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martes, 10 de abril de 2018
La noche del 1 de julio
Alejo Sánchez Cano
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Esa noche será la más larga del calendario político-electoral del país. Con la población en vilo, el Instituto Nacional Electoral (INE) dará los primeros resultados de las elecciones presidenciales que, independientemente del ganador, sobre todo si no es Andrés Manuel López Obrador, abrirá la puerta de un conflicto poselectoral de consecuencias impredecibles.
Así es, la noche del 1 de julio podrá ser la más negra de la historia moderna de México o, en contraparte, se empezarán a dar los primeros pincelazos en el lienzo del México de la nueva era, en la que dejaremos de ser un país tercermundista y abandonaremos al grupo de economías emergentes.
De acuerdo con las encuestas y considerando que el resultado a va ser muy apretado, es decir, no será mayor a tres puntos porcentuales, pueden ocurrir dos escenarios: la victoria de AMLO o su derrota. Si gana el tabasqueño, seguramente sus adversarios aceptarán el resultado y por lo tanto no habrá conflicto poselectoral, aunque el país sufrirá un retroceso de incalculables alcances.
Si pierde López, entonces desde el primer segundo del 2 de julio el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación serán las principales instituciones en ser atacadas, desde todos los frentes, por sus simpatizantes.
Desde plantones, marchas, manifestaciones hasta el llamado a la violencia es lo que se vislumbra y se sabe desde ahora. Si en 2006 se paralizó el corazón de la CDMX, con el plantón de Reforma que ocasionó millonarias pérdidas a los establecimientos mercantiles aledaños a esa arteria, amén de los miles de despidos por los cierres de innumerables negocios afectados por la inasistencia de clientes, ahora es capaz de cerrar instalaciones estratégicas del gobierno y de particulares para sembrar el caos y la escisión social.
Nada de lo que va ocurrir ante la derrota del Peje tiene antecedentes si se compara con lo que piensan hacer en esta ocasión tras perder en las urnas.
Ojalá que la promesa del consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, en el sentido de que no habrá fraude ni caídas del sistema, pudiera atenuar la virulencia del siempre puntero de las encuestas, aunque eterno perdedor.
También por allí anda la idea de llamar a los cuatro candidatos presidenciales: José Antonio Meade, Margarita Zavala, Ricardo Anaya y Andrés Manuel López para que firmen un pacto para respetar los resultados de los comicios, cuando se sabe por experiencia que este último no acatará el mandato de las mayorías dado en las urnas.
Lo de menos es que las inconformidades se canalizaran por la vía institucional, a través del Tribunal Electoral, “lo grave es que se buscará movilizar al país para desconocer los resultados”.
Claro, las dos terceras partes de los mexicanos no responderían a la convocatoria, al contrario, rechazarían cualquier intento de manipulación y sobre todo harían un reclamo generalizado por el respeto de los resultados de la elección y de las instituciones.
No basta con declaraciones y llamados de que no habrá fraude ni caídas del sistema. Se requiere, primero, evidenciar las aviesas intenciones de Andrés Manuel López Obrador por desestabilizar el país si los resultados no le son favorables. Esto es lo que hay que revelar ante la opinión pública, cualquier otra cosa será sólo como las llamadas a misa.
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