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martes, 25 de octubre de 2016

Síndrome de filiación cultural en México


Por Virginia Galvan




SÍNDROME DE FILIACIÓN CULTURAL es un término de antropología médica referido a un síndrome psicosomático que se reconoce como una enfermedad que afecta a una sociedad o cultura específica. El término fue incluido en la cuarta versión del manual de diagnósticos y estadísticas de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría y dicho manual contiene una lista de las condiciones más comunes. No existen alteraciones objetivas, bioquímicas o funcionales y estas enfermedades no se reconocen en otras culturas. El psiquiatra y médico antropólogo estadounidense Arthur Kleinman ha sido el principal autor que ha contribuido a los estudios del llamado "síndrome cultural".[1]

Carlos Zolla, antropólogo e investigador de este síndrome, para los Médicos de la Tradición Mexicana y para algunos antropólogos, las enfermedades son culturales y se interpretan según la observación y difieren en cuanto a sus principios etiológicos, nosológicos y curativos en comparación con la medicina científica; aparecen en zonas específicas con una cultura propia. Representan una manera de señalar la autonomía de sistemas médicos presentes en los pueblos indígenas mexicanos, quizás demandando una aceptación dentro de este siglo. Las instituciones de Salud en México reconociendo la eficacia de la Medicina Tradicional Mexicana, la han incluido en algunos centros de salud y actualmente existen en el estado de Puebla, 5 hospitales integrales en los pueblos de Ayotoxco, Coxcatlan, Cuetzalan, Huehuetla y Tulcingo de Valle [2],

Dentro de estos hospitales rurales se encuentra destinado un espacio que cuenta con un temazcal y con algunas hierbas, flores, huevos, animales, camas y brebajes que se requieren para hacer las curaciones. Ahí se reúnen algunos médicos de la tradición mexicana que asisten a las personas que “creen” en esta medicina. Los curanderos, entre ellos las parteras, se organizan para asistir por días a los hospitales y atender la consulta. En algunas ocasiones los médicos tradicionales -que en el 80% son mujeres mayores de 50 años- atienden a los pacientes acompañados de un/a aprendiz. El apoyo económico que les da el gobierno para realizar sus curaciones corresponde a un 30% en comparación con la remuneración que recibe un médico occidental. En algunos casos, como en el de las parteras en Tehuacán, no se le da ninguna remuneración económica. Se les ofrece atención médica en cualquier área para ellas y sus familias sin costo alguno, exceptuando las cirugías. Estos médicos reciben capacitación dentro de los hospitales en cuanto a aplicar inyecciones, poner sueros, hacer suturas, componer huesos, etc., lo cual es un requisito para poder ejercer dentro de estos hospitales. También asisten en cirugías dentro del equipo de los médicos occidentales con o sin remuneración económica.[3]

La medicina tradicional mexicana parte de la idea de que el cuerpo humano es “un cuerpo energético” que produce energía para vivir y que circula y lo mantiene vivo. Se considera que el cuerpo es permeable y receptor de fuerzas externas a él y que está en continua comunicación con el entorno con el que intercambia y recibe energía buena y mala. Los pulsos llamados también espíritus o sombras (se consideran 12 y se encuentran localizados en la espalda, brazos, piernas, tórax y vientre) y las coyunturas, se consideran puntos de contacto con el exterior a través de las cuales entran fuerzas nocivas, se escapa la energía vital, se desechan humores y efluvios perniciosos y también se absorben influjos benéficos de las sustancias curativas. Los principios vitales del cuerpo son: “el alma” que reside en el corazón y en todo el cuerpo y “el espíritu”, ambos vinculados con la sangre y la fuerza anímica que preserva la vida. Cada ser nace con un espíritu fuerte o débil. Los seres con espíritu fuerte se dice que poseen poderes para curar o enfermar a otros. En sí todo lo que acontece se lo remiten a la existencia del bien y del mal y a sus personificaciones: la divinidad y al diablo cuyos representantes en la tierra son el brujo y el curandero.[4]

Para esta, la salud se preserva manteniendo el equilibrio físico, psíquico, espiritual y emocional que se logra a través del control de las emociones: ira, tristeza, enojo, codicia, vergüenza. Evitando los excesos en la comida, el sexo y alejándose de las personas que han acumulado calor por embarazos, posparto, excesos sexuales o por corajes, previniendo el contagio con protecciones. Se remite a las ideas de equilibrio, armonía, mesura, tranquilidad, serenidad y ecuanimidad, en cuanto a las relaciones consigo mismo y con los demás, con las divinidades, con los seres de la naturaleza y el respeto mutuo entre hombres y mujeres.

Esta medicina se basa en el conocimiento empírico (la observación y experimentación). Se acompañan de la celebración de rituales, herbolaria, cantos, rezos, conjuros, brebajes, objetos, velas, agua, animales, etc. que se conjugan con el saber mágico-religioso. La curación se realiza con el paciente enfermo a distancia o en el mismo lugar. El curandero es el intermediario entre la divinidad y el paciente. El poder de diagnosticar, la facultad de adivinación a través de los sueños son todavía un enigma para la ciencia.

La medicina tradicional mexicana es considerada una medicina holística apelando al lado místico y espiritual del individuo en sinergia con su cuerpo físico.[5]
Las enfermedades descritas como “Síndrome de filiación cultural” más comunes son:
• aire y asombro (ocasionado por el aire e impactos)

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