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martes, 10 de febrero de 2015

Credibilidad disminuida e insensibilidad ostentosa

Investigar la administración pública, como lo ofreció el Presidente, abre la oportunidad de aclarar lo que sucede dentro de la misma pero, a la vez, de empezar a limpiar un desaseo y

Por José Luis Reyna


Después de casi tres meses de escándalos, el Presidente reaccionó. Designó a la Secretaría de la Función Pública para que resuelva si hubo o no conflicto de intereses en los posibles conflictos de interés tan difundidos. El largo tiempo que transcurrió para que el Presidente reaccionara incubó y, a la vez, permitió que se desarrollara como plaga el germen de la desconfianza y el de la incredulidad. Si en este momento el país está ahogado en diversas crisis, la más grave es la nula credibilidad de la administración presidencial.

La sociedad, no sin razón, ha elevado su enojo contra la clase política. La brutal desigualdad que se tiene hace que el encono se potencie aún más. A la percepción de la corrupción desmedida que se cuela por todas las rendijas del sistema político, se supo de las prebendas que, por ley, tienen los ex presidentes del país*. Un asesor del ex presidente Calderón gana 192 mil pesos mensuales (mpm). Otros 18 empleados se encuentran en su nómina, lo que arroja un total 816 mpm para servir a un ex mandatario fallido. Además, la pensión que disfrutan los ex presidentes mexicanos es insultante: 205 mil pesos mensuales, en comparación con las pensiones de la mayoría de los mexicanos.

El ex presidente Fox no se queda muy atrás: recibe 474 mpm, más su pensión. Su nómina es de 20 colaboradores. Los ex presidente Zedillo y Salinas renunciaron a la pensión y el apoyo que reciben es magro si se compara con los ex mandatarios panistas.

El suntuoso emolumento otorgado a Calderón por “sus servicios prestados a la patria” se asocia con el ascenso de México en la escala de percepción de la corrupción. En 2007, México ocupaba el lugar 72, de un total de 179 países, y a partir de ese año escaló peldaños de manera sistemática en ese índice. De 2007 a 2012, México subió 33 posiciones, ubicándolo en el deshonroso lugar 105 de un total de 174 países. En los dos años últimos México mantiene más o menos la posición que se alcanzó en el sexenio pasado (Transparencia Mexicana e INEGI).

La iniciativa de Peña Nieto para investigar actos indebidos tendría que abarcar áreas como las anotadas. Un trabajador jubilado del IMSS o del ISSSTE percibe pensiones irrisorias después de haber trabajado más de 30 años. Un país pobre como el nuestro no puede exhibir de manera tan insensible y desparpajada la desigualdad: una clase
política muy rica y una sociedad muy pobre. Tan fuera de proporción están las erogaciones a los ex presidentes que los ex mandatarios de otros países quedan lejos de los ingresos que aquí se perciben. En Italia, la pensión para quien haya sido presidente es de 117 mpm.

Investigar la administración pública, como lo ofreció el Presidente, abre la oportunidad de aclarar lo que sucede dentro de la misma pero, a la vez, de empezar a limpiar un desaseo y un despilfarro sistémico que en pocas naciones puede observarse. No hacerlo de manera integral es como tapar un agujero dejando al descubierto muchos otros. Para recuperar algo de la credibilidad perdida se tiene que empezar con una limpieza a fondo de todo el sistema. Llevará tiempo, pero es una alternativa para que el país no siga hundiéndose.

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