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domingo, 20 de enero de 2019

Zopilote Rey, proyecto de arte y literatura para incentivar y reflexionar




De acuerdo con sus creadores este proyecto nació como una reunión de amigos en torno a “temas microscópicos, en el sentido en que son temas que no resultan tendencia o que no están de moda, pero que nos parecen esenciales, íntimos e importantes para la historia de la cultura”.
Ciudad de México, 20 de enero (SinEmbargo).- La revista Zopilote Rey es una iniciativa originaria en Oaxaca que busca propiciar e incentivar la creación literaria, la reflexión y la crítica al arte además de ser un espacio para escritores.

“Zopilote Rey es una revista de arte y literatura con sede en Oaxaca, que pretende generar conversaciones entre escritores, artistas visuales y lectores”, explicaron los editores Guillermo Santos y Karina Sosa a Magazine.

De acuerdo con sus creadores este proyecto nació como una reunión de amigos en torno a “temas microscópicos, en el sentido en que son temas que no resultan tendencia o que no están de moda, pero que nos parecen esenciales, íntimos e importantes para la historia de la cultura”.

Su primer número está dedicado a la jardinería botánica debido que para Santos y Sosa es un ejercicio vital; además de la poco importancia que se da a los espacios verdes como jardines o parques por lo que es importante reflexionar acerca de la devastación ecológica que provocamos como civilización.

“En cierto modo la literatura y el arte son una alegoría de la naturaleza; intentan emular la armonía de la vida vegetal. Quizás por ello nos pareció una manera de comenzar. Por cierto, que el tema fue propuesto por Javier García Galiano y nos pareció inmejorable. Así que nos dimos a la tarea de buscar imágenes de la historia de la botánica, como las de Martius sobre las palmas sudamericanas, las escenas microscópicas de Robert Hooke (el primero que fotografió una pulga) o las cianotipias de Anna Atkins”, explicaron.

Los colaboradores de Zopilote Rey se buscan dependiendo el tema que vaya a tratar el número. “En el caso del primer número, subdividimos el dossier en arquitectura, filosofía, literatura, artes, cocina, cine, etc., y a partir de ahí, hablando con nuestros amigos y maestros como Guillermo Fadanelli o Pablo Soler Frost, empezamos a hacer un posible mapa, a rastrear creadores o buscar imágenes. Claro, eso es sólo para la parte de dossier, porque nuestra revista tiene ficción, poesía y ensayo de tema libre, además de dibujos de artistas jóvenes”.

A los editores de esta publicación les interesa mucho la revista como objeto por lo que cuidan y buscan una armonía en la edición, imágenes y texto que despierte una reflexión a quien la lea. El diseño de Zopilote Rey estuvo a cargo de Alex Alarzón, mientras que relaciones públicas están a cargo de Frida Castañeda.

Respecto a los espacios que nuestro país ofrece para la literatura Guillermo y Karina comentaron que a pesar de que estos existen son insuficientes.

“En Oaxaca han surgido ciertos espacios que han fomentado la lectura y la creación de revistas, además de que es un Estado que ha formado a artistas visuales interesantes. Sin embargo, el ámbito de la escritura y la crítica parecen ser cuestiones marginales: el imperio de las imágenes parece ser lo importante, dejando las ideas en lugares apartados, es algo que parece ocurrir a nivel global. Por eso son importantes las revistas, porque pueden provocar, como los libros, emociones más duraderas”.

Para conseguir un número de Zopilote Rey en Oaxaca se puede acudir al Museo de Filatelia, IAGO, o el Centro de las Artes de San Agustín. En la Ciudad de México se puede encontrar en la librería “La Murciélaga”, ubicada en Cuauhtémoc 838, Narvarte. M. Eugenia; o hacer un pedido vía su página de Facebook.


Si quieres formar parte de su segundo número próximamente lanzaran a través de las redes sociales de la revista una convocatoria para participar. “Nos interesa que autores jóvenes participen, sobre todo aquellos que no han sido publicados pero que quizá valen la pena”, dijeron.

A continuación te compartimos un texto que forma parte de la primera publicación de Zopilote Rey:

LA FILOSOFÍA Y EL JARDÍN

La filosofía y el jardín son territorios contiguos y no es casualidad que el espacio inicial del diálogo y la convivencia filosófica haya sido el jardín. Con los griegos, este híbrido entre naturaleza y civilización que es el jardín se convirtió en la sede de la reflexión sobre la vida y el lenguaje. Si bien desde Sócrates, pasando por la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles, la filosofía se practica al aire libre, en movimiento y diálogo continuo y mezclada con los sonidos de la naturaleza, con Epicuro (341-270 a.c.), un pequeño jardín privado (más bien un huerto) se convierte en el hogar de la filosofía. La filosofía del jardín de Epicuro se caracteriza no tanto por su orientación hacia los grandes sistemas como por su tendencia vitalista que tiende a reconciliar al individuo con la naturaleza y a indagar en los temas de la ausencia de temor y sufrimiento y de la búsqueda de la felicidad y de la vida buena. “Porque el Jardín no pretendía ser —como señala Carlos García Gual—, a diferencia de la Academia y el Liceo, un centro de atracción intelectual, un escuela de educación superior, donde se estimulaba la educación para destacar en el gran mundo, la orientación política y la investigación científica, junto a una formación moral dogmática. Era, ante todo, un retiro para la vida en común y la meditación amistosa de unas personas dedicadas a filosofar, un tanto desengañadas respecto a la repercusión mundana de las enseñanzas de la auténtica filosofía”.

Después de una enseñanza itinerante en diversas ciudades de la costa de Asia Menor, Epicuro a la edad de 35 años se instala con su familia y un grupo de discípulos en una casa en Atenas, que cuenta con un pequeño jardín, el cual se vuelve característico de la doctrina y la personalidad del filósofo. El jardín es un espacio de retiro y ascetismo; es, también, un modelo de proporción y simetría y, sobre todo, funciona como una suerte de refugio en una época en la que la ciudad emblemática de la cultura griega es asolada por los enfrentamientos, la incertidumbre y la quiebra de valores. En la escuela del jardín se admite a todo tipo de discípulos y se establece un modelo de convivencia. Sólo unos cuantos fragmentos de la enseñanza de Epicuro se conservan y su pensamiento apenas se puede reconstruir a través de esbozos y sugerencias; sin embargo, su figura resulta ejemplar y cercana. Confundido entre las numerosas escuelas que conviven en ese periodo, los fragmentos de Epicuro resaltan por su jovialidad y pragmatismo. El rústico Epicuro busca educar, en su comunidad del jardín, a seres justos y dichosos. Para Epicuro la filosofía es una medicina que preserva la salud del alma, mediante la identificación y, posteriormente, la búsqueda de la felicidad. Por eso, Epicuro exalta una racionalidad que tiene que ver más con la prudencia que con las grandes construcciones intelectuales. Las máximas de Epicuro son sencillas: no temer a la muerte; asumir la indiferencia de los dioses; discernir adecuadamente entre los diversos placeres; disminuir la necesidad y cultivar la amistad como un arte.

El primer precepto de Epicuro es eliminar, por absurdo, el temor a la muerte, pues “todo bien y todo mal residen en la sensación y la muerte es privación de los sentidos”. La conformidad con el movimiento natural de la vida y la muerte es un rasgo fundamental del hombre sabio. También debe entender la indiferencia de los dioses, quienes absorbidos por su propia felicidad y perfección son ajenos a los asuntos humanos, por lo que los bienes y males no provienen de lo divino y mucho de lo que ocurre al individuo depende de sus propias elecciones. Por eso, si bien el hombre no es dueño de su futuro sí puede influir razonablemente en su destino y en el rumbo de su vida. En este sentido, es importante determinar qué se quiere y discriminar entre diversos tipos de deseos. Epicuro propone un discernimiento práctico: entre los deseos habrá que elegir la satisfacción de aquellos que procuren la salud del cuerpo y la serenidad del alma. Así, se soslayan muchos placeres que pueden acarrear dolor con posterioridad o, bien, se admiten muchos dolores que a la larga pueden acarrear mayor placer. Otro rasgo de la felicidad es la autosuficiencia, que nace de acostumbrarse a la moderación para gozar mayormente la abundancia y no hacerse dependiente de los cambios del azar. El cultivo de la amistad proporciona múltiples beneficios (la concordia, la seguridad que presta el saberse estimado, la posibilidad de compartir dichas y penas) y, a través de la amistad sincera, que acepta al individuo por sus cualidades intrínsecas no por sus logros, es posible desplegar la mayor libertad en la asociación. En fin, el equilibrio emocional, la ausencia de sufrimiento, el incremento de la capacidad de goce y la libertad surgida de la autosuficiencia constituyen las principales aspiraciones de esta filosofía sonriente. Así, en los bellos y escasos fragmentos de Epicuro es posible reconstruir una perspectiva deliciosamente sencilla de la condición humana que revalida el sentido común y que exalta la dignidad de una existencia ordinaria y virtuosa.

Esta filosofía de la vida se encuentra profundamente ligada a la concepción del jardín de la época: un espacio que recuerda al hombre el temperamento de la naturaleza, que lo reconcilia con la frugalidad y le recuerda los prodigios cotidianos de la existencia.

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