Formalmente la elección para gobernador del Estado de México se inició el 4 de enero de 2023, aunque el proceso comenzó desde julio del año pasado. Morena adelantó movimientos y desencadenó que todos los actores se precipitaran: se desataron desordenadas iniciativas político-electorales en lo que por momentos parecía un caótico carnaval.
La elección de 2023 debe ubicarse en contexto. El PRI desde
2016 viene decayendo a nivel nacional de manera estrepitosa. El Estado de
México es uno de sus últimos bastiones. Perderlo sería apocalíptico para el
partido, ya que comprometería su existencia toda. Por el contrario, ganar la
entidad representaría 100 años en el poder, lo que ningún otro partido ni
alguna dictadura en el mundo ha logrado. El PAN sigue con su clientela urbana
en el corredor poniente de la capital. El triunfo para la Alianza Va por México
significaría un aluvión político de cara a la disputa por la Presidencia en
2024.
Hago un breve punteo sobre aquellos factores que me parecen
importantes en este inicio formal de proceso.
1.- Esta semana se definen los registros del convenio de
coalición. La alianza Morena, PT y posiblemente el Verde enfrenta a la Alianza
Va por México Edomex integrada por PRI, PAN y PRD. Disputarán en 20 mil
casillas un mercado electoral de más de 12.6 millones de votantes. La confrontación
calibrará las fuerzas reales y será un insuperable preámbulo de cara a la
elección de 2024.
2.- Los ánimos en la entidad están caldeados. Reflejo de la
atmósfera federal, en el Edomex hay cierta polarización. El PRI en el poder por
más de 90 años no ha logrado resolver grandes desigualdades, pobreza,
inseguridad, violencia, en especial contra las mujeres, y extrema corrupción de
su élite política. Morena plantea un cambio, pero aún no dice hacia dónde ni
cómo. En cambio, la Alianza Va por México enarbola el eslogan de la “defensa
del Edomex” de AMLO y de la 4T. Por el momento ningún polo ofrece un proyecto
de gobierno, sólo descalificaciones.
3.- El PRI llega dividido. Hay una doble dinámica: este
partido se encuentra fracturado a nivel federal y cohesionado en el plano
local. El liderazgo político de Alito Moreno es cuestionado al interior del
partido, por sus continuos escándalos de corrupción, vulgaridades y abuso de
funciones. Sin embargo, a nivel local el PRI en el poder es disciplinado y fuerte.
En alianza con el PAN y PRD en las pasadas elecciones de ayuntamientos, logró
un leve repunte. Hecho que cimienta la aspiración de hacer frente a Morena y la
4T.
4.- Morena adelanta en diversas encuestas. Pero el PRI
cuenta con la experiencia de venir de atrás y rebasar a sus adversarios, como
ocurrió con la elección de Montiel en 2000 y Peña Nieto en 2005. Además, las
estructuras de gobierno flexibles priistas se transforman durante los procesos
en eficaces maquinarias electorales. Desde el más alto nivel del aparato de
gobierno se convierte en eficaz aparato electoral con recursos gubernamentales
y logística que difícilmente puede ser superado por cualquier oposición.
5.- Espectaculares y campañas toleradas por las autoridades
electorales. Desde julio pasado nadie ha detenido las campañas adelantadas de
Alejandra del Moral, Ana Lilia Herrera, Enrique Vargas y Delfina Gómez. A todas
luces las leyes electorales han sido violentadas en letra y espíritu, ante la
pasividad de las autoridades electorales.
6.- Mucho dinero, el sello del Edomex. La bolsa general para
los ocho partidos es de mil 307 millones de pesos. Es decir, 47% del
presupuesto general del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) que
asciende a 2 mil 729 millones. Morena recibirá 350 millones; el PRI, 315
millones; el PAN, 180 millones; PVEM, 102 millones; PT, 84 millones; MC, 101
millones y Nueva Alianza, 83 millones de pesos. Los topes en gastos de campaña
son altísimos. En la elección de 2017 fueron un escándalo.
7.- El PRI tiene controladas las instituciones electorales.
Tanto el IEEM como el tribunal están subordinados. El IEEM, además de ser
cooptado por la nomenclatura mexiquense, está notoriamente dividido. Seis de
los siete consejeros siguen las consignas del partido. El consejo está
fracturado y las disputas tienden a agravarse. La joven presidenta Amalia
Pulido no ha sido capaz de generar consensos entre los consejeros ni establecer
liderazgo. Ante el álgido debate sobre la reforma electoral y la necesaria
moderación en los gastos y privilegios de la casta electoral, Amalia cometió el
grave error de pretender compensar a sus consejeros otorgándoles camionetas
nuevas con valor de 700 mil pesos. La iniciativa causó indignación y naturales
reproches en medios y entre la ciudadanía.
8.- El PRI también controla los órganos desconcentrados. Son
las juntas distritales, órganos temporales que se integran para cada proceso
electoral ordinario, compuesto por un vocal ejecutivo, vocal de organización y
otro de capacitación. En septiembre de 2022 se criticó que los vocales, la
mayor parte ligados al PRI, fueran los mismos en cada proceso. El consejo
recomendó renovación y combinar una nueva generación de vocales con la
experiencia ya acumulada. El acuerdo recién aprobado es dudoso: en los 45
órganos distritales, sólo 13% son nuevos; es decir, apenas 17 personas de los
135 funcionarios designados. El resultado es el siguiente: 19 han estado en
cuatro procesos, 36 en tres procesos, 31 en dos procesos y 32 en un proceso
electoral. El afán de control político con todos sus vicios se impuso a la
saludable renovación.
9.- Guerra sucia y violencia electoral. Será una elección
pendenciera. Ya se ha asomado la guerra sucia contra precandidatos. Es muy
probable que habrá golpeteos y fake news, así como acciones violentas de
terrorismo electoral que en la pasada elección tuvo efecto. Recordemos las
cabezas de cerdo en casillas.
Finalmente estamos ante un escenario de ilegalidades
toleradas. Se prolonga la larga lista de malas prácticas electorales que
desnivelan el piso parejo. Chacales y malas prácticas se dejarán ver en una
elección en la que está mucho en juego. Como diría el estudioso en los sistemas
electorales Dieter Nohle, es contraproducente. En términos de democracia, que
los partidos y candidatos compitan bajo el signo de la desigualdad e
inequidades es mala señal. Las ignominiosas prácticas dañan la confianza en el
proceso, en las instituciones electorales y en la legitimidad de los gobiernos
electos. Se necesita lealtad política, misma que en el Estado de México nunca
ha existido.
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