En aquellos tiempos las mujeres que se dedicaban ofrecer servicios de intimidad eran señaladas y juzgadas por la sociedad
Durante el gobierno de Porfirio Díaz Mori, que
duró 31 años, las relaciones de monogamia eran predominantes. Al igual que en diferentes
periodos históricos de México, la prostitución, la homosexualidad y
los adulterios eran castigados.
Los varones de esa época se basaron en los principios del
Porfiriato con aires de modernización, crecimiento de la economía, de ahí
derivaron nuevas formas de “ser hombres” con una visión conservadora,
los sujetos masculinos con condiciones de poder situaron a las mujeres lejos de
la administración, también predominaron en las relaciones de parejas pues ellos
pusieron los parámetros para las mujeres; debían ser muy cuidadosos a la hora
de demostrar sus sentimientos.
En relación de poder que hubo entre hombres y mujeres,
el cuerpo femenino era visto como objeto de deseo, de placer. Pero
las mujeres siempre debían ser recatadas, más si si trataba de las clases
sociales altas, tenían la idea de que la mujer debía llegar virgen al
matrimonio; el casamiento de ellas era para generar vínculos que les
permitieran perpetuar su estatus social. Los varones de los sectores
distinguidos de la sociedad debían cuidar el honor de sus esposas y hermanas,
también debían reafirmar su hombría en las relaciones amorosas.
En cambios para las personas de clases sociales bajas, el no
estar unidos en matrimonio era más común ya que no tenían una fortuna que
cuidar o heredar. En algunos registros históricos del Canal 22 explican que
para las mujeres de escasos recursos era más fácil el adulterio, porque tenían
menos restricciones y más facilidades para los encuentros románticos, como
cuando iban a realizar algún mandado.
La forma en que concebían la imagen de una mujer buena es
que fuera recatada, modesta, tranquila, callada, fiel y que no opinara en los ámbitos
relevantes que sólo estaban gobernados por hombres, lo mismo ocurría en
las relaciones de parejas. Cuando alguien del género femenino era descubierta
siendo infiel, la juzgaban y la señalaban, además de recibir castigos, sin
embargo, cuando un hombre cometía adulterio, no se hablaba en público ni mucho
menos le atribuían adjetivos despectivos como a la mujer, sino que
pensaban que ella cometía un doble pecado por seducirlo y por engañar a su esposo.
De acuerdo con Emily Chávez, quien realizó una investigación
sobre el Porfiriato para un proyecto de la UNAM, además de todas las exigencias
que tenían las mujeres de esa época en los ámbitos privados y con sus esposos,
también debían confirmar “la individualidad del sujeto masculino, sus
órganos sexuales, y su papel en la reproducción y lactancia, la acercan a la
naturaleza y conforman una psique dominada por la sensibilidad, las emociones y
la moralidad”.
Durante el Porfiriato las relaciones de quienes
tomaban decisiones en el país eran determinadas por intereses, se unían en
pareja de acuerdo a sus funciones, aptitudes y el lugar que ocupaba cada quien
en la esfera pública.
Las galantes
En ese tiempo también existió la prostitución, las mujeres
que se dedicaron a ese oficio les llamaban despectivamente “alegres,
infelices, galantes, libertinas, meretrices, desdichadas y perdidas”, en la
sociedad no eran bien vistas
Un caso es el de María Villa, mejor conocida como “la
Chiquita”, ella nació en una familia de escasos recursos, en Jalisco que en ese
tiempo también tenía la fama de ser un lugar donde se encontraban mujeres de la
vida galante.
Su condición económica y el provenir de una familia
campesina dominada por la violencia de parte de sus padres y
hermanos, causaron que partiera de su casa a buscar opciones laborales fuera de
su lugar de nacimiento. En Guadalajara fue empleada doméstica y desde ahí
también comenzó a ofrecer servicios sexuales, socialmente no era aceptada y le
llamaban pérdida.
No hay comentarios :
Publicar un comentario