Alberto Pérez Mendoza llegó a conocer la ira del presidente y cuando el mandatario se arrepintió de tratarlo mal ya era demasiado tarde, pues su paisano ya había muerto.
El presidente Andrés Manuel López Obrador sí llora y
pide perdón, al menos en una ocasión así fue, de acuerdo con lo que relató
Elena Chávez, exesposa de César Yáñez Centeno, subsecretario de Desarrollo
Democrático, Participación Ciudadana y Asuntos Religiosos, en el libro “El Rey del Cash”.
De acuerdo con la autora, López Obrador considera “hermanos”
a algunos de sus colaboradores, y uno de ellos fue Alberto Pérez Mendoza (q.e.p.d),
quien fue titular del Registro Público de la Propiedad.
A él, se le señala como el responsable de crear la red de operación para el “Rey del Cash”, en
2006, pues en ese momento el PRD sólo contaba con la Ciudad de México y las
gubernaturas de Michoacán, Guerrero y Baja California.
“López Obrador y su grupo voltearon a ver a los secretarios
y secretarias , directores y directoras generales y legisladores, y sin
pedirles opinión, los enviaron a diferentes estados a crearla. El principal
responsable de esa operación fue otro tabasqueño ya fallecido, Alberto Pérez
Mendoza, titular del Registro Público de la Propiedad en el Distrito Federal,
quien llegó a conocer la ira de su paisano cuando perdió la elección
presidencial”.
Según el relato, previo a la elección de 2006, durante el
cumpleaños de Andrés Junior, López Obrador advirtió a su paisano que cuidara a
los funcionarios que había enviado para cuidar las casillas y votos.
“Con la derrota de la elección, se dañó la amistad con Pérez
Mendoza, a quien López Obrador acusó directamente del fracaso, pues no
logró llevar a la gente necesaria para votar, cuidar las casillas y vigilar que
se contaran bien los votos”.
Tras el hecho, el paisano del hoy Presidente se regresó a su
tierra, a llevar una vida familiar, y fue en 2013 que Yáñez Centeno le contó, a
su entonces esposa, que el exfuncionario había fallecido en la Ciudad de
México.
“López Obrador quiso visitarlo cuando estuvo internado, pero
cuando llegó, el otro ‘hermano’, de los muchos que ha tenido el
tabasqueño, ya había muerto. Fue la única vez, me contaría César
después, que vio llorar a López Obrador y pedirle perdón a un hombre
que ya no podía escucharlo ni responder sus agravios”.
Recientemente, en una de sus conferencias, López Obrador
resaltó que no estaba de acuerdo en esa frase de “los hombres no lloran”.
De forma pública, se ha mostrado conmovido y casi a borde de
llanto cuando visita la tumba de su exesposa Rocío Beltrán o cuando contó cómo
hasta sus hijos, siendo pequeños, eran víctimas de persecución política.
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