López Obrador necesita políticamente que condenen a García Luna para poder escalar retóricamente o mediante procesos penales hasta el expresidente Felipe Calderón.
Héctor Javier Villarreal se convirtió en el testigo que ha
generado el mayor escándalo hasta ahora en el juicio a Genaro García Luna en
Brooklyn, al hablar el lunes sobre un tema donde se cruzan las pasiones del
gremio periodístico que, al mismo tiempo, se alinean o chocan con la estrategia
de la Presidencia para descalificar a medios y periodistas, que hace que se
magnifique en las redes sociales el golpeteo. Villarreal también es quien más
falsedades documentadas ha dicho en la Corte, superando por mucho a los
criminales que han testificado contra el exsecretario de Seguridad Pública,
utilizados por los fiscales estadounidenses para obtener una sentencia
condenatoria.
Villarreal, que fue tesorero en el gobierno de Coahuila de
Humberto Moreira, se declaró culpable de conspiración para lavar dinero y
transportar dinero ilícito a Estados Unidos en una corte federal en San
Antonio, Texas, en 2014, y enfrenta la posibilidad de ser sentenciado a 20 años
de prisión y una multa de 66 millones de dólares en abril, cuando concluya su juicio.
Para poder salvar una eventual sentencia, no sólo aceptó testificar a cambio de
que Estados Unidos le dé asilo político, sino que, por lo visto, estuvo
dispuesto a cometer perjurio.
Los fiscales se están valiendo de todo tipo de recursos para
construir una narrativa que convenza al jurado de que García Luna es culpable
de haber estado vinculado al Cártel de Sinaloa. Ese es el juego que está
llevando a cabo allá. Acá en México, ayudaron inopinadamente a alimentar una
percepción, inspirada en razones políticas, prejuicios o ignorancia, que toma
acríticamente las afirmaciones vertidas en Brooklyn y las convierte en una
poderosa realidad alterna que le sirve a la Presidencia para linchar a medios y
periodistas. Claro, esto no es nuevo.
Como señaló El Universal en un editorial de
primera plana, como respuesta a la acusación de Villarreal de que había
recibido 25 millones de pesos mensuales para “lavar su imagen”, la campaña de
desprestigio y los ataques a los medios de comunicación, con especial atención
a ese diario –del cual fui director editorial del 5 de noviembre de 2007 al 20
de noviembre de 2008–, vienen desde 2018. Sorprende el descuido de los fiscales
al no evitar contradicciones de sus testigos, ni corroborar sus dichos. Como
botones de muestra, referidos algunos también por El Universal, en el caso
de Villarreal:
1.- Dijo que estuvo con el gobernador Moreira y con García
Luna en la Secretaría de Seguridad el 25 de septiembre de 2008, y que les dio
un tour por el búnker, una instalación subterránea donde estaba
Plataforma México, con tecnología de punta. Sin embargo, el búnker no existía
en ese entonces. Había un enorme hoyo excavado y algunos cimientos. Hasta
finales de noviembre de 2009 se inauguró.
2.- Afirmó que García Luna le ofreció a Moreira Pegasus, el
muy eficiente software para combatir el secuestro y famoso por haber
sido utilizado por varios gobiernos para espionaje. El problema es que en 2008
no había nacido Pegasus, que fue creado en 2010 y puesto a la venta en 2011.
3.- Sostuvo que en una ocasión llegó en helicóptero junto
con Moreira a la casa de fin de semana que tiene García Luna junto con sus
hermanos en Morelos, pero esa casa no tiene ni helipuerto, ni tampoco jardín
para que aterrice un helicóptero. Cuando le preguntaron si la casa tenía
alberca, respondió que no la vio, aunque personas que la conocen recuerdan que
la alberca es lo primero que se ve. Es decir, Villarreal nunca fue a esa casa.
4.- Aseguró que García Luna le pidió a Moreira su
intermediación con el dueño de El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz,
para que la ayudara a “limpiar su imagen”. La relación de Moreira con el
exsecretario, como él mismo lo señala en un comunicado donde refutó las
afirmaciones de su viejo colaborador, era muy mala, y llegaron a confrontarse
en algún momento hasta con obscenidades.
5.- Villareal dijo que a cambio de que le lavara la imagen,
le pagaría 25 millones de pesos mensuales. No precisó cuándo comenzó ese
presunto pago, pero para documentar ese “soborno” presentó una factura por
concepto de publicidad de una campaña de rescate al turismo por 11 millones y
medio de pesos en 2009, por las cuales, explicó El Universal, se pagaron
impuestos.
La realidad desmantela el testimonio de Villarreal y sus
acusaciones, pero como se apuntó líneas arriba, la percepción en la actualidad
mexicana es muy poderosa cuando hay una campaña de linchamiento alimentada
desde la Presidencia. En los análisis de las redes sociales, el principal
impulso a los infundios del testigo fueron cuentas asociadas al vocero y
propagandista del Presidente, Jesús Ramírez Cuevas, que como se publicó en este
espacio el lunes, puso en marcha una estrategia para desacreditar periodistas
que cuestionan la solidez de los testigos de la fiscalía y dejan sembrada la
duda razonable.
El juicio contra García Luna apenas comenzó y se desconoce
el derrotero que seguirá. En Brooklyn, cada uno de los abogados está buscando
que su narrativa sea la que persuada al jurado, que determinará si el
exsecretario es culpable o inocente. Los abogados no juegan para la gradería
mexicana, que está inmersa en el escándalo mediático. Hay un importante sector,
que incluye a personas críticas del presidente Andrés Manuel López Obrador, que
piensa que García Luna sí es culpable de lo que lo acusan. Otros creemos en la
presunción de inocencia y que sea el jurado el que determine si es culpable.
Aquí, López Obrador necesita políticamente que lo condenen
para poder escalar retóricamente o mediante procesos penales hasta el
expresidente Felipe Calderón. El Presidente no ha escatimado en nada. Uno de
los recursos instrumentado por Ramírez Cuevas es la persecución de quien no
apoye su narrativa. La prensa libra una lucha de sobrevivencia, sintetizada en
la conclusión del editorial de El Universal, donde afirma ante la
embestida: “No nos van a callar, no nos van a intimidar”.
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