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martes, 20 de septiembre de 2016
México, el país donde sacerdotes dan misa con chaleco antibalas por las amenazas de los narcos década.
El padre Jesús Mendoza Zaragoza tiene una vista privilegiada de la bahía de Acapulco.
Pero la ubicación de su parroquia, San Nicolás de Bari, en la colonia La Laja, también es un problema.
Desde hace siete años se ha tenido que acostumbrar a que los halcones (informantes) del cartel que controla la zona acechen su iglesia.
A veces cargan armas, se drogan en los salones o intentan divisar desde lo alto la llegada de policías o militares al barrio.
Y también prestan atención por si el sacerdote, de 61 años, habla de más en misa.
"Tengo miedo, pero a veces no me queda tiempo para tener miedo", le dice Mendoza a BBC Mundo con una sonrisa.
Mendoza lleva dos décadas al frente de esta parroquia en una zona deprimida de un balneario que vivió mejores épocas. Reconoce que ha tenido que activar protocolos de seguridad y que debe medir sus palabras para evitar ser blanco de ataques.
Acapulco: pasado espléndido, presente feroz
Considerada la ciudad más violenta de México, y la cuarta del mundo, está ubicada en el conflictivo estado de Guerrero, mayor zona de cultivo de amapola del país y una de las principales rutas del narcotráfico.
En este contexto, ni la Iglesia católica ha podido quedar al margen y el papa Francisco recorre por estos días uno de los países más peligrosos para el ejercicio del sacerdocio, donde hay padres que necesitan guardaespaldas y otros que han oficiado misa con chaleco antibalas.
Image captionEl padre Mendoza es el encargado de la Parroquia San Nicolás de Bari en Acapulco.
En los tres años de mandato del presidente Enrique Peña Nieto se registraron 15 atentados (13 asesinatos y dos están desaparecidos), y la mayoría de los últimos casos tuvieron lugar en Guerrero, mientras que en el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) se registraron 25 asesinatos.
El año pasado dos fueron asesinados. El cuerpo de Erasmo Pliego de Jesús fue hallado en noviembre parcialmente calcinado en Puebla y con signos de tortura mientras que Francisco Javier Gutiérrez recibió un disparo en la cabeza en Guanajuato en abril.
Michoacán, visitado este martes por el Papa, es el tercer estado con mayor cantidad de ataques (8).
Image copyrightGETTY IMAGESImage captionEl papa Francisco realiza su primera visita a México.
En total, desde 1990, se suman 52 agresiones contra sacerdotes, seminaristas, sacristanes, un diácono, un cardenal y una periodista católica, y más de 3.000 templos católicos fueron profanados en la última década.
Sin embargo, no se considera que se trate de una persecución religiosa, sino un reflejo de la inseguridad que recorre el país.
"Cuestión de tiempo"
A Hugo Valdemar diez años atrás le preguntaban por qué el narco no se metía con los sacerdotes.
Y respondía: "Es cuestión de tiempo, va a llegar a un momento en que no se va a respetar a nadie porque así es el mal, la mentalidad de los criminales", recuerda el vocero de la Arquidiócesis de México en diálogo con BBC Mundo.
"Es preocupante porque ya no vemos esos límites que antes tenía el crimen organizado de no tocar a los sacerdotes. No es una persecución religiosa, sino que más bien es una represalia cuando hay una posición a sus fechorías".
Image copyrightAFPImage captionEl sacerdote Gregorio López Gorostieta fue asesinado en Ciudad Altamirano (Guerrero) en diciembre de 2014.
Valdemar admite que pese a la seriedad del asunto no ha existido un mensaje explícito del Vaticano para abordar el tema.
Tras el asesinato, a fines de 2014, de Gregorio López Gorostieta en Ciudad Altamirano (Guerrero), por ejemplo, el papa Francisco lamentó la muerte y pidió a los sacerdotes mexicanos que pese a los desafíos, sigan "con entusiasmo" su misión eclesiástica.
Desde la Iglesia mexicana sí existen recomendaciones para los sacerdotes en zonas de conflicto. La clave es la prudencia.
Encuentran muerto a sacerdote secuestrado en Guerrero
El arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, rechaza que se traten de ataques directos contra la Iglesia, pero admite que "en un momento una mala palabra dicha por un padre provoca que lo busquen para matarlo".
Image caption"En un momento una mala palabra dicha por un padre provoca que lo busquen para matarlo", dice el arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos.
"Hay que combatir al mal, pero también saber combatirlo", afirma Valdemar, no puede ser con una actitud irresponsable, ni osada, se debe tener mucho cuidado de cómo llevar el evangelio, los valores y la denuncia del mal".
El portavoz asegura que cuando se advierte que, por sus "compromisos", peligra la vida de un sacerdote se opta por cambiarlo de zona.
Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial, que recopila las cifras sobre los ataques a la Iglesia católica en México, señala que tienen registro de 520 extorsiones y amenazas de muerte a sacerdotes.
"El sacerdote por naturaleza es un pastor que conduce que lidera, que ayuda a generar opinión en sus comunidades, este tipo de situaciones ha incomodado a algunos sectores del crimen organizado".
"Yo no quiero irme"
Cuando suena el teléfono y del otro lado de la línea llega una extorsión, Mendoza cuelga y desconecta la línea durante unas horas.
La parroquia queda incomunicada, pero es una de las formas que encontró para evitarse problemas. Otra ha sido que no lo vean como una amenaza.
"Si digo algo imprudente, puede generar que me amenacen y me tenga que ir", explica, "no quiero irme, quiero estar aquí porque sé que me necesitan, entonces tengo que ponerle límites a mi discurso".
Image copyrightAFPImage captionMás de 3.000 templos católicos fueron profanados en la última década en México.
Para Mendoza los ataques contra la Iglesia se han incrementado en parte porque no se combaten las causas de fondo de la violencia y no se hacen esfuerzos para reconstruir el tejido social.
"La descomposición ha sido tremenda, hay un declive ético en buena parte de la población, de tal forma que lo que se consideraría sagrado ya no lo es, nadie es intocable".
Para el portavoz de la Arquidiócesis de México, los criminales atraviesan por una confusión de valores y admite la popularidad del culto a la Santa Muerte o a Jesús Malverde, considerado el santo de los narcos.
"Piensan que pueden ser católicos, pedir la protección de Dios para hacer el mal, lo cual es totalmente aberrante, no entienden que no es compatible de ninguna manera la fe con la actividad criminal que destruye".
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