Los promotores del Tren Maya eliminaron aspectos negativos relacionados con su trazado, demanda y riesgos constructivos entregados en la ‘Asesoría Económico Financiera’ por la consultora PWC
Entre las casi siete mil 500 páginas se observan como
diferentes críticas y precisiones fueron eliminadas de los informes finales
mientras se acumulaban los retrasos. Ilustración: Dante de la Vega.
Los promotores del Tren Maya ocultaron
información crítica relacionada con su trazado, la posible demanda y los
riesgos constructivos para acelerar las obras y licitaciones del legado
faraónico que Andrés Manuel López Obrador quiere dejar como
presidente de México. Los informes de actividades y diversos documentos y
borradores entregados que a lo largo del año 2019 realizó la consultora
PriceWaterhouseCoopers (PWC), a la que el Fondo Nacional de Fomento al Turismo
(Fonatur) pagó 32 millones de pesos por la Asesoría Económico Financiera,
revelan que se escondieron datos y censuraron secciones en el Análisis Costo
Beneficio que debe presentarse ante la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público para dar luz verde a un proyecto.
Entre las casi siete mil 500 páginas que PWC entregó a
Fonatur, conseguidas vía Transparencia por se observa como diferentes críticas
y precisiones fueron eliminadas de los informes finales mientras se acumulaban
los retrasos. AMLO ha advertido en diversas ocasiones que quiere dejar el Tren
Maya funcionando a finales de 2023 y ha espoleado repetidas veces a las
empresas encargadas de su construcción para acelerar las obras.
Este megaproyecto consta de mil 500 kilómetros para crear un
lazo en la península de Yucatán. Tiene tres ejes económicos: turismo,
transporte local y mercancías. En 726 kilómetros desmantela y reconstruye las
vías existentes para el Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec y en el
resto serán nuevas vías. Los dos tramos más complejos, sin vía construida y que
atraviesan las Reservas de la Biosfera de Calakmul y la de Sian
Ka'an, serán construidos por el Ejército.
No es la primera vez que las autoridades censuran críticas
al Tren Maya en informes encargados por ellas mismas, ni que retuercen la
legislación para acelerar plazos, ni que son señaladas por solo hablar de los
beneficios del proyecto y nunca de sus riesgos. Todos estos aspectos fueron
revelados y documentados por EL UNIVERSAL.
En diciembre de 2019, EL UNIVERSAL publicó testimonios
recogidos a lo largo de la ruta que se quejaban de la falta de información para
poder tomar una decisión en la consulta celebrada ese mes en las comunidades
indígenas para aprobar el Tren Maya. Esto fue confirmado por la División de
Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que dijo que
la votación no cumplió con los estándares internacionales y que solo se informó
de los beneficios y no de los posibles impactos negativos.
Después se documentó como a finales de septiembre de 2019 el
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología invitó a más de 30 investigadores para
conformar este grupo con el fin de estudiar las afectaciones y publicar un
análisis antes de la consulta. Al ver que era crítico con el proyecto, fue
detenida su publicación y difusión en diversas ocasiones y solo vio a la luz
una vez se denunció el ocultamiento.
En junio de 2020, EL UNIVERSAL demostró que Fonatur decidió
retorcer la legislación ambiental en contra del consejo y análisis de los asesores
y estudios ambientales para poder comenzar la construcción sin tener una
Manifestación de Impacto Ambiental (MIA).
Finalmente, la MIA para los primeros tres tramos del Tren
Maya fue aprobada el 30 de noviembre de 2020, cuando ya las obras llevaban
meses de avances. Ampliamente contestada por expertos y asociaciones, uno de
los aspectos que no contempla son los llamados polos de desarrollo a lo largo
de la ruta. Cinco estudios encargados por Fonatur y publicados por EL
UNIVERSAL enlistan algunos de sus peligros potenciales: problemas ambientales,
traer un desarrollo urbano desordenado, acrecentar un turismo depredador y
convertir ejidos en hoteles.
Tanto desde Fonatur como desde Presidencia se ha amedrentado
y criminalizado a los críticos con el Tren Maya. A los vecinos de barrios
históricos y nuevos al lado de la vía se les ha tachado de invasores y
aprovechados y a las organizaciones sociales y ambientales se les acusa de
traidores a México, argumentando con falacias que están a sueldo de Estados
Unidos para atacar el proyecto.
Contó, usando como base documental la ingeniería básica del
proyecto, que el 40% del derecho de vía está ocupado por construcciones y
familias que prefieren decir “desalojo forzoso” que “relocalización
consensuada”. También se documentó que algunos juzgados huyen de los amparos
contra el proyecto, teniendo que ser obligados por tribunales colegiados a
admitir recursos contra el megaproyecto, mientras los ciudadanos amparados
se sienten criminalizados desde el poder ejecutivo.
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