A finales del año 2020, The Guardian publicó un artículo publicado por GPT-3. No se trata del pseudónimo tras el que se esconde un afamado articulista, sino de las siglas que designan a su verdadero autor: un robot generador de lenguaje. La Inteligencia Artificial permite estas cosas.
El salto al que estamos asistiendo viene impulsado por la sinergia entre dos polos: la Inteligencia Artificial y el Big Data. El segundo pone en manos de la primera la cantidad y calidad de información que necesita para aprender. Ahí reside la radicalidad de la revolución digital que marca nuestros tiempos: donde la máquina necesitaba una instrucción humana para actuar, ahora irrumpen decisiones autónomas basadas en un aprendizaje surgido de la interacción.
er en Comunicación Digital y Nuevas Tecnologías de la Universitat Abat Oliba CEU, Juan Francisco Jiménez, el aprendizaje automático o el aprendizaje profundo han permitido a los softwares inteligentes liberarse del límite del ser humano. Es decir, “ya no le decimos a las máquinas qué deben hacer sino qué deben aprender”. La irrupción del Big Data ha puesto a la IA en la rampa de un desarrollo exponencial insospechado hasta hace unos pocos años.
Hablamos de millones interacciones diarias, que permiten a la IA predecir y emular el comportamiento humano con un nivel de precisión inalcanzable para una persona. A diario, toma de nota de nuestro comportamiento, aprende de él y, cuando el número de estímulos de aprendizaje alcanza una cifra significativa, la máquina alcanza un nivel de perfección en el desarrollo de capacidades humanas superior al que puede ofrecer una persona.
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Además, el robot es capaz de seguir aprendiendo ilimitadamente del ser humano. De este modo, no sólo es que pueda reemplazar al ser humano en la realización de ciertas tareas, sino que amenaza con sustituir a la persona misma en casi todos los planos.
El robot es capaz de seguir aprendiendo ilimitadamente del ser humano
Desde el punto de vista del desarrollo profesional, esta realidad invita a buscar, precisamente, aquellos planos en los que la IA encontrará más dificultades para predecir soluciones a partir de aprendizajes previos. Cuanto más creativa y menos repetitiva sea la actividad, más valor adquirirá en la nueva sociedad digital.
Al mismo tiempo, la exploración de estos nichos no puede hacerse sin un conocimiento de las lógicas que marcan la sociedad digital. En la línea de lo que apuntaba en los encuentros Education Talks el economista y especialista en Transformación Digital, Marc Vidal, se trata de hacer una sociedad “con la tecnología” y “para el hombre”. Así, añadía que “el trabajo no te lo va a quitar una máquina, sino alguien que se lleve mejor que tú con ella”.
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