El 18 de julio de 1872, a los 66 años en la Ciudad de México muere el licenciado Benito Pablo Juárez García, mejor conocido como Don Benito Juárez, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Personaje que se convirtió en el símbolo de las instituciones republicanas y del Estado de Derecho. Hijo de Marcelino Juárez y Brígida García, hermano de María Josefa, Rosa María y María Longinos; nació en la localidad San Pablo de Guelatao, en el estado de Oaxaca el 21 de marzo de 1806. Benito Juárez, también conocido como el “Benemérito de las Américas”, vivió una niñez difícil, la situación económica familiar era precaria y quedó huérfano a una edad muy corta.
Apadrinado por Don Antonio Salanueva, decidió salir de
su pequeño pueblo y a la edad de 20 años ingresó al Instituto de Ciencias de
Oaxaca donde se licenció en Derecho. A partir de esa formación académica,
Juárez adoptó pensamientos idealistas europeos que apenas se gestaban en
América Latina, aunado a un interés e identidad por las nuevas corrientes
izquierdistas nacionales. Su primer puesto político fue como regidor del
Ayuntamiento de Oaxaca en 1831, hacia 1848 se convirtió en gobernador de
Oaxaca, donde su gestión se destacó por la construcción de caminos, escuelas,
edificios de gobierno, entre otras cosas. Para el año de 1857 fue electo
presidente de la república mexicana, donde se mantuvo por 5 periodos
consecutivos hasta 1872.
A lo largo de esos 15 años al frente de la
presidencia, atravesó por diversos acontecimientos que marcaron su mandato,
entre ellos, la segunda intervención francesa de 1861, controlada por la buena
gestión de Ignacio Zaragoza al contenerla en la fortaleza de Loreto y
Guadalupe, Puebla. Otro hecho por el cual se reconoce su administración es la
lucha que emprendió con apoyo de tropas estadounidenses para evitar la
instauración del II Imperio Mexicano con Maximiliano de Habsburgo. A él se le
debe la desamortización de los bienes de la iglesia apropiándose de las tierras
heredadas por los devotos para la construcción de edificios públicos, escuelas
y otros servicios; esto marcó la separación del estado-iglesia con lo que esta
última dejó de tener injerencia en las decisiones del país.
Al día siguiente de su muerte, el estruendo de un
cañón anunció a los habitantes de la ciudad de México su fallecimiento. El
cadáver fue conducido al gran salón de Palacio Nacional en cumplimiento de una
vieja ley que sólo se había aplicado una vez (existía un solo precedente de
fallecimiento del presidente en funciones) y una multitud desfiló para ver el
cuerpo de aquel hombre tan admirado por unos como aborrecido por otros.
Por mandato de ley tomó posesión del poder el
licenciado Sebastián Lerdo de Tejada, entonces presidente de la Suprema Corte
de Justicia, cuyo primer acto de gobierno consistió en decretar luto nacional
por la muerte del prócer.
Después de unos días el cuerpo embalsamado fue
conducido al panteón de San Fernando por una escolta militar encabezada por los
soldados del 1º Batallón de Infantería.
Benito Juárez demostró que a pesar de las dificultades
y adversidades fue capaz de llegar a la silla presidencial e imponerse a los
retos que se le presentaron y gracias a ellos, le fue posible asumir el mandato
de un país con una perspectiva humanista-liberal que le permitió apoyar a los
sectores más vulnerables.
Este año, el Servicio Postal Mexicano le rinde un
homenaje a este personaje ilustre e importante, no solo en México sino en
Latinoamérica, a través de la emisión de la estampilla postal por su 150
aniversario luctuoso.
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