Durante el Porfiriato se construyeron imponentes edificaciones en la Ciudad de México, sin embargo, en otros estados también hay recinto impresionante de esa época
Durante el gobierno del dictador Porfirio Díaz, que
duró más de 30 años, se tomó un estilo afrancesado en la Ciudad de México, y
se construyeron algunos de los recintos más emblemáticos e importantes que
hasta la fecha permanecen de pie, como el Palacio Postal, el Palacio de Bellas Artes y el Monumento a la
Revolución, que en realidad es la cúpula de lo que sería un imponente Palacio Legislativo,
el cual no se concluyó porque inició la Revolución Mexicana, el movimiento
armado con el que se quitó del poder a Díaz.
Sin embargo, no solamente en la capital de México se
construyeron imponentes y elegantes recintos, pues en otros estados de la
República Mexicana también se levantaron impresionantes edificaciones, que
hasta la fecha se conservan de pie.
Uno de estos recintos es la Hacienda de
Maltaraña, una emblemática mansión de arquitectura francesa que
alguna vez perteneció al general Porfirio Díaz, y que se encuentra en
el estado de Jalisco. Esta hacienda forma parte de los patrimonios históricos
con los que cuenta aquel estado.
La Hacienda La Maltaraña, fue casa de descanso de
Díaz, pues se cuenta que ahí se iba a descansar durante las vacaciones de
Semana Santa, y se encuentra ubicada en el lugar con el mismo
nombre, Maltaraña, también conocido como La Palmita, en el municipio
de Jamay, Jalisco, al pie del Río Lerma.
En su momento de esplendor, la gran mansión llegó a tener 365
puertas y ventanas, una por cada día del año. Fue un recinto de gran belleza,
que llegó a ser saqueado durante la Revolución Mexicana, en 1914,
cuando se creía que en el lugar se escondían grandes tesoros. Actualmente se
encuentra totalmente deteriorado y abandonado.
A pesar de ello, no deja de ser un escenario que sigue
inspirando a fotógrafos para múltiples sesiones y eventos musicales en su
jardín a un lado del Río Lerma.
Las tierras pantanosas en donde desemboca el Río Lerma, en
el Lago de Chapala, fueron los cimientos de la casa de campo de estilo
victoriano que Porfirio Díaz, y la familia Cuesta, la cual tenía mucho
dinero y eran amigos del expresidente, erigieron como centro de operaciones del
proyecto de desecación de la Ciénega de Chapala, con la que crearon una
gran zona agraria en Jalisco y Michoacán.
La belleza de la finca fue relacionada con la de una de las
hijas de los Cuesta, por lo que llamaron a la hacienda con el nombre de ella:
La Bella Cristina, que hasta hoy se encuentra de pie en la localidad. El
tiempo, el olvido y la burocracia han provocado que la hacienda, que forma
parte de la identidad de los residentes de Jamay, por ser protagonista de
historias y leyendas transmitidas de boca en boca por varias generaciones, sea
olvidada y no se busque su reconstrucción o conservación.
Al parecer, La Bella Cristina está condenada a la
desaparición, ya que la humedad, la falta de mantenimiento, e incluso un fuerte
problema legal, son obstáculos que impiden su rescate. Debido a su deterioro,
se colocaron una vigas para apuntalar los muros, aunque no se cree que duren
mucho tiempo soportando el peso de la gran mansión.
Actualmente es muy difícil conservarla, por una parte,
porque en su momento no se le dio la importancia suficiente y, de hecho, aún no
se le da esa importancia, a pesar de haber sido un hito para la región de Ciénega.
El terreno se encuentra despejado a su alrededor, lo que permite apreciar una
maravillosa vista de la zona.
Cuando se encontraba en buen estado, la mansión estaba pintada
de color rosa pastel, y adornada con exóticas alfombras, candiles, herrería francesa
y cantera fina.
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