Por ALEJO SÁNCHEZ CANO
Después del análisis sobre las recientes elecciones, principalmente las del Estado de México y Coahuila, pero también por las escasas votaciones que en su momento obtuvieron quienes hoy encabezan el Poder Ejecutivo en los tres niveles de gobierno, las fuerzas políticas del país buscan dar mayor legitimidad a futuros mandatarios.
Hace unas semanas se agotó la posibilidad de una reforma electoral para instaurar lo que en otros países se conoce como la segunda vuelta electoral y en caso de que el tema se someta a consideración del Legislativo y eventualmente pudiera ser aprobado, sus efectos entrarían en vigor para las elecciones después de la presidencial en 2018.
Se agotó el tiempo, nos dicen los legisladores y conocedores del derecho, pero para los ciudadanos también ya está agotado el tiempo del sistema político que tenemos y por ese motivo hay necesidad de impulsar nuevas fórmulas para lograr la gobernabilidad del país, con mejores resultados y un amplio respaldo ciudadano.
En ese sentido, aunque para la segunda vuelta se canceló la posibilidad, al menos para 2018, nos dicen que para la elección presidencial que se avecina todavía hay la oportunidad de lograr un cambio para nuestro sistema político y esto puede ser a través de los gobiernos de coalición.
“El régimen político que fue planeado hace cerca de 80 años está agotado, se planteó para un partido hegemónico que ejerció el poder bien o mal y ya no sirve para esta pluralidad donde todos los partidos políticos están fragmentados”, señaló en una entrevista el exlíder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, y puso como ejemplo que al inicio de la presente administración el Pacto por México hizo las veces de un gobierno de coalición donde tres fuerzas se integraron para sacar adelante las reformas estructurales, tal fue el caso de la educativa, energética, telecomunicaciones y otras.
La propuesta del experimentado político no es mala si consideramos que esta figura jurídica es una realidad en otras democracias del mundo, pero tampoco suena descabellada para el caso mexicano porque el tema ya está entre nosotros desde 2013, cuando en la LXII Legislatura se aprobó una reforma constitucional en materia político-electoral con la idea de lograr la gobernabilidad del país a través de un gobierno de coalición.
Aprobada por el Congreso de la Unión en diciembre de 2013 y por la mayoría de las Legislaturas de los estados en enero de 2014, y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de febrero de 2014, la reforma establece el modelo de gobierno de coalición, por el que podrá optar el Presidente en cualquier momento de su gestión, después de haber firmado un acuerdo con los partidos políticos y obtenido la aprobación del Senado. Propuestas de la nueva figura son también la construcción de una coalición parlamentaria; la repartición de carteras de gobierno por parte del Ejecutivo hacia los partidos de oposición y la aprobación del gabinete por parte del Congreso, entre otras acciones.
Entonces, a diferencia de lo que ocurrió con la propuesta de la segunda vuelta electoral, que por tratarse de una reforma constitucional debió ser aprobada 90 días antes del año electoral siguiente, el caso de la figura de gobierno de coalición ya está en nuestras leyes y sólo falta reglamentarla.
En ese caso, todo indica que hay tiempo e incluso el andamiaje legal de tipo reglamentario se podría analizar, discutir y aprobar en un eventual periodo extraordinario, claro, si este tema no se politiza como muchos otros en el legislativo.
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