El 25 y 26 de abril de 1986 se produjo el peor
accidente nuclear de la historia en lo que es hoy el norte de Ucrania, con
la explosión y el incendio de un reactor en una planta de energía nuclear.
El incidente, que fue guardado como un secreto, fue un momento decisivo tanto
para la Guerra Fría como para la historia de la energía nuclear. Más de treinta
años después, los científicos estiman que el área que rodea la antigua central
no será habitable hasta dentro de 20.000 años.
El desastre ocurrió cerca de la ciudad de Chernóbil en la ex
URSS, que invirtió mucho en energía nuclear después de la Segunda Guerra
Mundial. En 1977, los científicos soviéticos comenzaron a instalar cuatro
reactores nucleares RBMK en la central de energía nuclear, que se encuentra
justo al sur de la actual frontera entre Ucrania y Bielorrusia.
El 25 de abril de 1986, se programó un mantenimiento de
rutina del cuarto reactor de la estación de energía nuclear V.I. Lenin, y los
trabajadores planearon usar el tiempo de inactividad para probar si el reactor
podía enfriarse si la central perdía el suministro eléctrico. Sin embargo,
durante esta prueba, los trabajadores infringieron protocolos de seguridad y
aumentó la potencia dentro de la central. A pesar de los intentos de apagar el
reactor por completo, otro aumento de potencia causó una reacción en cadena de
explosiones en su interior.
Finalmente, el núcleo del reactor se expuso y arrojó
material radioactivo hacia la atmósfera.
Los bomberos intentaron apagar una serie de llamaradas en la
central, y eventualmente, los helicópteros arrojaron arena y otros materiales
en un intento de sofocar el incendio y contener la contaminación. A pesar de la
muerte de dos personas en las explosiones, la hospitalización de trabajadores y
bomberos, y el peligro de lluvia nuclear y fuego, no hubo evacuados en las
zonas circundantes (ni siquiera en la ciudad cercana de Prípiat, que fue
construida en la década de los 70 para alojar a los trabajadores de la central)
hasta 36 horas después del comienzo del desastre.
Más de treinta años después, los científicos estiman que el
área que rodea la antigua central de Chernóbil no será habitable hasta dentro
de 20.000 años. Show: One Strange Rock
Se consideró que la divulgación del accidente nuclear fue un
riesgo político importante, pero para entonces ya era demasiado tarde: el
colapso ya había propagado la radiación hasta Suecia, en donde las autoridades
de otra central nuclear comenzaron a preguntarse qué ocurría en la URSS. Luego de
haberlo negado, el 28 de abril, los soviéticos anunciaron brevemente el
accidente.
El mundo se dio cuenta enseguida de que estaba presenciando
un evento histórico. Hasta el 30 por ciento de las 190 toneladas métricas de
uranio de Chernóbil se encontraba ahora en la atmósfera, y la URSS finalmente
evacuó a 335.000 personas, y fijó una “zona de exclusión” de 30 kilómetros
alrededor del reactor.
En principio, hubo 28 muertos tras el accidente, mientras
que más de 100 resultaron heridos. El Comité Científico de las Naciones Unidas
para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas ha informado que más
de 6000 niños y adolescentes desarrollaron cáncer de tiroides tras la
exposición a la radiación por el incidente; sin embargo, algunos expertos han
cuestionado esta afirmación.
Los investigadores internacionales creen que, en última
instancia, aproximadamente 4000 personas que fueron expuestas a altos niveles
de radiación podrían sucumbir a tipos de cáncer relacionados con la radiación;
mientras que aproximadamente 5000 personas que fueron expuestas a niveles más
bajos de radiación podrían correr la misma suerte. Sin embargo, las
consecuencias totales del accidente, que incluyen los efectos en la salud
mental e incluso en las generaciones siguientes, siguen siendo un tema de
debate y de investigación.
Hoy en día, los restos del reactor se encuentran dentro de
una enorme estructura de contención de acero, instalada a fines de 2016. Los
esfuerzos de contención y la supervisión continúan y se cree que la limpieza
seguirá teniendo lugar hasta 2065.
Los efectos a largo plazo
También se sigue investigando activamente los efectos del desastre
en el bosque circundante y en la fauna. Como consecuencia inmediata del
accidente, una zona de aproximadamente diez metros cuadrados se hizo conocida
como el “Bosque Rojo”, porque muchos de sus árboles cambiaron a un color marrón
rojizo y murieron tras haber absorbido altos niveles de radiación.
Hoy en día, la zona de exclusión se encuentra
misteriosamente en silencio, pero llena de vida. A pesar de que muchos árboles
han vuelto a crecer, en los últimos años, los científicos hallaron pruebas de
altos niveles de cataratas y albinismo y niveles inferiores de bacterias
beneficiosas, entre algunas especies de la zona. Sin embargo, debido a la
exclusión de la actividad humana alrededor de la central de energía cerrada, el
número de algunas especies, como los linces y los alces, ha aumentado. En 2015,
los científicos estimaban que, gracias a la ausencia de seres humanos, había
siete veces más lobos en la zona de exclusión que en reservas cercanas.
El desastre de Chernóbil tuvo otra repercusión: el daño económico
y político aceleró el fin de la URSS e impulsó un movimiento mundial
antinuclear. Se estima que el desastre ha costado unos 235 mil millones de
dólares en daños. La actual Bielorrusia perdió aproximadamente un quinto de su
terreno agrícola debido a que el accidente contaminó el 23 por ciento de su
territorio. En el apogeo de los esfuerzos para responder al desastre, en 1991,
Bielorrusia gastó el 22 por ciento de su presupuesto total para afrontar
Chernóbil.
Chernóbil hoy es un atractivo turístico para aquellos que
están intrigados por sus historia y su peligro. Pero, aunque Chernóbil
simboliza la posible devastación de la energía nuclear, Rusia nunca dejó atrás
su legado (ni su tecnología). En 2019, aún quedan 11 reactores operativos RBMK
en Rusia.
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