El sacerdote comentó que la demanda de ingreso a ese lugar es alta, principalmente de menores de edad debido que vivimos una época difícil para la familia, a la cual se deberá unir.
En el caso de las menores con algún problema de adicción, aseguró, la cantidad ha aumentado en el centro, pues en cierta medida las mamás trasmiten las ideas de la liberación femenina a sus hijas.
"Las niñas asemejan a los niños, si un niño puede, porque yo no, empieza la liberación de la mujer, se pensó era hacer lo que cada quien quería y no es cierto, la liberación consiste en lo que debo hacer, pero sin perder la dimensión social".
El presbítero agregó que esa liberación no consiste en lo que quiero hacer o el ser libre para sentirme contenta, sino tratar de estar a gusto, en función de los hijos, la familia y la sociedad.
Recalcó que la unidad familiar, la preparación cristiana y la formación de valores son la solución a ese problema, toda vez que el núcleo básico de la sociedad cada vez está más desunido.
En ese sentido, afirmó, "los hijos cada día se desorientan más, los niños andan buscando quien los apapache, quien los dirija y no lo encuentran -en casa-, pero sí en amiguitos y amiguitas que les dicen: 'no te preocupes, tenía este problema, me tomé unas copas y se me olvido', 'me fumé un cigarro se me olvidó'".
Lamentó que la sociedad contemporánea carezca de un orden, pues hace lo quiere y como quiere, sin importar la hora o fecha, una consecuencia acerca que no existe respeto por los valores, la familia, los reglamentos o el medio ambiente, pues no importa tirar basura o pasarse un alto
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