Monreal tome en serio a Alejandro Rojas, otro de los
posibles contendientes. Se antoja más probable que venda caro su amor a Mario Delgado. El
papel que eventualmente juegue el presidente López Obrador es un misterio, aunque casi todos
los contendientes arman que —para bien o para mal— no meterá las manos.

La reciente incorporación de Leonel Godoy —un político sensato y negociador— como secretario
de organización del partido, puede ser una noticia alentadora. El ex presidente del PRD tiene
ante sí la titánica tarea de depurar el padrón, resistir las presiones de diversos actores para
inarlo a su conveniencia y organizar 300 asambleas de las que surgirán los consejeros que
asistan al próximo Congreso Nacional.

Sin embargo, también un sector ha expresado dudas sobre si el propio Godoy está aliado a
Morena… Y es que hoy lo único que se sabe en Morena es que no se sabe nada. Todos señalan
que el partido debe institucionalizarse y evitar una ruptura, pero poco parecen trabajar para
lograr esos objetivos.

Ni siquiera está claro si habrá un proceso interno como tal porque es probable que la única
manera de evitar la perredización sea con una candidatura de unidad. A estas alturas, lograr una
elección que no termine en el Tribunal es el reto más importante que enfrenta el partido en el
gobierno, característica que muchos morenistas parecieran a veces olvidar.

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