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jueves, 12 de noviembre de 2020

Luis Videgaray, ¿traidor a la patria o un ambicioso vulgar?

 

 


 

Alfonso Zárate

 

Desde la campaña presidencial de Peña Nieto, Videgaray se convirtió en el poder tras el trono

 

Luis Videgaray, alumno predilecto de Pedro Aspe, se vinculó a la cofradía mexiquense en los días en que gobernaba Arturo Montiel, un político insaciable que, en sus delirios, creyó que podía comprar la Presidencia de la República. Desde entonces Videgaray conoció a Enrique Peña Nieto, uno de los golden boys de Montiel y no se le despegó nunca.

 

Es muy probable que la relación de Peña con Videgaray se fincara en la seducción que Videgaray ejerció sobre el mexiquense, porque era todo lo que Peña no era: tenía finas maneras, elocuencia, dominio del inglés y un doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Desde la campaña presidencial, Videgaray se convirtió en el poder tras el trono.

 

La llegada de José Antonio Meade y la de muchos otros egresados del Instituto Tecnológico de México (ITAM), a posiciones clave en el gobierno de Peña, se debió al influjo de Videgaray: Alejandro Díaz de León, gobernador del Banco de México; Virgilio Andrade, secretario de la Función Pública; Fernando Aportela, subsecretario de Hacienda; Julio Alfonso Santaella, presidente del INEGI; Jaime González Aguadé, presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores; y Miguel Messmacher, subsecretario de Ingresos de Hacienda, entre otros.

 

Arrogante y narcisista, aprovechó para su beneficio personal y el de sus cercanos, el enorme poder depositado en sus manos. Su presuntuosa casa de descanso en Malinalco fue adquirida al Grupo Higa de Juan Armando Hinojosa, un conglomerado que creció y diversificó sus negocios al amparo de Peña y Videgaray.

 

Sus reconocimientos en el exterior —en Londres, la revista The Banker lo reconoció como “Secretario de Finanzas” 2014— no ocultaron sus graves errores: la devaluación del peso, el crecimiento de la deuda externa, el gasto ineficaz y descontrolado, la ausencia de crecimiento económico, en tanto el empleo se precarizaba y aumentaba el número de mexicanos en pobreza.

 

Decisiones como la invitación al candidato Donald Trump a la residencia presidencial y darle trato de jefe de Estado, y su manejo poco institucional en su relación con el gobierno estadounidense, por su cercanía con Jared Kushner, yerno de Trump, forman parte de la historia de Videgaray.

 

Lozoya dice que era Videgaray quien ordenaba la distribución de las “propinas” de Odebrecht. Sin duda, Videgaray puede ser acusado de muchos delitos (cohecho, peculado, asociación delictuosa, enriquecimiento ilícito y operaciones con recursos de procedencia ilícita, entre otros), sin embargo, el de “traición a la patria” parece un despropósito.

 

¿Es Videgaray un traidor a la patria? La traición a la patria implica la realización de actos contra la independencia, soberanía e integridad de la nación mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero. La acusación sacude y genera increíbles especulaciones, pero creo que es un exceso calificar como traidor a la patria a quien es, meramente —para usar las palabras del presidente— un ambicioso vulgar.

 

 

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