Por Vianey Esquinca
Abucheado en eventos y criticado por propios y extraños por su desempeño al frente de la Secretaría de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor se ha convertido en un misterio sin resolver de por qué sigue formando parte del gabinete. El exgobernador del Estado de México aparece en el top of mind de preferencias sobre quién debería ser removido en el gobierno federal y las apuestas ya no giran en torno a si se va a o no, sino cuándo: “Después del primer Informe de Gobierno… después del segundo Informe de Gobierno… en diciembre… después de las elecciones…” pero nada, él sigue tan campante.
La decisión del Presidente de la República de no hacer cambios en el sector educativo debe tener una explicación, una que nadie entiende, pero que ahí está. Algunas posibilidades podrían ser: porque Enrique Peña Nieto es un acumulador obsesivo y le gusta recoger y guardar objetos que no necesita.
O porque Chuayffet Chemor es multifuncional. No sólo es abogado, es matemático: “¿Qué tantos años se requieren para hacer una reforma? No lo sé. Pero déjeme darle dos datos: 20 años en Finlandia, con cinco millones de habitantes y 15 años en Corea. No sé si esto le sirva de referencia para hacer sus cuentas sobre un país de 115 millones de habitantes”. Meteorólogo: “Llueva o truene habrá evaluación docente”. Lingüista: “Suspender no significa otra cosa más que detener o diferir, por algún tiempo, una acción u obra. Esto lo dice elDiccionario de la Real Academia de la Lengua Española”.
Y poeta: “Nada es perfecto y nadie es perfecto”.
Por las enseñanzas que todos los días deja el titular de Educación a la política mexicana y que bien podrían generar un compendio de libros de autoayuda para los funcionarios: Nadar de muertito, La culpa la tienen todos menos yo,Utilizando a los clásicos para confundir.
Otras explicaciones podrían ser: porque le pidieron que domara la condición humana de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y todavía no se las encuentra, porque quieren que se desgaste lo más posible, para que cuando llegue su sucesor lo que haga sea aplaudido.
Están calculándole la pensión, pero como lleva tantos años viviendo del servicio público, todavía no terminan de sacar cuentas; porque están analizando a qué embajada o consulado enviarlo y la única disponible es la de Estados Unidos y no lo mandarán allá porque no quieren que regañe a los estadunidenses.
Podría ser que están esperando a que se hagan los cambios de la UNAM en noviembre y quede libre el rector José Narro y hacer los cambios; porque es quien ayuda a redactar las notas diplomáticas de extrañamiento que realiza la Secretaría de Relaciones Exteriores cada vez que un nuevo informe internacional critica la violación de derechos humanos en el país.
Por razones más sentimentales como que ya se encariñaron con él, como el mueble que nadie quiere pero que tampoco se atreven a tirarlo por motivos meramente afectivos. O, de plano, y esta podría ser la más factible, porque nadie se ha enterado que él es el secretario de Educación Pública y todos juran que el titular es Luis Miranda.
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