Los cambios en el gabinete muestran nuevamente una faceta de López Obrador: le es muy complicado tolerar el disenso, menos aún en su grupo cercano, opina Enrique Quintana.
No es inusual que haya cambios en posiciones
importantes del gabinete de López Obrador.
Se han presentado muchos a lo largo del sexenio. Baste
recordar, por ejemplo, la escandalosa renuncia del primer Secretario de
Hacienda de AMLO, Carlos Urzúa.
O la del primer titular del IMSS, Germán Martínez.
Ambas se dieron en medio de fuertes críticas, la de Martínez
con recriminaciones a Hacienda y la de Urzúa con cuestionamientos a la
presidencia.
Pero también estuvo la salida de la secretaria de
Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
O la de Arturo Herrera, segundo secretario de Hacienda
de este gobierno y luego el sorpresivo retiro de su nominación para Banco de
México.
No le sigo más, pues son muchas, y me concentro en los
cambios recientes.
Tatiana Clouthier llegó a la titularidad de la Secretaría de
Economía en 2022 a partir de que Graciela Márquez fue nominada para la
presidencia del INEGI.
La excoordinadora de la campaña electoral de López Obrador
tendría dos tareas, además de las inherentes a su cargo.
Por un lado, reemplazaría el rol que tuvo Alfonso Romo, que
también se retiró de su cargo de Jefe de la Oficina de la Presidencia,
como la “ventanilla” a la que recurrían los empresarios para
presentar demandas y propuestas al presidente de la República.
Y, adicionalmente, en algún momento se pensó que podría
ampliar la baraja de los y las presidenciales de Morena. El mismo AMLO la
refirió en más de una ocasión en la conferencia mañanera como uno de los
cuadros que podría aspirar a la candidatura.
El jueves pasado, Tatiana anunció que “ya no sumaba”, dejó
el cargo y ese mismo día salió de la Ciudad de México.
Aunque dijo que se sumaría a “la porra” de Morena, pues fue
una forma muy singular de hacerlo.
Obviamente algo pasó en su relación con el presidente.
Y lo ocurrido fue suficientemente grave para que la secretaria haya dejado su
puesto en medio de las consultas sobre política energética en el marco del
TMEC, además de haber abandonado la posición apenas a semanas de haber
presentado la nueva política industrial de este gobierno.
Por lo pronto, Tatiana Clouthier no refirió cuáles son esas
diferencias. Pero, como casi todo, seguramente en el futuro, terminaremos por
conocerlas.
Las circunstancias del cambio muestran nuevamente una faceta
de López Obrador: le es muy complicado tolerar el disenso, menos aún en su
grupo cercano.
En los tiempos que vienen, el presidente de la República va
a enfrentarse a una circunstancia muy compleja.
Inevitablemente se van a acentuar las diferencias en su
entorno ya que hay al menos cuatro interesados abiertamente en ser
candidatos a la presidencia de Morena, y de ellos habrá de salir uno… o una.
El senador Ricardo Monreal -a quien se ha excluido
de la lista de aspirantes- en cierto momento deberá definir lo que desea hacer
si de manera cada vez más clara se le bloquea.
Es el mismo caso de Marcelo Ebrard, aunque a él no se
le haya excluido.
En el futuro enfrentarán una encrucijada en la que tendrán
que definir si siguen jugando bajo reglas que notoriamente los perjudican, o
bien optan por ya no hacerlo y toman otro camino.
AMLO parece tener una vocación autoritaria cada vez más
clara, que le complicará negociar con alguno o algunos de los que no resulten
electos.
Para retener a Monreal o Ebrard en su entorno, pareciera
necesaria una negociación y esa tarea se le dificulta al Presidente al
paso del tiempo.
Antes incluso, de que se defina la candidatura, los jaleos
internos serán cada vez mayores.
Por un lado, Claudia Sheinbaum no para de dar
discursos y movilizar personas.
Toda la secuencia de “informes” de los últimos días fueron
obvios actos de campaña.
Por el otro, Adán Augusto López está cada vez más
presente en la definición de la agenda pública nacional.
Y, en contraste, Marcelo está atendiendo funerales en el
extranjero o tratando de hacer control de daños respecto a ciertas propuestas
internacionales de López Obrador. La inequidad de la contienda interna va a
ir in crescendo.
No conozco los motivos específicos de la salida de Tatiana
del gabinete, pero el hecho es apenas una probadita de lo que puede
suceder en el futuro.
Y, eso sí, tenga la certeza de que si quienes se van son
Monreal o Ebrard, no se irán “a la porra”.
Lo único seguro es que vienen tiempos tempestuosos para la
política.
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