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miércoles, 25 de agosto de 2021

En México regreso a clases se topa con grandes reticencias entre maestros y familias

 

Los escolares vuelven el lunes con protocolos sanitarios, pero en muchos planteles aún no se dan las condiciones adecuadas






En toda la historia no ha habido, probablemente, un retorno a la escuela más complicado que el que está enfrentando un mundo sumido en una pandemia que no cesa. Hace 17 meses que México cerró las aulas en todo el país para frenar los contagios y aunque ciertos Estados han ido abriendo algunos planteles, este lunes el retorno será universal para el alumnado de preescolar, primaria y secundaria. No va a ser fácil. El regreso choca con las reticencias de muchas familias y de profesores que no acaban de ver condiciones sanitarias suficientes para garantizar la ausencia de riesgos. En el otro ángulo, hay organizaciones que llevan meses trabajando para impulsar la vuelta a las aulas. Si toda la actividad económica está abierta, ¿por qué las escuelas no?, se preguntan. La necesidad de atajar cuanto antes los enormes rezagos escolares que se dan en México anima al Gobierno a mantener el pulso firme en este asunto: “Llueva, truene o relampaguee”, el 30 de agosto volverán las clases presenciales, ha dicho el presidente, Andrés Manuel López Obrador.

Algunos Estados, como Campeche o la Ciudad de México, lo intentaron hace semanas, pero los repuntes de los contagios dieron marcha atrás con la iniciativa. En todo caso, la actitud del Gobierno mexicano no es audaz, puesto que es de lo pocos países que aún no han abierto sus escuelas y millones de alumnos vienen estudiando a distancia o por televisión de forma deficiente. El regreso a la enseñanza presencial se observa ya en la comunidad internacional como algo deseable y necesario, pero no todos lo ven igual. Estados como Michoacán e Hidalgo ya han anunciado que sus alumnos permanecerán en casa (es decir, en la calle) debido a su situación pandémica. Tampoco las familias se muestran muy conformes. Aunque no hay datos fiables, algunas encuestas encargadas por medios de comunicación señalaban hace apenas unos días que algo más del 60% de los hogares prefiere tener a sus hijos con ellos. Y no son pocos los profesores que opinan parecido. La coordinadora sindical CNTE ha elaborado una encuesta por internet entre padres y madres, cuyos resultados se presentarán este miércoles. Tratan de sondear su disposición para el regreso presencial. ¿Cuenta la escuela con los materiales sanitarios y la infraestructura adecuada para ello?, les preguntan. ¿Es un riesgo volver sin que todos los que intervienen en el proceso educativo estén vacunados? Y se cuestionan también sobre la variante Delta, que afecta a los más jóvenes.

Algunos líderes del sindicato ya han anunciado que los maestros no regresarán. Las respuestas van llegado de aquí y acullá por parte de los responsables políticos. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ha repetido que la incidencia en los más pequeños no es ni mucho menos alta. Pero aunque México tiene abierta la vacunación entre los 18 y los 29 años, en otros países van más avanzados, con estudiantes de 15 o 16 años, de secundaria. En marzo de este año, se dio prioridad a la inmunización de los docentes a quienes se aplicó la vacuna china CanSino, una sola dosis, con vistas a reanudar las clases. No todos han confiado en ese laboratorio y algunos no están vacunados. Los avances, como casi todo en México, van a muy distintas velocidades según el Estado de que se trate. En la Ciudad de México, una de las capitales con más éxito en este proceso, han presentado este martes sus datos para la vuelta al cole: las altas tasas de vacunación, los millones invertidos en adecuar los planteles y la colaboración en la limpieza y protocolos sanitarios con las familias y los centros escolares. “Entrar a clase es indispensable. Solo cinco países no han situado la educación como actividad esencial, es un derecho de los niños”, ha dicho la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. Y el responsable federal de la Educación en la Ciudad, Luis Humberto Fernández, ha destacado que las inscripciones para comenzar el curso “no presentan un descenso sustantivo”, aunque no hay datos cerrados. Se ha mostrado consciente de que hay ánimo por empezar, pero también “cierto temor” por parte de las familias. La comparativa con otros países, ha dicho, permite observar cómo los primeros días las ausencias serán mayores y se irán mitigando con el paso del tiempo. “La confianza irá creciendo”. “Nuestra obligación es ofrecer el servicio”, ha contestado a los periodistas que le interrogaban sobre el rechazo de profesores y familias a acudir a la escuela.

Los Gobiernos locales han hecho un esfuerzo por adecuar las condiciones de los planteles, en muchos de los cuales han tenido que instalar todo el sistema sanitario, pero ese proceso no ha concluido en todas partes y hay escuelas rurales que no tienen agua potable, por ejemplo. En estos meses de pandemia, los colegios cerrados han sido asaltados. La organización Mexicanos Primero contabilizó cerca de 5.500 escuelas vandalizadas para cuya reparación se necesitarían cerca de 550 millones de pesos, calculan. Robaron material de toda clase, incluso sanitarios.

En cientos de escuelas se repartirán cubrebocas y gel, como marca el protocolo diseñado por la Secretaría de Educación Pública (SEP). Se dispondrá de termómetros para medir la temperatura antes de entrar al colegio y se insta al lavado de manos. También se ha establecido la sana distancia, pero se desconoce cómo podrá satisfacerse esta norma si todos los niños acuden a clase como antes de la pandemia, en los mismos espacios. Quedan prohibidas las reuniones y ceremonias escolares para evitar las aglomeraciones. Por último, se solicita dar prioridad a los espacios abiertos.

 “No ha habido claridad sobre la forma más efectiva de protegerse o de prevenir. Muchos conocimientos científicos no han llegado a la gente. Por ejemplo, con el cubrebocas, pero también con la ventilación. La SEP en sus primeros protocolos no incluía la ventilación”, ha criticado Ana Cárdenas, una de las madres activistas del movimiento Abremiescuela, que durante meses llevan presionando para el retorno ordenado y seguro de los planteles. “Los espacios abiertos son fundamentales, y sin embargo, se ha dado prioridad al gel o el cubrebocas”, sostiene. Sobre ese asunto han respondido las autoridades de Ciudad de México, reconociendo que todas las aulas no están en las mismas condiciones para ello.

A pesar de todo, Cárdenas sostiene que el principal problema para el regreso presencial lo están planteando los padres. “El miedo, en algunos casos, impide un debate mínimamente científico. Algunas familias no quieren que sus hijos vayan, porque temen que contagien a sus abuelos, por ejemplo. Una de las encuestas que manejó esta organización revelaba que los padres eran conscientes de que los niños no estaban aprendiendo como es debido desde las casas y que arrastraban problemas emocionales, pero se negaban a llevarlos a la escuela presencial. “Entiendo el miedo, pero la escuela protege”, afirma Cárdenas. En Estados como Jalisco, San Luis Potosí, Coahuila o Guanajuato, entre otros, donde las escuelas estuvieron abiertas más de un mes pudieron comprobar que no eran foco de contagio. Sus datos muestran que se contagiaron 97 personas en un total de 23.108 escuelas donde convivieron más de 900.000 alumnos y profesores.

“Hay que pensar en las necesidades de los niños, su aprendizaje y su desarrollo socioemocional. No es irresponsable abrir las escuelas si se hace de una forma segura”, afirma Cárdenas. “Los niños”, dice, “han sido excluidos de este proceso y deben ser parte de la solución”, asegura. No en vano, maestros y alumnos saben cuidarse mejor que sus padres, continúa. “Por ejemplo, en el uso del cubrebocas”.

México tiene profundas razones para volver a la escuela. Su sistema educativo presenta carencias de calado y la brecha entre las zonas más pobres y las acomodadas no ha hecho más que ensancharse en estos tiempos con la enseñanza a distancia, que muchas familias no han podido satisfacer adecuadamente. “Si la economía está abierta ¿por qué la educación no es también una alternativa?”, se pregunta Lorena Guillé-Laris, directora de la Fundación FEMSA, la de Coca-Cola, que colaboran en la impartición de cursos para capacitar a los docentes en habilidades socioemocionales, planeación de clases, solución de problemas y otras destrezas asociadas a las necesidades que impone la pandemia.

Guillé-Laris sabe que en México son muchas las desigualdades, pero “la pandemia invita a ver matices, no es todo o nada. Hay sitios donde, efectivamente, se pueden abrir las escuelas, los niños deben ser la prioridad y tener acceso a la educación. Es vital en la primera infancia”, dice. Y apunta otro dato a tener en cuenta: “Con la vuelta a la actividad económica muchos más hombres que mujeres han regresado a sus trabajos porque ellas están con los hijos en casa. La educación y la economía están muy relacionadas y también con el desarrollo de las siguientes generaciones”.

 

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