La mala gestión económica durante la pandemia y el auge de la violencia en territorio mexicano han desplazado a cientos de miles de mexicanos hacia EU.
A la reunión del lunes con el presidente Biden en
Washington, López Obrador llegará con un récord que no es para presumir: logró
revertir lo alcanzado por sus dos antecesores, cuando más mexicanos salieron de
los Estados Unidos de los que llegaron.
La mala gestión económica durante la pandemia y el auge de
la violencia en el territorio nacional han desplazado a cientos de miles de
mexicanos a buscar cobijo en el país de las barras y las estrellas.
Hasta hace poco México era parte de la solución del problema
migratorio, pues actuaba como contención de los flujos centroamericanos y
caribeños que aquí encontraban trabajo y otra parte seguía al norte.
Pero ahora México es parte del problema por la oleada
imparable de desplazados hacia Estados Unidos.
Sólo en el primer semestre de este año, 380 mil
connacionales han sido detenidos, según la Oficina de Aduanas y Protección
Fronteriza, citada el lunes por The New York Times.
La nueva realidad obligará al gobierno de Biden a tomar
medidas extraordinarias porque el problema central hoy no es el “Triángulo del
Norte” (Guatemala, Honduras y El Salvador), sino México.
Y el presidente López Obrador no podrá llegar el lunes a
Washington con ocurrencias para venderle a Biden, como sembrar árboles en
América Central.
En las reuniones privadas la demanda será directa: paren a
los grupos criminales en México, que inundan Estados Unidos con drogas y
desplazados.
Presidente López Obrador, ponga en orden la casa porque su
desastre ya es problema de seguridad nacional para Estados Unidos.
Con otras palabras lo dijo el lunes a The New York
Times la vicepresidenta de la Oficina de Washington para América Latina,
Maureen Meyer: “Los números dejan en claro que la estrategia debe cambiar… La
perspectiva de la administración Biden de abordar las causas fundamentales de
la migración centrándose en América Central ya no se sostiene”.
El principal expulsor de migrantes a Estados Unidos es
México.
Huyen de la violencia, de la extorsión, los asesinatos, las
balaceras.
Los centroamericanos huían de la Mara Salvatrucha y
sus pésimos gobiernos.
Ahora el éxodo fundamental es de mexicanos. Y en algunos
casos resulta ser mortal, como vimos en San Antonio. Lo ocurrido ahí no fue una
excepción, sino una tendencia.
De acuerdo con la Organización Internacional para la
Migración (OIM), en 2019 hubo 524 mexicanos muertos o desaparecidos al cruzar
la frontera. En 2021 fueron 728. Y en el primer semestre de este año van 293
muertos o desaparecidos.
Los datos, lo vimos con los fallecimientos en la pandemia,
no conmueven a nadie. Pero señalan dónde está el problema.
Es ridículo que algunos caricaturistas del gobierno culpen
al ‘Tío Sam’ por los 25 mexicanos muertos por asfixia y calor en un tráiler en
San Antonio.
La culpa del repunte de la migración no es de Estados Unidos
ni de su gobierno, sino del gobierno mexicano que ha entregado cerca de 40 por
ciento del territorio nacional al control de cárteles criminales, de acuerdo
con el jefe del Comando Norte, general Glen VanHerck, y el exembajador Landau.
Estados como Veracruz son rehenes de narcos y
extorsionadores. Con todos sus defectos, los gobiernos anteriores barrieron
a Los Zetas del estado. Luego vinieron los abrazos, es decir los
compadrazgos, con resultados dramáticos.
Cerca de cinco por ciento de su población ha tenido que
emigrar hacia el país del norte.
“Veracruz, un estado de unos 8 millones de habitantes, 350
mil de sus residentes se han ido a Estados Unidos”, dijo al Times Carlos
Escalante, quien supervisa los asuntos migratorios de esa entidad.
La visita a Washington del presidente López Obrador no será
cómoda, aunque se tome fotos sonriendo y dándose la mano con Biden.
Hemos vuelto a ser un problema.
Por bueno que sea el trabajo diplomático, y hasta heroico el
de consulados sin recursos, lo central del problema no está ahí, sino en la
mala gestión del Presidente.
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