Miguel Eduardo, piloto la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), quien en 2019 sacó de Bolivia al expresidente de ese país, Evo Morales, narró los momentos hostiles del rescate, que incluye el intento de derribar la aeronave, prohibición de volar sobre algunos países y ser encañonado y golpeado por militares bolivianos.
En uno de los millones de documentos
hackeados por el grupo de hacktivistas Guacamaya, Miguel Eduardo narró
que, la travesía de 36 horas, inició el 10 de noviembre de 2019 cuando el Alto
Mando le ordenó ir al rescate de Evo Morales.
De inmediato preparó el avión
Gulfstream G550 de la FAM, llenó el tanque de combustible, planificó el vuelo,
y despegó a las 00:36 horas del 11 de noviembre. En la nave iba también Froylán
Gámez Gamboa, funcionario de la cancillería y dos tripulantes, el teniente
Jarquín y el capitán Sánchez.
La primera escala era el aeropuerto
Jorge Chávez, de Lima, Perú. La nave no tenía autorización de entrar al
espacio aéreo de países como Ecuador, por lo que tuvo que volar sobre aguas
internacionales del Océano Pacífico para llegar a su primer destino a las 07:06
horas (tiempo de México).
Explicó que, cuatro horas después, tras
recargar combustible, se reanudó el viaje a Bolivia, pero de última hora,
en pleno vuelo, revocaron el permiso de ingreso a ese país, lo que dejó a
la nave mexicana y su tripulación, vulnerables a un ataque de aviones de
combate del Ejército de Bolivia.
Por ello, luego de tres horas de vuelo,
regresaron a Lima, pero las condiciones cambiaron, ya no tenían donde aterrizar
y le negaron una segunda recarga de combustible. Finalmente obtuvieron
autorización de aterrizar en Bolivia a donde llegaron a las 19:00 horas.
Una hora después abordaron la nave Evo
Morales y dos personas más, Álvaro García y Gabriela Montaño, pero cuando
estaban a punto de despegar le avisaron que no tenía autorización para regresar
a Perú.
El viaje se frenó y la hostilidad de los militares bolivianos subió
de tono. Rodearon la nave y un soldado le apuntó todo el tiempo con un rifle
antiaéreo RPG.
Civiles y militares bolivianos querían
sacar a Evo Morales de la nave mexicana y detenerlo, pero Miguel Eduardo lo
impidió, con base en el derecho internacional que reconoce la aeronave como
territorio mexicano.
Según la narración, los ánimos se
calentaron. Miguel Eduardo bajó de la nave, entonces fue encañonado, se le
ordenó levantar los brazos y lo golpearon en la espalda con la culata de un
rifle y en el abdomen con el rompe flamas de un fusil. “Joven soldado, los
valientes no asesinan”, dijo el militar mexicano.
La amenaza desapareció y la situación se
serenó cuando el piloto explicó a los bolivianos que su misión no tenía
ninguna intención hostil y recordó que, además del mismo idioma e igual
color de piel, bolivianos y mexicanos pertenecen a naciones hermanas con añeja
tradición de amistad.
Tras algunas llamadas el piloto pudo hablar
con el General Terceros Lara, Comandante de la Fuerza Aérea Boliviana quien, en
tono molesto, dijo a los mexicanos que tenía 30 minutos para salir de
Bolivia.
Durante el ascenso, destacó el piloto, se observó una traza luminosa,
característica de un cohete, por lo que incrementó el régimen de ascenso
para evitar el impacto. Dijo que el disparo salió del aeropuerto y
recordó al militar que tenía el rifle antiaéreo RPG.
Señaló que decidió abstenerse de comunicar
el atentado a la tripulación para evitar incrementar la tensión ya existente.
Justo a los treinta minutos de plazo que se
fijó, la nave mexicana salió de Bolivia con rumbo Paraguay y de
ahí a México, a donde llegó, sin novedad, a las 11:30 horas del 12 de noviembre,
aproximadamente.
Durante el vuelo Evo Morales y sus
acompañantes recibieron bebidas y alimentos, así como almohadas y cobertores
para su descanso, añadió el piloto.
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