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lunes, 29 de noviembre de 2021

Cómo era la vida íntima en el México de Porfirio Díaz

 





En aquellos tiempos las mujeres que se dedicaban ofrecer servicios de intimidad eran señaladas y juzgadas por la sociedad

Durante el gobierno de Porfirio Díaz Mori, que duró 31 años, las relaciones de monogamia eran predominantes. Al igual que en diferentes periodos históricos de México, la prostitución, la homosexualidad y los adulterios eran castigados.

Los varones de esa época se basaron en los principios del Porfiriato con aires de modernización, crecimiento de la economía, de ahí derivaron nuevas formas de “ser hombres” con una visión conservadora, los sujetos masculinos con condiciones de poder situaron a las mujeres lejos de la administración, también predominaron en las relaciones de parejas pues ellos pusieron los parámetros para las mujeres; debían ser muy cuidadosos a la hora de demostrar sus sentimientos.

En relación de poder que hubo entre hombres y mujeres, el cuerpo femenino era visto como objeto de deseo, de placer. Pero las mujeres siempre debían ser recatadas, más si si trataba de las clases sociales altas, tenían la idea de que la mujer debía llegar virgen al matrimonio; el casamiento de ellas era para generar vínculos que les permitieran perpetuar su estatus social. Los varones de los sectores distinguidos de la sociedad debían cuidar el honor de sus esposas y hermanas, también debían reafirmar su hombría en las relaciones amorosas.

En cambios para las personas de clases sociales bajas, el no estar unidos en matrimonio era más común ya que no tenían una fortuna que cuidar o heredar. En algunos registros históricos del Canal 22 explican que para las mujeres de escasos recursos era más fácil el adulterio, porque tenían menos restricciones y más facilidades para los encuentros románticos, como cuando iban a realizar algún mandado.

La forma en que concebían la imagen de una mujer buena es que fuera recatada, modesta, tranquila, callada, fiel y que no opinara en los ámbitos relevantes que sólo estaban gobernados por hombres, lo mismo ocurría en las relaciones de parejas. Cuando alguien del género femenino era descubierta siendo infiel, la juzgaban y la señalaban, además de recibir castigos, sin embargo, cuando un hombre cometía adulterio, no se hablaba en público ni mucho menos le atribuían adjetivos despectivos como a la mujer, sino que pensaban que ella cometía un doble pecado por seducirlo y por engañar a su esposo.

De acuerdo con Emily Chávez, quien realizó una investigación sobre el Porfiriato para un proyecto de la UNAM, además de todas las exigencias que tenían las mujeres de esa época en los ámbitos privados y con sus esposos, también debían confirmar “la individualidad del sujeto masculino, sus órganos sexuales, y su papel en la reproducción y lactancia, la acercan a la naturaleza y conforman una psique dominada por la sensibilidad, las emociones y la moralidad”.

Durante el Porfiriato las relaciones de quienes tomaban decisiones en el país eran determinadas por intereses, se unían en pareja de acuerdo a sus funciones, aptitudes y el lugar que ocupaba cada quien en la esfera pública.

Las galantes

En ese tiempo también existió la prostitución, las mujeres que se dedicaron a ese oficio les llamaban despectivamente “alegres, infelices, galantes, libertinas, meretrices, desdichadas y perdidas”, en la sociedad no eran bien vistas

Un caso es el de María Villa, mejor conocida como “la Chiquita”, ella nació en una familia de escasos recursos, en Jalisco que en ese tiempo también tenía la fama de ser un lugar donde se encontraban mujeres de la vida galante.

Su condición económica y el provenir de una familia campesina dominada por la violencia de parte de sus padres y hermanos, causaron que partiera de su casa a buscar opciones laborales fuera de su lugar de nacimiento. En Guadalajara fue empleada doméstica y desde ahí también comenzó a ofrecer servicios sexuales, socialmente no era aceptada y le llamaban pérdida.

 

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