Si en la sucesión Morena se divide, el futuro político del país podría cambiar, opina Enrique Quintana.
El llamado que hizo el líder Morena, Mario Delgado, a
los aspirantes a la candidatura presidencial para que no se vean como
adversarios y desarrollen una competencia fraterna es un signo del temor
que existe al interior de este partido.
En esta columna le he expresado que uno de los objetivos
prioritarios de Morena y del presidente López Obrador es dividir a la
oposición.
Si los principales partidos van con candidatos propios a la
carrera presidencial, Morena tiene ganada la mitad de la competencia… siempre y
cuando se de otra condición, que no se vaya a fracturar el partido.
Hay un caso que se ha vuelto preocupante para los
morenistas. Es la exclusión del senador Ricardo Monreal como
potencial aspirante a la candidatura de su partido.
A pesar de que él ha expresado esa aspiración en todos los
tonos, ha sido claramente excluido de las referencias presidenciales, así como
de eventos tan relevantes como el Congreso Nacional de Morena, realizado hace
apenas unos días.
Hay dos escenarios posibles en el caso de Monreal. El
primero es negociar con él para proponerle que aspire a un puesto de
elección popular diferente a la presidencia de la República.
Quizás el único caso posible es la Jefatura de Gobierno
de la Ciudad de México, cuya candidatura buscó en el 2018.
Algunos piensan que, como ocurrió entonces, aunque parecía
que iba a romper con Morena por el tono tan virulento de sus críticas a la
llamada “nomenklatura” del partido, terminó negociando la senaduría y
la coordinación de la fracción de su partido.
Sin embargo, el que haya ocurrido hace seis años no
garantiza que vaya a repetirse ahora.
El otro escenario es que ni Morena y su candidata o candidato
acepten una negociación con Monreal y que éste tampoco acepte otra posibilidad
que seguir aspirando a la candidatura presidencial mediante algún
mecanismo de elección primaria y no a través de encuestas.
Si no hay puentes posibles, entonces se hace posible que el
zacatecano decida buscar una opción diferente a Morena para aspirar a
la presidencia, abanderando alguna otra fuerza política.
El otro caso a observar es el de Marcelo Ebrard.
Aunque él no ha sido marginado de las referencias
presidenciales y de eventos políticos, ha sido muy claro que ha tenido que
remar contra corriente para poder seguir siendo un aspirante.
No es difícil que, con el paso de los meses, la cargada
hacia Claudia Sheinbaum le deje ver a Ebrard que las posibilidades de ganar una
encuesta en Morena serán muy reducidas.
Siempre es posible una negociación para ofrecerle
alguna posición, pero no es imposible imaginar que también pretendiera buscar
alguna otra opción en caso de persistir en su intención de competir por la
presidencia de la República.
El que no lo haya hecho en el pasado, particularmente en
2012, no quiere decir que no pueda hacerlo ahora.
El caso del secretario de Gobernación Adán Augusto
López es diferente, ya que todo indica que seguirá como una opción como
candidato para el presidente López Obrador y que éste en ninguna
circunstancia consideraría la posibilidad de contender por otra
bandera.
Como le he comentado en otras ocasiones es muy claro que la
decisión de quién será el candidato o candidata presidencial de Morena la
tomará el Presidente aunque luego se establezca algún tipo de mecanismo de
encuesta para legitimarla.
Será la versión de encuesta del “respaldo de las fuerzas
vivas” del viejo priismo, que era lo que decía Fidel Velázquez, cuando destapa
a los candidatos.
Hoy, es muy claro que Morena tiene una gran ventaja en
las intenciones de voto respecto a los partidos individuales y aunque no tan
grande, la mantiene aún si se estableciera un bloque opositor aglutinado en los
partidos que formaron Va por México.
Sin embargo esta circunstancia podría cambiar si al interior
de Morena se producen fracturas.
Hay quien piensa que la fuerza que tiene esta
formación política proviene exclusivamente del presidente de la República y
que no se atreverán a desafiarlo ni Monreal ni Ebrard porque los aplastaría
políticamente.
Creo que ninguno de ellos tiene al enfrentamiento como el
escenario más probable pero también tengo la certeza de que ninguno lo ve como
algo que sea imposible.
Tan decisivo en el ámbito político electoral es que la
alianza opositora sobreviva a los vaivenes que hoy ocurren en la política como
que Morena mantenga su unidad.
Si en la sucesión Morena se divide, el futuro político del
país podría cambiar.
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