Casi 23% de la población de 18 a 39 años no tiene cobertura médica; el impacto de un repunte de covid-19 se suma a la falta de empleo y seguridad social
La tercera ola de covid-19, reconocida por las autoridades
de Salud, ha impactado en mayor medida a las personas de 18 a 39 años. Este
grupo poblacional no sólo enfrenta mayor número de contagios actualmente, sino
que, en muchos casos, tiene que hacerlo con recursos limitados, debido a la
falta de ingresos y servicios de salud.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de
la Política de Desarrollo Social (Coneval), 22.9% de la población joven no
tiene acceso a servicios de salud. Ello convierte un contagio de coronavirus en
todo un reto económico, debido a que es de los sectores más afectados por el
cierre de empresas o ajustes en el interior de éstas para enfrentar la crisis
económica causada por la pandemia.
Ante ello, el acceso a la seguridad social debe garantizarse
como una estrategia de salud, considera Verónica Montes de Oca, investigadora
de la UNAM.
Tercera ola golpea a jóvenes en seguridad médica
El sector de entre 18 y 39 años, además de enfermar de
covid-19 vive con carencia de acceso a servicios de salud, aunado a la pérdida
de ingresos por la crisis sanitaria; ante el alza de contagios, la población
también tiene un panorama difícil económicamente.
Además de ser los más afectados por la tercera ola de
covid-19 que repunta en México, los jóvenes de 18 a 39 años deben enfrentar la
enfermedad, en muchos casos, sin empleo o seguridad social.
El Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
2020 del Coneval, presentado en febrero, destaca que en 2018, 67.2% de jóvenes
no tenía acceso a la seguridad social, es decir, a una afore o subsistencia
ante eventualidades, presentando una brecha de aproximadamente 10 puntos
porcentuales con respecto a la población adulta.
El informe indica que 22.9% de ellos presentó carencia de
acceso a servicios de salud como al IMSS, ISSSTE o Insabi, lo cual, aunado a la
pérdida de ingresos por el confinamiento podría agravar la situación de pobreza
de los jóvenes, al ser de los sectores más afectados por el cierre de empresas
o ajustes en el interior de éstas para enfrentar la crisis económica.
Esto significa que, si este sector no puede acceder a
servicios de salud o incluso a un seguro de gastos médicos mayores por falta de
empleo, o a pesar de tener un trabajo fijo no tienen seguridad social, les será
difícil afrontar económicamente enfermarse de covid-19.
De acuerdo con la actualización de la Encovid-19, reportada
el pasado 15 de junio, el gasto para pagar medicamentos, atención médica,
oxígeno u otros insumos para atender a los enfermos de coronavirus representó
un desembolso importante ya que, 45% gastó entre mil y 10 mil pesos; 36% gastó
más de 10 mil pesos; 14% gastó menos de mil pesos; y sólo 5% de los hogares no
tuvo gasto alguno.
Panorama actual
Un dato que ilustra la tercera ola de covid-19 en México es
que, en los primeros 10 días de julio se registraron 55% más contagios a nivel
nacional, en comparación con los 10 días inmediatos anteriores.
Datos de la Secretaría de Salud, del 1 al 10 de julio
sumaron 67 mil 452 casos, un promedio de 6 mil 745 al día, incluyendo los tres
días consecutivos en los cuales se registraron más de 9 mil contagios; un pico
no visto desde febrero pasado.
Del 20 al 30 de junio, se registraron 43 mil 564 contagios,
para un promedio de 4 mil 365 diarios.
Por lo anterior, es tan importante la seguridad social como la
estrategia de salud y empleo digno “porque en cualquier momento podríamos estar
nuevamente en una situación como la crisis sanitaria y la población debe tener
atención inmediata”, indica la investigadora Verónica Montes de Oca Zavala, de
la UNAM, en el marco del Día Mundial de la Población que se celebra el 11 de
julio.
En este contexto, reitera la importancia de reformular cómo
cuidar la salud desde etapas tempranas, luego de la pandemia que se ha
prolongado por más de un año.
“Hoy tenemos mayor conciencia de llevar una vida saludable,
de fortalecer el sistema inmunológico y demás condiciones que no se dan de
manera automática, sino a través de políticas públicas, sociales, educativas y
culturales integradas, que permitan velar por el bienestar de la gente”,
considera la especialista.
Cabe destacar que al inicio de la pandemia y durante la
segunda oleada, los jóvenes no eran la principal población con afectaciones
severas por covid-19.
Sin embargo, el avance del semáforo epidemiológico verde y
amarillo en el país, el avance gradual en el proceso de vacunación, la
reapertura económica y la disminución de restricciones en la movilidad, ha
demostrado que este sector se ubica en un momento vulnerable.
El pasado 7 de julio, el subsecretario de Prevención y
Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell en reunión virtual con titulares de
gobiernos estatales, organizada por la Secretaría de Gobernación aseguró que,
entre el 1 de enero y el 16 de junio, los casos graves de hospitalización disminuyeron
de 25% a 14% en personas mayores entre 60 y 69 años. En contraste, la
proporción subió de 7% a 17%, de 30 a 39 años.
El subsecretario aceptó que el país se encuentra en una
tercera ola por esta enfermedad.
Admitió que en este repunte se modificó el desplazamiento de
edad de las personas afectadas por el virus, lo que no significa que se volvió
más agresiva en los jóvenes, sino que la virulencia se redujo en adultos
mayores, debido a que cuentan con el esquema completo de vacunación.
Destacó que aunque la inmunización surte efectos, las
acciones inmediatas día con día son fundamentales para reducir los casos graves
y sobre todo los decesos.
Covid-19 llegó a su vida y a sus bolsillos
Lía Aguirre y Paola González, ambas de 29 años, padecieron
covid en los meses más álgidos por contagios. La pandemia pegó a su salud, pero
también al bolsillo de su familia, a pesar de tener empleo, éste no les proveía
de seguridad social.
Paola enfermó los primeros días de octubre de 2020, entre la
incertidumbre de la enfermedad y del gasto que enfrentaría, sobrellevó al covid
aislada en un cuarto de su casa.
Pese a que lleva 9 años trabajando, no ha tenido la fortuna
de cotizar para el seguro social y frente a este panorama sólo recibió el apoyo
de su familia para solventar los gastos.
Solo requirió tratamiento y reposo, el covid no le presentó
complicaciones, pero aun así, desembolsó más de 10 mil pesos, entre pruebas
para detectar el virus, medicamentos, tomografías de tórax y un concentrador de
oxígeno.
Luego de dos meses en casa, regresó a trabajar y a seguir
los cuidados para no volver a contagiarse, porque a pesar de contar con los
anticuerpos que la enfermedad deja, la posibilidad sigue latente.
Para Lía, la situación fue diferente, padeció covid-19 a
finales de diciembre, cuando inició la segunda ola y la ocupación hospitalaria
era alta.
No sólo eso, meses atrás perdió su seguridad social tras la
crisis económica del confinamiento. Aunque parecía que la edad y no padecer
comorbilidades serían una ventaja para no agravar por la enfermedad, el virus
afectó más su organismo que requirió ser atendida de emergencia en un hospital
privado. En esa recaída permaneció menos de 24 horas y desembolsó más de 17 mil
pesos para análisis de sangre, pruebas covid, de laboratorio y medicinar, sin
contar los honorarios del médico.
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