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martes, 2 de agosto de 2016

Informe presidencial a la vista


Alejo Sánchez Cano




A un mes de que el presidente Enrique Peña Nieto rinda su cuarto informe de gobierno existen diversos temas que seguramente tendrán prioridad en el mensaje presidencial. La economía, la gobernabilidad, la seguridad pública, y la relación con Estados Unidos, representan algunos de los retos fundamentales para los dos últimos años de la administración peñista.

Todo lo anterior, debe alinearse con las reformas estructurales. La instrucción presidencial a su gabinete es precisamente apuntalar las reformas y no dejar cabos sueltos que pudieran ser el pretexto para dar un paso atrás con la llegada del nuevo presidente.

En este contexto, las 13 reformas estructurales representan cambios profundos en diversos sectores de la economía nacional, y que permitirán un crecimiento de forma elevada y sostenida durante los siguientes años.

Peña se empecina al reiterar que a pesar del complejo escenario global, caracterizado por la volatilidad financiera, la desaceleración económica en algunas regiones, así como la caída en el precio del petróleo, las reformas contribuyen a la buena marcha de la economía.

Los indicadores apuntan que la economía ha crecido; que el empleo formal repunta; que los hogares y las empresas tienen mayor acceso a insumos básicos y a un menor costo; que se mantienen niveles de inflación históricamente bajos, y que hay confianza en el país y en su futuro.

Lo cierto es que no se desviará ni un ápice por mantener y fortalecer la estabilidad macroeconómica y continuar la implementación de las reformas estructurales, como base para el crecimiento sostenido de México. Este apunte se reiterará hasta el fin de su mandato y se repetirá el argumento de que el país está mejor preparado que en el pasado para enfrentar las adversidades a partir de un tipo de cambio flexible, un adecuado marco regulatorio del sistema financiero y la coordinación entre las políticas fiscales y monetarias.

Sin embargo, en los hogares de los mexicanos todavía no se advierte una mejoría palpable y esta es la asignatura pendiente de Peña Nieto y tal vez este sea su legado.

Al igual que el tema de gobernabilidad, donde la mano que mece la cuna, léase AMLO, tiene en jaque al gobierno de la República, con los actos de sabotaje que emprenden los maestros de la CNTE y que mientras no se articule una estrategia integral para ponerlos quietos, seguirán haciendo de las suyas.

Y qué decir de la inseguridad pública que prevalece en grandes regiones del país, situación que se contradice con las cifras positivas que reporta el gobierno; lo cierto es que la ciudadanía sigue amedrentada por los delincuentes.

La relación que tendrá el gobierno de México con Hillary Clinton o Donald Trump mantiene ocupada a la cancillería y, por supuesto, al primer mandatario, para, desde ahora, diseñar una política exterior adecuada con el vecino país del norte que contenga argumentos para defender el TLC y la migración, así como combatir el tráfico de drogas y de armas, entre otros temas que ha puesto en la agenda, principalmente el candidato republicano.

También se espera que en la víspera del informe se anuncien los necesarios cambios en el gabinete que permitan consolidar la misión de cerrar el sexenio con buenas cuentas y sobre todo no ceder el poder a otro partido político.

En la última etapa del periplo para que concluya el sexenio, todavía se tiene la oportunidad de revertir la percepción negativa que tiene la mayoría de los mexicanos en relación con su gobierno, empero para que esto ocurra, como ya lo señaló Enrique Ochoa, el flamante nuevo presidente del PRI, se tienen que comunicar mejor los logros alcanzados.

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