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jueves, 15 de enero de 2015

¿Dónde están los mexicanos ejemplares?

Por donde volteemos a ver, sin importar la profesión, no es fácil encontrar personas que sirvan de ejemplo público para la juventud mexicana. De hecho, lo que predomina en los medios son los malos ejemplos.

Empecemos por lo obvio, la política. No hay día en el que no salga algún caso de corrupción descarada y rapaz por parte de alguno de nuestros políticos. Se habla de asociaciones con el narco. De asesinatos. De enriquecimientos inexplicables. De impunidad absoluta.

Una profesión que debería servir de ejemplo y de inspiración para futuras generaciones es la de maestro. Sin embargo, solo hace falta ver lo que está ocurriendo en Oaxaca y Guerrero para apreciar el ejemplo que están poniendo. Bloqueos, suspensión de clases e, incluso, vandalismo son el pan de cada día de la CNTE y de otros grupos radicales como la Ceteg.

Los empresarios tampoco se salvan. Ahí está el caso del dueño de Ficrea, quien ha acaparado las noticias corporativas recientes y quien presuntamente defraudó a sus clientes, afectando el patrimonio de miles de ahorradores. Hace poco a un grupo de banqueros se les acusó de estar involucrados en el fraude de Oceanografía.

Y qué decir de otras profesiones como la de policía, algunos de los cuales, se presume, han actuado en contubernio con el crimen organizado, y la de líder sindical, que para muchos es sinónimo de corrupción. Incluso religiosos han salido manchados.

Ahí están las encuestas que recurrentemente muestran el hartazgo y la poca confianza de los mexicanos en la mayoría de las profesiones. Una reciente de Mitofsky sitúa a los partidos políticos, los diputados y los senadores hasta abajo de la escala de confianza de la población. Pero no muy lejos están los sindicatos, la policía, los bancos y los empresarios. El nivel de desconfianza es generalizado.

Las repercusiones en las nuevas generaciones pueden ser graves. Tener ejemplos a quien aspirar en distintas profesiones es un elemento fundamental para detonar el potencial de los jóvenes y encaminarlos a ser personas éticas. ¿Dónde están los empresarios innovadores? ¿Los políticos comprometidos? ¿Los maestros capaces de inspirar a las nuevas generaciones a aprender y a comportarse de manera cívica? ¿Los líderes sindicales que promueven responsablemente el bien de sus agremiados?

Me queda claro que en todas las profesiones hay gente excelente. De hecho, quiero pensar que es la gran mayoría. Pero, por desgracia, están siendo opacadas en el foro público por las malas. Por el bien de las nuevas generaciones, más nos vale que empiecen a salir a la luz más mexicanos ejemplares.

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