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viernes, 22 de abril de 2022

Pablo Gómez amenaza a votantes pero respeta al crimen organizado

*  Mientras el nuevo titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), amaga con sanciones a los ciudadanos que no votaron en la Revocación de Mandato, nada dice de cómo piensa minar al poder financiero de los matarifes que se han adueñado del país no solo con el tráfico de drogas sino otros delitos como el cobro de piso, el secuestro y la trata de personas, que a mitad de sexenios reportan más de 50 mil desapariciones y 110 mil homicidios



Por Amado Uslar Arrué

Especial para Expediente Ultra

Ante los ríos de sangre que ahogan el país, el nuevo titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Pablo Gómez Álvarez salió con la ocurrencia de amenazar con una sanción a 76 millones de mexicanos que no acudieron a votar en la Revocación de Mandato, mientras los cárteles del país siguen empleando millonarios recursos para imponer su ley en todos los rincones del país, arrojando a los ojos de un irresponsable poder político cifras de verdadera “tragedia humana”, como califica la ONU a las más de 50 mil desapariciones registradas en el actual sexenio, ligadas de manera directa a los más de 110 mil homicidios y tres mil 100 feminicidios.

Ante tal disparate fuera de toda lógica y contexto a su cargo ¿es Pablo Gómez es el hombre idóneo para un cargo de tal magnitud e importancia en el combate al punto neurálgico del crimen organizado?

Su antecesor, Santiago Nieto, que echó abortó las expectativas para torpedear con su capacidad y, ahora dudosa honorabilidad, el multimillonario lavado de dinero y poder financiero de los capos, delineó al asumir el cargo, el tamaño de la bolsa del crimen organizado en el país y que de acuerdo a informes del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, le produjo ganancias en el periodo del 2016 al 2010, por 40 mil millones de euros, equivales al 40 por ciento del PIB; unos tres billones de pesos, un promedio de casi 700 mil millones de pesos anuales, en palabras llanas lo que se paga cada año por los intereses de la deuda externa. Tal suma habla de la inconmensurable fuerza económica de los matarifes adueñados del país.

¿Por qué el extraviado Pablo Gómez no habla de este problema y se enfrasca en asuntos ajenos al cargo encomendado por el Ejecutivo?

Gómez Álvarez se ha vendido por décadas como un sobreviviente de movimiento estudiantil del 1968 y hombre de izquierda, pero ahora debe comenzar por explicar a los millones de mexicanos pobres el por qué en su mesa es cada vez más difícil, casi imposible, llevar alimentos básicos como los limones cuyo precio ronda los 70 pesos el kilo y ya ni qué decir de otros, verdaderos artículos de lujo, como el aguacate que no baja de los 80 pesos en kilo.

Producto del cobro de piso que priva en todo el país—lo mismo a productores, empresarios que hasta los dueños de pequeños comercios como la tiendita de la esquina o tortillerías–, esta doble e ilegal tributación se ha fortalecido porque los sistemas encargados de combatir el lavado de dinero en el país han fracasado, impactando de manera directa en el encarecimiento de productos de la canasta básica.

Resulta aterrador como ciudadanos enterarnos que quién tiene en sus manos precisamente combatir los centros financieros del crimen organizado, esté más preocupado en sancionar a los ciudadanos que, por decisión propia, deciden no ir a votar, que en combatir el dinero mal habido y arrebatado con la fuerza del terror y la impunidad a los mexicanos que luchan por salir adelante con el esfuerzo honesto de su trabajo. Esos que abandonados por las autoridades, sobre todo federales, no tienen más alternativa que pagar a los maleantes para no poner en riesgo sus vidas.

Si los cárteles y grupos criminales se han fortalecido de forma inconmensurable es porque gozan de un millonario poder económico con el cual pueden comprar autoridades, adquirir armas y pagar todo un ejército de sicarios, halcones y toda suerte de operadores. Durante el gobierno de Peña Nieto se calculaba que los poderosos maleantes contaban con un ejército de casi medio millón de gente a su servicio. Tal es la magnitud de su poder.

Es hora de que el extraviado y decrépito Pablo Gómez explique al país qué va a hacer para que desde su cargo estratégico evite que las extorsiones y secuestros vayan al alza en 21 estados del país, de acuerdo a la Coparmex; al igual que la cifra de 50 mil desaparecidos y 110 mil homicidios cometidos a mitad del sexenio y que apuntan a rebasar los 102 mil de Calderón y los 123 mil de Peña Nieto, en tanto el poder económico de los cárteles, acrecentado por delitos como el cobro de piso, la trata de personas y hasta la explotación en redes de la cultura del narco, se siga fortaleciendo.

No hay un solo día en que este país no amanezca con noticias sobre masacres y desapariciones de personas, sobre todo mujeres. Y así seguirá aumentando la cifra negra en tanto desde el gobierno federal no se combata al poder financiero del crimen organizado al que hasta el momento no se le infringido ni un rasguño.

Santiago Nieto resultó un frívolo e inoperante titular de la UIF y ahora Pablo Gómez aparece como una burda caricatura de la que seguramente los capos se ríen a mandíbula batiente por sus ocurrencias de empeñarse en investigar a fideicomisos del INE y lanzar amenazas contra los mexicanos que no votaron por la revocación, pero no hacer nada en contra de su poder financiero.

Si los ríos de sangre y la doble e ilegal tributación siguen abonado muerte e impunidad en el país, buena parte de culpa la deberá asumir Pablo Gómez Álvarez. Hombre de supuesta izquierda y demagogo al que, como se aprecia, le faltan congruencia y elementos abajo del cinturón para ejercer a cabalidad el cargo de titular de la UIF.


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