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jueves, 14 de septiembre de 2023

Destruir a Xóchitl, misoginia y fanatismo

No hay que esforzar la imaginación para captar qué hará el Presidente cuando, en marzo, Xóchitl Gálvez le pise los talones a Claudia Sheinbaum y en abril la rebase.



Pablo Hiriart

 Si al “hermano” Marcelo Ebrard lo atropellaron sin consideración alguna, ¿qué le espera a Xóchitl Gálvez, que está en posibilidad de ganarles la elección del próximo año?

Entre los que rodean al Presidente hay fanáticos, algunos son fascistas involuntarios y otros comunistas de baja estofa, que no se detienen en consideraciones humanas ni legales.

Al fanatismo no se le pueden hacer concesiones. Hay que acabarlo con votos.

Y que como corriente política sus integrantes no se vuelvan a levantar mientras no acepten convivir en la legalidad con quienes piensan diferente.

López Obrador rechazó compartir el espacio físico de Palacio Nacional con la presidenta de la Suprema Corte y con la presidenta del Congreso en la ceremonia del Grito de Independencia.

Intolerancia y misoginia.

Dice que representan un proyecto diferente al suyo, al que señala de oligárquico y corrupto.

De ahí a no compartir el mismo suelo con los que piensan distinto a él, hay un paso muy pequeño.

Los cubanos, venezolanos y nicaragüenses algo saben de eso.

Ya tienen el poder. No se les paró a tiempo, cuando se podía.

Ahora, con la Presidencia en sus manos, quieren destruir a la candidata de oposición, con los mismos métodos que acaba de emplear Daniel Ortega en Nicaragua.

Ortega sacrificó hasta a sus más cercanos compañeros de lucha, como hizo, de manera más suave pero no menos implacable, AMLO con Ebrard.

Y que emplea Maduro para inhabilitar a María Corina Machado, la opositora que le gana una elección.

A Xóchitl le espera la persecución judicial.

Ya empezó. El martes en la noche el Comité Ejecutivo de Morena en la Ciudad de México demandó a la alcaldía Miguel Hidalgo que le demuelan su casa.

No va a ocurrir, porque ahí gobierna el PAN, pero si en manos de Morena estuviera, por supuesto que se la tiraban.

Claudia Sheinbaum se inauguró como alcaldesa de Tlalpan con un casco junto a una máquina armada de una bola de cemento con la que demolieron la casa de un adversario político suyo en esa demarcación capitalina.

¿Qué consideración van a tener con Xóchitl? Ninguna.

Ya le pusieron un par de demandas para encarcelarla con delitos inventados.

No son progresistas ni humanistas. Mucho menos demócratas. Son fanáticos.

Y como todos los fanáticos, en cualquier parte del mundo, carecen de sentido del humor. Por eso arden en cólera al oír las respuestas de la candidata de oposición.

“Trataron de destruir mis orígenes, mis empresas, a mis clientes, y ahora ¡mi casa!”, contestó Xóchitl a la demanda de demoler su hogar. Y les puso la puntilla con humor:

“¿No se quieren llevar mi bicicleta al corralón?”.

A Xóchitl le espera la intervención ilegal del Presidente para difamarla y distorsionar sus dichos.

Ya comenzó. Ocurre ahora, cuando Xóchitl está ocho o diez puntos debajo de la candidata oficial.

No hay que esforzar la imaginación para captar qué hará el Presidente cuando, en marzo, Gálvez le pise los talones a Sheinbaum y en abril la rebase.

A Xóchitl le espera una elección de Estado.

Lo mismo que le hicieron a Ebrard, pero en grande: los funcionarios de la Secretaría del Bienestar, 25 mil Servidores de la Nación, harán el trabajo ilegal.

Recorren el país, casa por casa de los beneficiados de programas sociales, con la noticia de que hay que votar por Sheinbaum para seguir recibiendo los apoyos del gobierno.

Treinta millones de mexicanos reciben recursos vía programas sociales, lo que no está mal. Pero decirles, como ha dicho AMLO, que si votan por la oposición los van a perder, es un delito penal.

El dinero público está al servicio de la candidata del Presidente. Lo estuvo en la “encuesta” de Morena, expresado en cientos o miles de millones de pesos para aplastar al “hermano” Marcelo Ebrard.

Para la elección presidencial no sólo estará el dinero público, ilegal, sino la extorsión del jefe del Ejecutivo federal a los concesionarios y dueños de medios.

A los propietarios de medios de comunicación que no se alinean con el gobierno y su candidata, se les difama, injuria y amenaza.

A Xóchitl le espera un intento de fraude a la manera de Morena.

La secretaria general de ese partido, Citlalli Hernández, lo dijo: En la encuesta que ganó Sheinbaum “la boleta de una persona joven de la sierra de Guerrero valía distinta a la de una empresaria de Las Lomas”.

Eso es contrario a la Constitución, como lo recordó ayer José Carreño en su artículo en El Universal.

Ante esa maquinaria ¿qué le queda, entonces, a Xóchitl y a los mexicanos que valoran la libertad?

Vencer a los fanáticos con plena participación electoral y un alud de votos en junio.

 

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