La inflación es uno de los factores que seguramente está pesando en la opinión ciudadana para desaprobar las políticas en materia económica.
¿Cuál es el ‘nivel de blindaje’ que tiene el presidente
López Obrador respecto a las calificaciones negativas de la población con
relación a sus decisiones y políticas?
No lo sabemos del todo, pero no hay ningún ‘blindaje’ que
sea capaz de resistir todo.
El Financiero publicó este lunes que el nivel de aprobación
del presidente López Obrador se mantuvo en junio en 57 por ciento, que es
virtualmente el mismo nivel que ha tenido a lo largo de todo este año y
en buena medida desde el segundo trimestre de 2021.
En contraste con la aprobación presidencial, y con la muy
evidente excepción del programa de vacunación que mantiene un gran respaldo, en
casi todos los otros aspectos de las políticas públicas, predomina el
porcentaje que las reprueba.
Destaca desde hace tiempo el caso de los temas de seguridad
pública, en donde 67 por ciento considera que los resultados son malos o muy
malos, frente a un apoyo de 21 por ciento.
Pero, en el último mes, la variación más visible
correspondió a la economía, ámbito en el que el porcentaje de cuestionamiento
a las políticas actuales pasó de 44 a 50 por ciento frente a solo 35 por
ciento de respaldo.
Obviamente, la inflación es uno de los factores
que seguramente está pesando en la opinión ciudadana para desaprobar las
políticas en materia económica.
Y paradójicamente es uno de los aspectos que menos tiene que
ver la acción presidencial.
Sin embargo, la gente de a pie piensa que el resultado
económico, negativo o positivo, corresponde al presidente López Obrador.
Como ha ocurrido en otros momentos, ese deterioro en la
aprobación de las políticas públicas no impactó en la aprobación
presidencial.
Sé que la discusión tiene ya mucho tiempo y se han
presentado múltiples hipótesis que explican esa diferencia.
El presidente representa algo diferente a los
resultados de las acciones de su gobierno.
Sin embargo, ante la perspectiva de que se complique el
panorama económico y de que no haya arreglo en materia de seguridad, la
pregunta pertinente es si la popularidad presidencial ya salvó todos los
obstáculos posibles o sigue sujeta a las acciones de su gobierno y sus
resultados.
Creo que eso aún está por verse.
Si, por ejemplo, la inflación no cede en las siguientes
semanas o si episodios criminales de alto impacto, como el asesinato de los
jesuitas en Chihuahua, continuaran ocurriendo, quizás el deterioro en las
mediciones de estos factores implicara todavía un mayor descenso en las
calificaciones respecto a las políticas asumidas.
Aunque todo puede ser posible, no veo manera de que
resultados muy malos en el gobierno de López Obrador y sus políticas no
repercutan en la popularidad presidencial, y sobre todo en los resultados de
2024.
Algunos de los morenistas piensan que más allá de que el
presidente no esté explícitamente en la boleta, va a estar implícitamente.
Y eso va a garantizar un resultado favorable.
No lo creo.
El electorado mexicano a veces es elemental. Pero no se le
puede engañar una y otra vez.
La continuidad de la cuarta transformación depende de los
resultados y de lo que la gente vea en ‘la tienda de enfrente’, de lo cual
hablaremos en un próximo comentario.
A mi parecer, y obviamente me puedo equivocar, no hay
manera de que la popularidad del presidente López Obrador resista un
cierre sexenal en el que hubiera un desastre económico y de seguridad.
El gobierno apuesta a que no será así. Pero, el entorno
económico y el social son hoy muy inciertos y no sabemos cuál será el futuro.
Creo que incluso el presidente López Obrador sabe que
el ambiente es complejo y que hay que ser muy astutos respecto a la forma
de operar el proceso sucesorio.
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