Carlos Javier González
¿Ha pasado de moda la corrección política? Es una de las preguntas que sin duda alguna habrán de plantearse los candidatos en las próxima elecciones tanto locales como federales. En un país cuyo sistema político se encuentra dominado por la hipocresía que se traduce en el eufemismo en que llamamos a las devaluaciones “ajustes”; a las pérdidas en los mercados de valores “tomas de utilidades”; al racismo “clasismo”; a la intolerancia “libertad de expresión”; a los agitadores sociales “anarquistas”; al secuestro del poder por los partidos políticos “democracia representativa”; al populismo “conciencia social”; y así existe un sin número de modos de expresión en nuestra vida diaria que nos ha cegado y alejado de la discusión de los verdaderos problemas nacionales.
No es un asunto de un partido o de un gobierno, es más bien un sistema muy bien implantado en México que ha permitido hacer de la “corrección política” una venda sobre los ojos de la sociedad que no acepta la problemática real por conveniencia a veces y por cobardía otras tantas. Sin embargo, los resultados de este ocultamiento de la realidad en la corrección, están a la vista.
Como sociedad, muy rara vez entramos en la discusión de los grandes temas nacionales porque no estamos conscientes de ellos y, en gran medida, es porque en México hemos decidido dejar de llamarle al pan pan, y al vino vino. Las próximas campañas políticas –que ya comenzaron por lo menos por parte de MORENA- deberán ser más abiertas, más honestas y sobre todo, más valientes para que por primera vez en este país, nos decidamos a hablar de manera clara y fuerte, de los graves males que nos aquejan.
Si no hablamos de ellos, no podemos entonces plantear soluciones reales. ¿Desde cuándo en México no se habla de problemática racial aun y cuando es evidente que existe el racismo en nuestras clases medias y altas? ¿desde cuándo en México no hablamos del uso legítimo de la fuerza del Estado en contra de los que violentan los derechos de los demás ciudadanos en manifestaciones, mítines, tomas de calles, etc.? La realidad es que los límites que como país hemos planteado para dichos tópicos se encuentran más bien basados en el miedo a la reacción social y por ello, creemos que lo mejor es mantener la corrección política…y los problemas intocados.
Es importante que por vez primera podamos en México hablar claro de aquellas situaciones que duelen al ciudadano común y corriente y llamarles por su nombre, de lo contrario, seguiremos navegando en el mar de la simulación y la mediocridad. Los graves problemas nacionales requieren de grandes debates para encontrar soluciones definitivas, y la expresión de la voluntad social debe ser escuchada y traducida en leyes y políticas públicas.
No creo que existan personas que realmente hayan apoyado –de manera consciente- a la CNTE y su apatía y desinterés por la educación de los niños de Oaxaca, a quienes condenamos con nuestra indolencia, al más completo atraso y subdesarrollo. Y nadie, alzó la voz para condenar a los maestros autores de este crimen…por corrección política y respeto a su libertad de expresión.
Es factible que México se encuentre en un punto de inflexión en que los debates puedan ser para adultos, claros y que reflejen la realidad. Pero para este tipo de debates, se requieren de debatientes valientes, honestos y con una voluntad real de cambio.
El problema es que no es tan fácil encontrarlos entre nuestra clase política actual por eso, habrá que impulsar nuevos liderazgos ciudadanos que pongan sobre la mesa de la discusión, los verdaderos tópicos que interesan al ciudadano y no a una clase política rebasada y desprestigiada. Aceptemos que la corrección política ya es inoperante e inoportuna. Es hora de llamarle al pan pan, y al vino…vino.
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