Encarnación de la opulencia inexplicable y símbolo del poderío político, el exdirigente petrolero Carlos Antonio Romero Deschamps se fue de la escena pública sin comprobar 659 millones de pesos del dinero que, entre 2016 y 2018, le dio Petróleos Mexicanos (Pemex) a través del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM).
La cifra es 2.1 veces mayor que los 309 millones de pesos que, repartidos en
dos cuentas bancarias, investiga la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de
la Secretaría de Hacienda, como rastro de recursos de presunta procedencia
ilícita en las arcas del exdirigente, según informó el presidente, Andrés
Manuel López Obrador, la mañana del 1º de abril.
En la crisis sanitaria por la pandemia de covid-19, el dinero público que falta
en el sindicato petrolero habría alcanzado para comprar 1.6 millones de vacunas
Pfizer, que tienen un precio en el mercado de 17 euros (unos 406 pesos), o para
adquirir 2,066 ventiladores de la marca Hamilton, como los que compró el
gobierno mexicano el año pasado, en 16,000 dólares (318,912 pesos) por cada
unidad.
Por ahora, el destino de esos recursos, como el paradero del
hombre que dirigió durante 26 años, tres meses y 23 días el sindicato, es
desconocido. El 16 de octubre de 2019, Romero Deschamps dimitió de la
dirigencia nacional de la organización gremial y el 16 de marzo pasado,
renunció como trabajador de Pemex, por “exhorto” del presidente.
Así, se esfumó de la vida pública nacional, mientras las cuentas en el
sindicato se inclinaban hacia un faltante millonario y rubros sin cuadrar.
Lo anterior, de acuerdo con datos extraídos por Expansión del portal de transparencia
del sindicato petrolero en donde se encuentra parte de las finanzas de la
cúpula del gremio del oro negro, que es la única fuente pública de los
recursos, que alguna vez cayeron de manera directa en las cuentas del
exdirigente que, de chofer, pasó a vivir entre lujos y excesos.
A través de las cláusulas 251 y 251 bis del Contrato
Colectivo de Trabajo (CCT) que el sindicato firmó de 2016 a 2018 con Pemex, le
fueron entregados a Romero Deschamps, como dirigente de los petroleros, 1,189.6
mdp para viajes terrestres y aéreos, eventos, obras de construcción, teléfonos
y una “caja chica” que, mes con mes, se incrementó a un ritmo desbocado. La
mayor parte del dinero de la caja contenida en la claúsula 251 bis se le
entregó en secreto.
Con Emilio Lozoya Austin en la dirección de Pemex, el exdirigente logró que el
texto de esa cláusula fuera borrado de la versión pública del CCT y acordado en
privado, como consta en el cúmulo de contratos en el archivo de la petrolera
revisado por Expansión. Así, 944,042.7 mdp, es decir, el 79% del total entregado,
fueron depositados bajo discreción.
El 12 de febrero de 2020, Lozoya Austin fue detenido en
Málaga, España, acusado de lavado de dinero, cohecho y fraude, delitos que se
originaron en la compra irregular de la planta de AgroNitrogenados y supuestos
sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, a cambio de contratos. En
julio del mismo año, fue extraditado a México y desde entonces está bajo
prisión domiciliaria. Romero Deschamps, a sus 77 años, encara su futuro bajo la
sombra de una investigación desde el gobierno, pero en libertad.
En 2013 y con la euforia del impulso del gobierno del entonces presidente
Enrique Peña Nieto a una nueva reforma al sector energético que abriría el
subsuelo mexicano al capital privado, Lozoya y Romero Deschamps se reunieron
para negociar, por primera vez, las condiciones laborales de los petroleros.
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