Su crisis es por mal gobierno, pensiones, un sindicato “mimado”
México, DF.- Aun si la Reforma Energética propuesta por el Presidente Enrique Peña Nieto pudiera pasar en el Congreso, el principal problema de Petróleos Mexicanos, su administración y estructura, serán difíciles de reparar, plantea The Economist. La prestigiada revista británica expone cita en un despacho de su corresponsalía en la Ciudad de México a Bernardo Minkow, un ex consultor de McKinsey, quien afirma que Pemex es tan complejo y ha estado tan mal gobernado que sus conflictos son “muy difíciles, si no imposibles de solucionar”.
El primer problema de la petrolera mexicana, afirma la revista, es estructural: “Nunca se le ha tratado como una empresa con fines de lucro. Sorprendentemente para un monopolio cada barril de petróleo en México se obtiene a un costo promedio de menos de 7 dólares, y lo vende por alrededor de 100 dólares, pero ha perdido un acumulado de 360 mil millones de pesos, o 29 mil millones de dólares, en los últimos cinco años hasta 2012 (a pesar de un pequeño margen de ganancias el año pasado)”.
Esto, según The Economist, es en parte porque a pesar de que sus áreas de petróleo y producción de gas tienen un beneficio gordo, su negocio de refinación pierde una fortuna, y su división petroquímica también es deficitaria.
“Peor aún, el gobierno chupa dinero en efectivo para compensar la falta de ingresos fiscales que recauda en el resto de la economía. El año pasado, 55% de los ingresos de Pemex fue para regalías e impuestos. Esta fuga perpetua en su flujo de caja significa que su deuda se ha disparado a 60 mil millones de dólares.
El agujero en la reserva de las pensiones suma la friolera de 100 mil millones de dólares”.
Además de desviar sus beneficios, afirma la publicación británica, el gobierno se niega a dejar que la empresa tome sus propias decisiones: su jefe es nombrado por el Presidente, el Secretario de Energía preside su Consejo de Administración, y los operadores de la Secretaría de Hacienda dictan su presupuesto, línea por línea.
También, destaca, la junta no tiene consejeros realmente independientes y carece de experiencia en los negocios. Por ejemplo, hace más de 20 años que esa junta comenzó una evaluación comparativa de las refinerías de Pemex respecto a la de sus pares internacionales, pero han permanecido en el fondo de la liga.
Otro asunto relevante en la problemática estructural de la empresa son sus 151 mil empleados, donde la producción de petróleo por trabajadores de Pemex está muy por debajo de la de sus homólogos extranjeros, además de que su sindicato y su líder “está hinchado y mimado”.
The Economist cita a la prensa mexicana que ha informado que la dirección del Sindicato de los Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) y su líder, Carlos Romero Deschmaps, recibieron 65 mil dólares al día el año pasado para viajes de negocios y sus gastos generales.
La revista cita al ingeniero Carlos Morales Gil, director general de la subsidiaria Pemex Exploración y Producción, quien admite que ese negocio “tiene un exceso de trabajadores que no pueden ser despedidos, a pesar de que los pozos de los que trabajan se han secado.
Mientras tanto, los directivos sufren una burocracia interna sofocante”. Por si fuera poco, The Economist destaca que la administración de Pemex ha hecho una serie de malas decisiones de inversión en los últimos años.
“Frente a la caída de la producción en su joya de la corona, Cantarell, se han derramado cantidades sin precedentes en la exploración y producción –un combinado de 70 billones de dólares entre 2008 y 2012.
Pero debido a que gran parte de esto ha entrado en las zonas para las que Pemex está técnicamente mal preparado, tales como la perforación en aguas profundas y el petróleo de esquisto en tierra, los rendimientos han sido escasos. Morales habla con orgullo del aumento de la producción en otros sitios para compensar Cantarell.
Pero la producción y las reservas apenas han estabilizado en niveles muy por debajo de sus máximos históricos”, expone la revista. Adrian Lajous, ex director de Pemex, dijo a la publicación que, en el caso del gas natural, la empresa no ha invertido lo suficiente, lo que ha generado que México tenga que importar volúmenes récord de América.
En un reconocimiento tácito de esta situación, Morales Gil afirmó que Pemex planea invertir fuertemente en la nueva producción de gas. “La empresa tampoco ha logrado encontrar los 30 mil millones de dólares que se cree que necesita para reconfigurar sus refinerías y producir gasolina y diesel adecuado para los coches más limpios que hoy circulan. Así que México también sufrirá la vergüenza nacional de tener que importar más de estos combustibles”, concluye.
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