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martes, 18 de abril de 2023

No me digas frijolero

La DEA ni ninguna otra agencia de inteligencia de EU le tiene confianza al gobierno mexicano. Porque hay desorden, corrupción y negación de la realidad.



Pablo Hiriart

La administradora de la DEA, Anne Milgram, no sólo anunció que su dependencia hizo trabajo de espionaje en México para descubrir la red de fabricación y tráfico de fentanilo a Estados Unidos, sino que le dijo en su cara al gobierno mexicano que la soberanía de este país les importa un cacahuate.

Estados Unidos está combatiendo contra un enemigo global, que son los dos cárteles mexicanos de las drogas, en 44 países del mundo. Y el gobierno de México no colabora, expresó hace un mes la directora de Inteligencia de la Casa Blanca, Avril Haines.

La DEA se metió, literalmente, hasta la cocina donde se fabrica el fentanilo, sin avisar a las autoridades mexicanas.

Ayer el presidente López Obrador lo aceptó con todas sus letras: “Es intromisión abusiva, prepotente, que no debe aceptarse”.

Sí. ¿Y? ¿Qué va a hacer para que respeten la soberanía mexicana?

Ayer respondió con una caricatura del gringo pacheco que acusaba de corrupto al mexicano ensombrerado y éste le contestaba: mariguano.

Tal vez hoy ponga una canción de Molotov. Así el nivel.

El país está hecho un desastre porque no hay gobierno que conduzca a la administración pública.

Ocurrencias, negaciones de lo evidente, y destrucción. Es lo que hay.

Existe fractura en las Fuerzas Armadas.

El general secretario de la Defensa ha sido exhibido en una vida de lujos que no concuerdan con el estilo de vida del “pueblo uniformado”.

Los narcotraficantes gozan de una primavera que lleva cuatro años. El poder de los cárteles aumentó de manera explosiva, amparados en los abrazos, y ahora son los dos más poderosos del mundo.

La jefa de la DEA anunció la persecución de los hijos del Chapo Guzmán después de la reunión bilateral de autoridades de Estados Unidos y mexicanas. Anne Milgram no se paró en esa junta. ¿Para qué?

Reunirse con las autoridades del gobierno de México es pérdida de tiempo, porque no tienen la menor idea de lo que ocurre en su país. No se hablan entre ellas.

El Presidente niega que aquí se fabrique fentanilo.

Dice que ya no hay corrupción.

Que se acabaron las masacres.

El secretario de la Defensa se manda solo y no le informa al Presidente. ¿Para qué?

La información que proporcionó la administradora de la DEA señala que mandos del Ejército mexicano llevaron a los agentes a visitar laboratorios donde se fabrica el fentanilo, en ranchos ubicados en el estado de Sinaloa.

En el terreno les mostraron lo que su Comandante Supremo dice que no existe.

¿A quién le van a pedir permiso, como marca la ley, para realizar tareas de espionaje en México?

La DEA ni ninguna otra agencia de inteligencia de Estados Unidos le tiene confianza al gobierno mexicano. Porque hay desorden, corrupción y negación de la realidad.

En el país donde oficialmente “se acabaron las matanzas”, la primera quincena de abril fueron asesinadas casi mil personas.

Apenas el sábado, a las 16:30 horas, en un balneario en Guanajuato, 10 sicarios entraron a la zona de recreo y dispararon a diestra y siniestra contra una familia. Mataron a siete personas, entre ellas a un niño de siete años.

A esa hora, en Oaxaca, el Presidente escuchaba los gritos de ¡seis años más!, ¡seis años más! Y hablaba de que entregaría un sistema de salud mejor que el de Dinamarca.

¿Qué respeto van a tener las agencias de Estados Unidos de un vecino cuyo Presidente está completamente extraviado de la realidad?

El domingo se informó que elementos de la Guardia Nacional dispararon, en Nuevo Laredo, a una familia que viajaba en una camioneta con placas de Texas. Hasta ayer habían muerto tres de sus integrantes, una de ellas menor de edad, quien estaba embarazada.

Ayer supimos de la desaparición, en Sinaloa, de una dirigente del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, Ceci Patricia Flores Armenta.

El gobernador del estado informó que fue localizada con vida la señora Ceci Flores, que encabeza la búsqueda de sus dos hijos, Alejandro y Marco Antonio.

Recién en diciembre, ella dijo a El Financiero que uno de los mayores obstáculos de su labor y la del colectivo de madres buscadoras ha sido la falta de apoyo de los gobiernos, debido a la carencia de recursos y a la impunidad.

Ya no hay impunidad, dice el Presidente.

Y sobra el dinero para gastarlo en caprichos inverosímiles. Miles de millones de dólares.

A ver qué más sale del trabajo de la infiltración de la DEA a los más altos niveles del Cártel de Sinaloa.

 

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