El fantasma de Carlos Romero Deschamps sigue dominando el sindicato petrolero dos años después de su dimisión. A unos meses de que se elija al nuevo secretario general, varios aspirantes críticos con el antiguo líder, símbolo de la corrupción, denuncian haber sido apartados a golpe de despidos injustificados, convocatorias de último minuto y amenazas. Cunde el desánimo entre aquellos que esperaban una renovación. Mientras, el grupo asociado a Romero Deschamps se ha impuesto en las elecciones celebradas esta semana en las secciones locales en que se divide el sindicato. “Te das cuenta de que estás solo contra el monstruo”, lamenta Fred Navarro, aspirante a la Secretaría General.
El Gobierno ha insistido desde 2018 en el comienzo de una
nueva era más democrática para los sindicatos mexicanos, territorio de caciques
sempiternos y cercanos al poder de turno. Impulsó una
reforma laboral para obligar a las organizaciones a elegir a sus
representantes mediante “el voto libre, directo y secreto”. En la mira siempre
ha estado el influyente Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República
Mexicana (STPRM), con sus 89.000 afiliados, pieza clave para asegurar la paz
laboral dentro de Pemex.
El actual dirigente, Manuel Limón, fue la mano derecha de
Romero Deschamps. Ocupó su lugar de manera interina tras la dimisión del
cacique en 2019, acosado por varias
investigaciones de corrupción por parte de la Fiscalía General de la
República que todavía no han dado resultados concretos. Tras más de dos años de
interinato, el Gobierno anunció a principios de noviembre que las
elecciones a secretario general se celebrarían en enero mediante voto
electrónico, para evitar trampas, y que la Secretaría del Trabajo vigilaría el
proceso. Caído Romero Deschamps, renovar el sindicato parecía solo una cuestión
de tiempo, confiaban las corrientes “disidentes”. Ahora, sin embargo, esa
certeza se está quebrando. La Secretaría del Trabajo ha registrado 203 quejas
en las últimas 48 horas.
Fred Navarro, trabajador de 45 años de la refinería de Tula,
ha visto cómo sus opciones para aspirar a la Secretaría General se esfumaban.
Crítico desde hace años con Romero
Deschamps y su círculo, el 2 de octubre Navarro pidió a su jefe salir
del trabajo media hora antes para solicitar un nuevo permiso de estacionamiento
al departamento de Vigilancia. Al dirigirse hacia allá, se cruzó con una
compañera en los torniquetes de acceso. No encontró al responsable de
vigilancia y esperó los minutos que faltaban de turno para irse a casa. Navarro
no pensó más en ese evento.
Casi dos semanas después, Recursos Humanos le abrió una
investigación por abandono de labores antes de tiempo y por acoso sexual a la
compañera con la que se cruzó ese día en la entrada. El citatorio, que Navarro
comparte con este periódico, menciona que el vigilante le permitió la salida de
“manera anómala” y que “propició un excesivo acercamiento corporal” entre él y
la trabajadora. La semana pasada, Recursos Humanos dio por buenas las
acusaciones y le comunicaron la rescisión del contrato tras 19 años en Pemex.
Navarro rechaza las acusaciones y considera que la carpeta y
su posterior rescisión son una artimaña para impedirle participar en las
elecciones del próximo enero. “Está lleno de irregularidades. Si la acusación
de acoso fuera verdad me tuvieron que poner a disposición desde el primer día”,
dice. Acaba de demandar a Pemex por despido injustificado, pero no le queda
mucho margen para reengancharse en la carrera. “Existe la posibilidad si nos
apoya la gente del Gobierno federal”, señala. La Secretaría del Trabajo señala
a este periódico que “en caso de que indebidamente se pretendiera excluir a un
candidato, la autoridad deberá determinar lo conducente”.
Mientras se acerca la elección nacional, las 36 secciones
territoriales en las que se divide el STPRM han empezado a celebrar comicios
para escoger a sus dirigentes locales, claves para decidir quién se alza con la
Secretaría General en enero. También a esa escala los autodenominados
“disidentes” están enfrentando barreras. El voto ha sido presencial y, de la
docena de secciones que celebró elecciones este martes, en al menos la mitad se
ha impuesto la lista apoyada por el círculo de Romero Deschamps. En dos de
ellas, la oficialista fue la única papeleta.
En la sección 10, con sede en Minatitlán, Veracruz, Jorge
Wade, hijo del cacique petrolero local afín a Romero Deschamps, no ha
enfrentado oposición, después de que la comisión electoral local desechara las
candidaturas alternativas. Gregorio Roque, trabajador de la refinería Lázaro
Cárdenas, tuvo que bajarse de la carrera después de que 144 de los 157
integrantes de su lista desertaran en los dos días previos a la inscripción.
Roque, de 52 años, afirma que sus adversarios llamaron “uno
por uno” a los integrantes de la lista para que desistieran. “Les ofrecían
alguna vacante, la recomendación para un familiar. A otros les hablaron a las
3.00 de la mañana para decirles que les iba a pasar algo a sus familias.
Desbarataron la estructura de la planilla”, señala. Él mismo denuncia haber
sido acosado. Días antes de que se emitiera la convocatoria, una camioneta
blanca le cerró el paso a su vehículo y lo sacaron de la autopista. Se bajaron
dos personas un momento, el tiempo justo para mostrarle las armas y desaparecer.
En otros territorios, las comisiones electorales han
rechazado las candidaturas disidentes por considerar que no cumplen con las
condiciones de la convocatoria. En la sección 35, a la que pertenece Navarro,
esta fue presentada apenas tres días antes de la fecha límite de inscripción.
Pese a la premura, Pedro Rosales, trabajador de mantenimiento de la refinería
de Tula de 71 años, logró presentar una lista a tiempo, conformada por 12
personas. La comisión electoral la descalificó porque, según la convocatoria,
la planilla tenía que tener más de 40 integrantes.
Rosales argumenta que, a diferencia de la convocatoria, el
Estatuto nacional del sindicato establece que los comités ejecutivos locales
están conformados por solo 10 personas. “Cuando vimos la convocatoria, no
modificamos nada porque creíamos que estábamos en lo correcto”, señala. “Está
hecha a modo para los actuales dirigentes y las comisiones electorales son juez
y parte”. Como en la sección 10, aquí también se ha impuesto un candidato afín
al grupo de Romero Deschamps. Rosales acaba de presentar un amparo ante un
juzgado, pero no tiene muchas esperanzas: “El Gobierno debería parar la
elección. Desafortunadamente, no nos escucha, parece que está sordo”.
Pese a las quejas, la Secretaría de Trabajo afirmó en un
comunicado que la participación fue “copiosa”, unos 44.000 afiliados, y que “no
se registraron mayores incidentes”. “Tocará al Centro Federal Laboral analizar
y en su caso determinar esta circunstancia, una vez recibidas las quejas o
denuncias, actas de servidores públicos, entre otros elementos”, ha respondido
luego la Secretaría a preguntas de este periódico sobre las denuncias de
irregularidades. En las próximas dos semanas, las 24 secciones que faltan
elegirán a sus dirigentes, antesala para la elección en enero del nuevo
secretario general. Una treintena de candidatos, la mayoría disidentes, ha
mostrado su intención de participar.
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