Unos de los textos más antiguos, incluidos antiguos documentos académicos chinos e incluso una línea de la 'Odisea' de Homero que dice que "el sol ha sido borrado del cielo". Es fácil imaginarse cómo debieron reaccionar nuestros primeros antepasados.
Los seres humanos han registrado los eclipses solares como
sucesos importantes durante milenios. Se han encontrado referencias al
respecto en algunos de los textos más antiguos, incluidos antiguos documentos
académicos chinos e incluso una línea de la Odisea de Homero que dice
“el sol ha sido borrado del cielo”.
Es fácil imaginarse cómo debieron reaccionar nuestros
primeros antepasados a la desaparición repentina del sol, y con el tiempo el
fenómeno ha sido visto como fascinante y terrorífico, una señal de desagrado
por parte de los dioses, o una profecía de la llegada de algo malo.
Estos extraños y fascinantes espectáculos celestes tienen
lugar cuando la luna se alinea entre la Tierra y el Sol, impidiendo el paso de
la luz solar y ensombreciendo nuestro planeta. Mientras que la Tierra gira,
esta sombra se mueve a unos 2.250 kilómetros por hora, a lo largo de una línea
llamada “el camino de la totalidad”.
Sólo quien observa el cielo desde dentro de este arco
(normalmente, de unos 16.000 kilómetros de largo y unos 160 de ancho) puede
presenciar un eclipse total. Quien se encuentra cerca de él ve un eclipse
solar parcial en el que no desaparece todo el sol. Los que se encuentran más
lejos no ven nada de nada.
Un eclipse total comienza como si el sol hubiera recibido un
mordisco apenas apreciable. Durante la siguiente hora, más o menos, esta mancha
crece y finalmente consume el sol, convirtiendo el día en noche. Este estado,
llamado totalidad, puede durar hasta siete minutos y medio, aunque normalmente
se queda en la mitad de eso.
Durante la totalidad, la única parte visible del sol es
su corona, la atmósfera externa, por lo general oculta, que brilla en
la oscuridad como un aro de fuego. Cuando el sol comienza a reaparecer, a
menudo existe un brillo centelleante en un punto de la corona que da lugar a lo
que se conoce como el efecto del anillo de diamantes. En el espacio de una
hora, la luz solar regresa.
Sólo durante la luna nueva
Los eclipses sólo tienen lugar durante la fase de luna
nueva, cuando la luna se mueve hacia el lado de la Tierra que da al Sol. Sin
embargo, dado que la Luna gira alrededor de la Tierra con un ligero ángulo de
inclinación, los tres cuerpos celestes sólo se alinerarán en el mismo plano, de
forma que se dé el eclipse, cada cierto tiempo.
Curiosamente, los eclipses totales sólo son posibles sobre
la Tierra, ya que son una coincidencia fortuita: el diámetro de la Luna y la
distancia de ésta a la Tierra hacen que su tamaño relativo sea el justo para
cubrir el Sol. Si la luna fuera más pequeña o estuviera más alejada, sólo
veríamos eclipses parciales. De hecho, dentro de unos mil millones de años, la
Luna se habrá alejado tanto de la Tierra que ya no habrán eclipses solares
nunca más.
Otro tipo de eclipse solar, el eclipse anular, tiene
lugar cuando la órbita elíptica de la Luna la aleja lo suficiente para que no
tenga el tamaño necesario para cubrir el Sol. En este caso, el eclipse se
presenta como un círculo oscurecido rodeado de luz solar.
Los eclipses totales ocurren cada uno o dos años, mientras
que los eclipses parciales tienen una media de unas dos veces y media
al año. Sin embargo, dado que son visibles desde una región tan pequeña de la
Tierra cada vez, la posibilidad de ver un eclipse total desde cualquier punto
de ésta es de menos de una vez en la vida.
Ver un eclipse solar puede ser una experiencia inolvidable,
pero los expertos recomiendan prudencia. Mirar directamente al Sol a través de
un telescopio o de prismáticos (o incluso sin utilizar nada) puede provocar
daños en los ojos e incluso ceguera permanente.
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