Capítulo 7
Las Cuatro Estaciones.
Elios Edmundo Pérez Márquez.
Buen momento para recordar al gran Eraclio Zepeda (Laco), escritor, actor, comunista, poeta pero, sobre todo, excelente narrador, conversador, platicador.
El buen Laco, nacido en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, comentaba que, hace muchos años, en su lejana juventud, allá, en su querido Comitán, un grupo de jóvenes, como él, formaron un grupo cultural y disponían de un espacio, una pequeña casa, en la que, unos a otros, antes de exponerlas al público, elaboraban sus obras, sus textos, cuentos, novelas poemas y todas las expresiones culturales que interesaban a los jóvenes de esa generación.
Tiempo después, a las manos de esos jóvenes, llegó el disco “Las Cuatro Estaciones”, de Vivaldi, un invaluable tesoro para ese grupo de muchachos, deseosos de conocer y aprender; así que, ni tardos ni perezosos, como pudieron, adquirieron un tocadiscos de esa época, para escuchar la obra cumbre de semejante autor, de fama mundial.
Relataba Laco Zepeda que, aquel grupo de jóvenes, incluido él, quedó verdaderamente fascinado con la composición musical y, a partir de entonces, todas las veces que se reunían, encendían el tocadiscos y, fascinados, tantas veces como fuera posible, escuchaban “Las Cuatro Estaciones” mientras se veían unos a otros, con la emoción a flor de piel, un nudo en la garganta y las lágrimas a punto de brotar de sus ojos.
En cierta ocasión, para dar una conferencia en el Instituto Tecnológico de la comunidad, hizo acto de presencia, el enorme escritor Juan de la Cabada, campechano, comunista, editor, preso político, combatiente en la Guerra Civil Española.
Los jóvenes amigos de Laco, así como los más destacados intelectuales de la región, los académicos y la clase política, estuvieron presentes en tal evento, para presenciar y ser testigos, de la charla que impartiría el escritor Juan de la Cabada, quien, desde su punto de vista, era el más ilustre personaje que, hasta ese entonces, hubiera visitado el Estado de Chiapas.
Al terminar la conferencia, aun con la emoción rebozando en sus corazones, los muchachos invitaron al célebre escritor, a su refugio cultural, ubicado a la orilla del pueblo y, para su sorpresa, Juan aceptó; de modo que, en tumulto, a pie y sin parar de hablar, llegaron al pequeño espacio, donde se estaban cocinando las grandes obras literarias del siglo XX y, ya instalados en el lugar, uno de los muchachos, con claras intenciones de impresionar, preguntó:
- Juan, ¿quieres escuchar algo de música? ¿Qué te parecería Vivaldi?
- Claro –respondió Juan de la Cabada.
Una vez más, los 12 o 15 muchachos, aspirantes a escritores, dramaturgos y poetas, escucharon embelesados “Las Cuatro Estaciones”, de Vivaldi y, al terminar la pieza, uno de ellos, interpeló al escritor.
- Juan, ¿Qué te ha parecido “Las Cuatro Estaciones”?
A lo que, Juan de la Cabada, combatiente, veterano, corrido y prudente, contestó:
- Hombre, muy bonito, pero ese disco se escucha a 33 revoluciones por minuto.
eliosedmundo@hotmail.com
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