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lunes, 20 de mayo de 2019
Matemáticas y Español, lo demás como sea.
Por: Fernando Flores Bailón
En México se enfatiza en la enseñanza de las matemáticas y el español, como materias
indispensables para aprobar un año escolar de primaria, mientras las demás materias, se dejan
a la deriva, confiando en que el alumno aprenderá en algún momento algo por lo menos. De
aquí arranca esa costumbre en la educación y formación de los mexicanos, de dar prioridad
a materias que por sí solas no hacen a un ser humano y a un ciudadano. Uno de esos saberes,
que se dejan a la deriva, son los valores humanos.
El ser humano no nace con valores, estos le tienen que ser inculcados, es por los valores que
una sociedad puede ser armónica y progresar. Es fácil señalar al prójimo de injusto,
intolerante o inequitativo; somos capaces incluso de excluirlo de nuestros círculos familiares,
sociales o laborales, sí, esto es lo más fácil. Lo difícil es tratar de comprender que estas
personas que marginamos, quizá nunca recibieron una educación y formación con valores
tan primordiales, para que una convivencia sea posible. ¿Quién tendría la paciencia de educar
a un adulto, máxime si no nos agrada su actitud? Que dicho sea de paso, quien excluye a
alguien por su actitud injusta o intolerante, también está siendo intolerante e injusto. Somos
víctimas de nuestros propios prejuicios. Por un lado, creemos que la educación cívica y
axiológica es para niños y adolescentes únicamente; por otro lado, la etapa adulta y madura
del hombre, en muchas ocasiones va acompañada de altanería y necio orgullo, somos de la
opinión que el adulto está para educar, pero no para ser educado. Veamos nuestro entorno,
nos dice: “al adulto se le debe educar en los valores”.
Que un adulto, sin valores aprendidos, deba él solo que procurárselos, ya sea sobre la marcha
o asimilando lo que vea en su entorno, mina a la sociedad, ya que aquello aprendido carecerá
de un fundamento teórico, el mismo que hace a lo aprendido valioso, necesario e
imprescindible; sin ese fundamento teórico, quien se haga de sus propios valores, los
empleará o desechará según le convenga, participará de un pragmatismo frágil, lo que resulta
contrario para él como ciudadano y demoledor para la sociedad. ¿Qué ocurre, además, si ésta
persona tiene hijos? Ellos van a reproducir las formas paternales y maternales, la educación
axiológica y cívica que aprenden estos hijos en la escuela no basta, sino es reforzada por el
actuar de los padres, de la familia y del entorno. Inevitablemente los valores enseñados en la
escuela van a contrastar escandalosamente, con los valores familiares si estos últimos son
frágiles o escasos; sin embargo, el niño y adolescente, nunca pueden prescindir de las formas
familiares, es inevitable que se filtren los parcos valores de un adulto, por lo que harán una
mezcla de lo familiar con lo académico.
Sin valores tan importantes como la justicia, la tolerancia, el respeto, la equidad o el orden
una sociedad no puede progresar, tendrá violencia, corrupción, inestabilidad económica,
contaminación, falta de soberanía nacional, entre otros males. Es muy delicado dejar a la
deriva a la sociedad en cuestiones de valores. El estado no debe focalizar la educación a un
par de materias, tampoco debe reducir la educación axiológica al nivel medio y medio
superior, máxime porque es la sociedad adulta la que se tiene como primera imagen de un
país y la que lo hace andar en primer lugar.
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