Claudia Sheinbaum y su equipo tendrán que trabajar el doble para convencer a un sector empresarial que, con toda la razón, hoy está más escéptico que hace seis años.
El presidente López Obrador dio una entrevista a la
periodista rusa Inna Afinogenova, de Canal Red. Una señal digital de España
dirigida por Pablo Iglesias, fundador del partido político Podemos.
Iglesias ha mostrado la simpatía que le tiene al presidente
López Obrador, factor determinante para que se le haya otorgado la entrevista a
su canal.
En la transmisión de esta conversación, dada a conocer hace
algunos días, hay una expresión del presidente que llama la atención.
Pregunta la periodista: “¿Hay algunos consejos más para
los gobiernos progresistas de América Latina?”
AMLO responde: “No hay que zigzaguear. No a las medias
tintas. No a la moderación. Nosotros estamos aquí por el pueblo.
Nosotros estamos para servirle porque el único que te defiende es el
pueblo. Es el único. No te defienden los empresarios. No te defienden los
banqueros”.
Aunque presuntamente los destinatarios de sus
recomendaciones son gobiernos progresistas de América Latina… ¿No será que le
está hablando a la candidata de Morena a la Presidencia?
Y la puede estar metiendo en problemas, ya que en diversas
reuniones que ha tenido con empresarios, ella o personas de su equipo con
interlocución con ese sector, han tratado de convencer a su audiencia de
que los empresarios tendrán un papel fundamental en su estrategia de
gobierno y que la inversión privada será crucial.
Al preguntar en diversos foros en los que han existido estas
reuniones, los asistentes en general se han quedado con un buen sabor de
boca respecto a la disposición a escucharlos y tomarlos en cuenta por
parte de Claudia y sus colaboradores.
El problema es que el presidente López Obrador le complica
enormemente su tarea cuando le recomienda: “no a la moderación”.
Un empresario me recordaba que hace seis años, Alfonso
Romo, quien luego ocupó la jefatura de la Oficina de la Presidencia,
también trabajó la interlocución con el sector empresarial y ofreció que los
empresarios serían tomados en cuenta. Le organizó un sinnúmero de encuentros,
primero al candidato y luego al presidente.
Los problemas con esa interlocución comenzaron antes que el
sexenio, cuando, en contra de su oferta, AMLO decidió cancelar el proyecto
del nuevo aeropuerto de Texcoco.
Es decir, no hubo zigzagueo ni moderación.
No es que los empresarios representen muchos votos. Lo
que representan es mucha inversión.
Antes de que este sexenio comenzara, la inversión privada
representaba el 87.3 por ciento de la inversión total. Ahora está en 87.9
por ciento.
Es decir, la economía requiere de la inversión privada aún
más que antes, a pesar de las megaobras y de la insistencia en que el Ejército
se convierta en el constructor oficial.
AMLO no solamente le pone piedritas en el camino a Claudia
con sus recomendaciones para que se radicalice, sino por acciones como algunas
de las propuestas de reforma constitucional, así como por un lenguaje que
descalifica a una gran parte del mundo empresarial.
Algunos ingenuos piensan que, en algún momento, la candidata
debiera desvincularse expresamente de las propuestas de López Obrador.
No lo va a hacer.
Pero, los 15 puntos enunciados durante su registro como
candidata son una propuesta que tiene énfasis diferentes.
La omisión en ellos de las reformas política y judicial es
un mensaje claro… para quien lo sepa interpretar.
Con todo, Claudia y su equipo tendrán que trabajar el doble
para convencer a un sector empresarial, que, con toda la razón, hoy está más
escéptico que hace seis años.
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