Por Armando Sepúlveda Ibarra
La farsa y pantomima del gobierno
A falta de apoyo suficiente de la sociedad y de ideas irrefutables que pasen por el tamiz de la ética, el gobierno priísta montó una farsa vigorizada con pantomima, con una descomunal campaña mediática sustentada en falacias, con la perversa intención de embaucar y seducir a quienes se oponen a la privatización del petróleo y despejarse así el camino para entregárselo al voraz capital transnacional.
De vuelta a Los Pinos después de unas elecciones de dudosa transparencia, el PRI está ahora mismo echando mano de su proverbial costal de mañas, como las falsedades manipuladas por mercadólogos de escasa integridad, para imponerse a la apabullante mayoría de 84 por ciento de los mexicanos que, según la empresa encuestadora Parametría, rechaza una mayor apertura a la inversión privada extranjera y nacional para que usufructúe el petróleo de la nación.
Un poquito de recato hubiera convencido a las altas burocracias de desistirse de utilizar el nombre y la estatura moral del Presidente Lázaro Cárdenas en publicidad tendenciosa basada en la mentira, con la cual el gobierno busca arrebatar banderas a los opositores a la privatización y ganarse simpatías entre indecisos, desinformados e ignorantes del tema a debate. Ha sido una falta de respeto a la inteligencia de la sociedad y, sobre todo, a la memoria del general Cárdenas presentárnoslo ¡así nomás! como adalid de la privatización del petróleo, como un ardoroso promotor de las saqueadoras petroleras transnacionales que el hombre de Jiquilpan echara del país aquel histórico viernes 18 de marzo de 1938, cuando recuperó el codiciado recurso para la nación a pesar de los embates de la oligarquía nativa y la estadounidense y su gobierno colonizador.
La alharaca mentirosa del gobierno en la televisión, los periódicos y la radio, sobre la supuesta quiebra de Petróleos Mexicanos y las prometidas bondades que traería la reforma energética una vez que el capital foráneo viniera a salvar a la patria con su voraz saqueo del petróleo, ha comenzado a ponerse en entredicho y, en definitiva, a descreerse con la difusión de las verdades que recogen la realidad que tanto interesa ocultar al priísmo y, en especial, al secretario de Energía, Pedro Joaquín Codwell, un tipo que, ayuno de conocimiento y certeza, recurre como otros funcionarios y líderes de su partido a la socorrida pantomima que ni a si propio convence.
Como magos y, a la vez, novatos comediantes, Joaquín Codwell, César Camacho Quiróz y compañía, crean con sus varitas de Merlín millones de empleos y hacen crecer la economía en su rica imaginación hasta cifras superiores al primer mundo: al cabo las palabras viajan con el viento y la gente es crédula y olvida que hace un año también les dieron el mismo atole con el dedo.
Cómo es posible que el gobierno diga que Pemex vive en la bancarrota si durante los últimos cinco años tuvo ingresos por la incomparable cantidad de ¡552 mil 7 millones de dólares! Sí, leímos bien: ¡552 mil 7 millones de dólares! Sus ventas captaron 119 mil 235 millones de dólares en 2008; 80 mil 722 millones de dólares en 2009; 101 mil 506 millones de dólares en 2010; 125 mil 344 millones de dólares en 2011, y 125 mil 200 millones de dólares en 2012. (Más o menos 70 por ciento de esas sumas estratosféricas las retiene el gobierno como impuestos y así descobija a la paraestatal).
Desde el año pasado el gobierno de México arrancó una campaña en Estados Unidos y Gran Bretaña ante potenciales inversionistas interesados en el petróleo, con el despliegue de una carpeta con las cifras reales de Pemex para despertarles el apetito por repartirse el jugoso botín de ingresos superior a los cien mil millones de dólares anuales, a reserva de enriquecerlos más aún con una mayor extracción de crudo y el proceso de sus derivados. Sin embargo, hacia el interior aduce, con la manipulación de datos a su favor, que la paraestatal casi casi está por derrumbarse, aunque los mexicanos, los especialistas y las transnacionales sepamos que es una de las petroleras más rentables del mundo.
La propaganda oficial tuerce la verdad para intentar con sus sofismas arrasar la versión opuesta a sus intereses y dice, sin pizca de vergüenza, que “Pemex no se privatiza”, en un juego de palabras que le da la razón, porque la paraestatal no es dueña del recursos (sino la nación) y con la reforma energética podría quedar como simple oficina de contratos de riesgo. Si el gobierno dijera en cambio “el petróleo no se privatiza”, sería distinto.
Para ser exactos, Pemex serviría, con el proyecto de la ominosa reforma energética, de servil agente vendedor, cobrador y pagador de la utilidad compartida de las transnacionales atraídas desde siempre por la riqueza del petróleo de los mexicanos. Tuvieron cuidado los redactores de este mamotreto de omitir los porcentajes de la renta compartida con que, bajo este disfraz, pretenden volver a facilitar el saqueo de recursos erradicado por el Presidente Cárdenas.
A reserva de que el PRI, el PAN y sus partidos comparsas reúnen las dos terceras partes requeridas para cambiar la Constitución a favor de las transnacionales petroleras, la cautela recomienda mantenerse todavía a la expectativa de cómo reaccionará una sociedad que en 84 por ciento repudia este nuevo intento de la privatización del petróleo, con el principio de las manifestaciones callejeras en contra de esta acechanza paradójica, como decir que el Estado va contra el Estado en auxilio del capital transnacional para deshacerse de un bien de la nación y dárselo en bandeja de oro a quienes por años saquearon al país.
Todo está por verse…
armandosepulveda@cablevision.net.mx
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martes, 20 de agosto de 2013
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agosto 20, 2013
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