El gobernador de Banxico aceptó que México enfrenta uno de los periodos inflacionarios más altos de la última década, sin embargo aseguró que de no haberse implementado los ajustes de política monetaria esta sería mayor.
Sin los ajustes a la política monetaria que se implementaron desde 2015 la inflación en el país estaría actualmente en un nivel cercano al 8 por ciento, y cerraría en alrededor de 7 por ciento en el próximo año, indicó Agustín Carstens, gobernador del Banco de México.
Además, sin una actuación por parte del banco sobre las tasas de interés después del resultado electoral en Estados Unidos, también la inflación sería elevada.
“Si hubiéramos sido tímidos al momento del triunfo de Trump también estaríamos todavía hacia finales del año que entra con una inflación muy alta, y con lo que hemos hecho estamos cercanos o en la trayectoria hacia la convergencia del tres por ciento”, dijo Carstens durante en el marco de la Reunión Nacional de Consejeros de BBVA Bancomer.
Dijo que el punto fundamental es que Banxico ha venido haciendo su trabajo, el cual no siempre es fácil por el rezago con el que actúa la política monetaria sobre la economía.
Destacó que las expectativas de inflación de largo plazo están bastante ancladas en alrededor de 3.5 por ciento, lo que significa que las acciones que ha llevado a cabo la autoridad monetaria están rindiendo los frutos esperados y no deberían afectar la actividad económica.
Afirmó que pese a que se han tenido 10 meses consecutivos con inflación a la alza, ubicándose en niveles de 6.71 por ciento en mayo, este indicador no está fuera de control.
Sin embargo, reconoció que México enfrenta uno de los periodos inflacionarios más altos de la última década.
Aseguró que en el Banxico existe la convicción, como en otros institutos centrales, de que la mejor contribución que puede hacer la autoridad monetaria al crecimiento económico del país y al bienestar de la sociedad, es que haya estabilidad de precios, “porque sabemos que si no la hay, eso va a llevar a tasas de interés mucho más altas, erosión de los salarios y de las pensiones”.
Por ello indicó que no hay un conflicto entre perseguir un objetivo de inflación y el crecimiento económico.
Explicó que la política monetaria no tiene un efecto inmediato sobre los precios, por lo que se busca con los ajustes sobre las tasas es anclar las expectativas.
“El banco central tiene que mandar señales para que ese impacto sobre la inflación de corto plazo no se generalice y se ancle en las expectativas”.
TIPO DE CAMBIO
Por otra parte, Carstens indicó con la normalización de la política monetaria en EU y la caída en el precio del petróleo propiciaron una depreciación del tipo de cambio y un aumento en la volatilidad, lo que generó presiones inflacionarias, sobre todo en índice subyacente, aunque el grado de traspaso fue bajo.
A esto se sumó la incertidumbre en torno a la relación entre México y EU, lo que exacerbó las presiones sobre el tipo de cambio, que posteriormente cedieron y ahora los analistas están esperando un menor nivel, que en opinión de Carstens, aún no es congruente con el marco macroeconómico que se tiene.
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