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viernes, 14 de junio de 2019

La nueva ‘disputa por la Nación’



Enrique Quintana

El lector de este espacio sabe que desde hace años hemos planteado que la única manera de generar un mayor crecimiento económico es a través de una mayor inversión.

No hay sucedáneos, ni atajos, ni “otras cifras”. Es casi como la ley de la gravedad.

Regreso a datos ya conocidos que sirven como ayuda de memoria y recurso de contraste.

Entre 1980 y 1990, periodo que algunos llamaron 'la década perdida' en América Latina, el crecimiento del PIB en México fue de 1.8 por ciento anual.

Pero en términos del PIB por persona, tuvimos una caída de -4.1 por ciento en el periodo, que implica un retroceso de -0.4 por ciento anual.

En la década de 1990 al 2000, el crecimiento promedio de la economía fue de 3.4 por ciento anual. Se trata del mejor desempeño de la era contemporánea y tiene que ver fundamentalmente con los efectos del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.

Y el PIB por persona tuvo también su mejor resultado, al crecer a un ritmo de 1.9 por ciento al año… que ahora vemos lejanísimo.

En los sexenios de la alternancia, entre 2000 y 2010, otra vez se debilitó la economía y el resultado fue un crecimiento del PIB de 1.4 por ciento al año en promedio, y del PIB per cápita fue casi inexistente, de 0.2 por ciento al año en promedio.

Y, de 2010 a 2018, aunque las cosas mejoraron un poco, no tuvieron ninguna diferencia sustancial. La tasa promedio del PIB fue de 2.7 por ciento anual y la del PIB per cápita fue de 1.6 por ciento.

En conjunto, de 1980 al 2018 el PIB creció a una tasa media de 2.3 por ciento anual y el PIB por persona creció a una muy pobre tasa media de 0.8 por ciento.

Hemos tenido en todos estos años algunos lapsos positivos, pero dominados por periodos de bajo crecimiento y de vez en vez, profundas crisis.

El modo de crecer más no es con la voluntad. Es muy sencillo. Se trata simplemente de invertir más.

Hasta ahora el gobierno actual no lo está haciendo. La única forma de hacerlo es mediante una mayor inversión del sector privado.

Ayer, el Consejo Mexicano de Negocios comprometió inversiones por 32 mil millones de dólares. En 2018, la cifra que se puso sobre la mesa fue de 31 mil millones, así que el crecimiento fue de 3.2 por ciento.

No está mal, pero ni lejanamente corresponde a lo que requeriría México para crecer más.

En múltiples ocasiones se ha insistido en la importancia de que haya inversión privada. Y, pocos días después, se toman medidas que claramente la desincentivan o incluso la combaten. Mientras, la CNH canceló una posible asociación de Pemex.

Cada vez es más claro para quienes vemos las cosas desde lejos que se trata de una real “disputa por la Nación”, la singularidad es que ahora la contienda es adentro del gobierno de AMLO.

Es en el seno del equipo cercano a López Obrador donde están quienes quisieran sacar al sector privado de todos los proyectos y de todas las propuestas. Incluso, suponen que sería mejor sufrir los estragos de la crisis, antes que permitir que la inversión privada sea más relevante.

Pero allí mismo están quienes entienden que, sin inversión privada, solo es cuestión de tiempo para que estalle una crisis y la cuarta transformación haga agua por muchos lugares.

Al final de cuentas, el tema es lo que piense AMLO.

Puede dominar su visión ideológica, aunque hunda al país, o su olfato pragmático que, aunque no guste, eventualmente permita que México crezca a tasas más elevadas.

Día con día vemos esa contienda.

El futuro del país depende del resultado final

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