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viernes, 30 de noviembre de 2018

AMLO, el presidente que asumió el poder antes de la investidura

Estas son las tres etapas en las que se divide la estrategia de comunicación de Andrés Manuel López Obrador desde que ganó las elecciones el 1 de julio pasado.


Desde las elecciones de 1 de julio, Andrés Manuel López Obrador no ha dejado de dominar la agenda pública, tanto que terminó por opacar las actividades del todavía presidente Enrique Peña Nieto. Esta capacidad de poner en la mesa un tema diferente cada día, generar polémica con sus decisiones y polarizar a la opinión pública, más allá de posicionarlo en la mente de los ciudadanos, le está generando un desgaste en su estrategia de comunicación política, aseguran especialistas consultados.

Sergio Torres, director de la agencia especializada en estrategia electoral y comunicación política Politiks360, explica que la inusual forma en la que López Obrador se presentó como próximo presidente de México es muy apresurada, lo que puede terminar cansando a los electores. “El presidente electo, a diferencia del actual, apostó por una comunicación más directa con los ciudadanos, lo que le permitió adelantarse y asumir el poder antes de tiempo. Pero esto conlleva un desgaste en su capital político que, de cierta manera, todos los presidentes deberían resguardar para cuando entrar en funciones”, opina.

Para Alonso Cedeño, socio de la consultora política Estrategia en Línea, esta práctica, que le ha funcionado desde que era jefe de gobierno de la Ciudad de México, podría generarle costos políticos importantes. El experto en comunicación asegura que las decisiones que ha tomado y la información que ha generado antes de asumir el poder –como las consultas ciudadanas y el ‘perdón’ a los corruptos– podrían hacerle perder popularidad.

En estos cinco meses de protagonismo, la estrategia de comunicación de Andrés Manuel López Obrador se divide en tres etapas fundamentales, según Andrés García López, socio fundador de Ayopa Opinión Pública, Marketing y Comunicación Política:

1. Después de la elección, López Obrador trabajo en el aspecto de la legitimidad, llegó con un respaldo ciudadano que decidió no desperdiciar y aprovecho para asumir el poder ante un vacío de la actual presidencia. Para no caer en la misma forma de gobierno de Peña Nieto, Andrés Manuel asumió el rol de presidente, impuso la agenda pública, presentó a su gabinete, delineó su plan de gobierno y generó estrategias antes de lo esperado.

2. Continuó con una estrategia de posicionamiento en la que se vio a un hombre maduro y responsable. Dejó de pelearse con los empresarios, empezó a manejar las cosas con tranquilidad y a emitir mensajes menos polémicos, como que los mercados no tendrían de qué preocuparse. Pese a esto, cayó en algunas contradicciones (como el perdón a personas involucradas en casos de corrupción), lo que generó una pérdida de popularidad. Sin embargo, esto no parece ser una afectación para su próximo gobierno.

3. Aunque en muchas ocasiones no es parte de su discurso, su estrategia de comunicación tiene implícito el cambio. Un concepto que él mismo impuso, la Cuarta Transformación, está permeando en la mente de los ciudadanos. En esta última etapa, previa a su toma de posesión, ha apostado por escuchar a todos los sectores y ha recurrido a la democracia participativa, con las famosas consultas, lo que además de ayudarle a recuperar terreno, también se ha convertido en un elemento de división ciudadana.

“No hay que olvidar que esta estrategia es la que le ha permitido posicionarse entre los ciudadanos y la que lo llevó a ser el próximo presidente de México. Sin embargo, es desgastante. A partir del próximo sábado, no va a ser tan fácil que se maneje de esta forma. Aunque la va a seguir implementando. Al menos, en los primeros meses de su gobierno, no va a perder la esencia”, advierte Andrés García López.

La estrategia, según Cedeño, debería pasar por conciliar y apostar por los puntos medios. Generar una convergencia entre los mayores actores políticos y las demandas sociales es lo que le va a permitir gobernar sin tantas complicaciones.

“Esto es un maratón, no una carrera. El próximo gobierno no debe privilegiar la empatía que ha generado con los ciudadanos, sino la creación de políticas que favorezcan al país. El reto está en que esta comunicación echada para adelante ayude a consolidar el cambio de una manera palpable”, concluye el especialista.

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