* En solo una noche, la tragedia ocurrida en la
estación Olivos de la Línea 12 del Metro de la CDMX, vino a cambiar las
aspiraciones presidenciales que ya guardaba el canciller, Marcelo Ebrard, quien
siendo Jefe de Gobierno proyectó y autorizó la pésima obra que desde hace años
mostraba evidentes fallas; el hoy dirigente de Morena, Mario Delegado, debe
compartir responsabilidades con Ebrard pues durante su administración fue el
Secretario de Finanzas del Gobierno capitalino y consintió que el costo del
proyecto se elevara de 17 mil 500 millones de pesos a 24 mil millones
El desplome de una estructura ocurrido ayer por la noche en
la estación Olivos de la Línea 12 del Metro, justo al momento en que circulaba
un convoy con pasajeros que se disponían a ir a sus hogares, y que ya entrada
la madrugada arrojaba un saldo de 20 muertos y 70 heridos, provocará otro
siniestro en el ámbito político: el inevitable reacomodo de las aspiraciones
presidenciales del actual canciller, Marcelo Ebrard Casaubón, Jefe de Gobierno
al momento de la construcción de la obra chatarra y de su entonces Secretario
de Finanzas y actual líder nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo.
Desde ayer, ambos personajes comenzaron a ser enjuiciados
por la ciudadanía capitalina en las redes sociales como directos responsables
de una obra multimillonaria cuyos costos iniciales se elevaron de manera
inusitada, al pasar de 17 mil 500 millones de pesos a 24 mil millones, para
decantar al paso de los años, en una obra inservible a la que Ebrard apostó en
el 2012 sus aspiraciones presidenciales y que ahora, como cruel paradoja del
destino, amenaza en convertirse en su tumba política, convirtiendo de paso en
una cadáver viviente, a Mario Delgado, su operador que mediante imposiciones en
decenas de candidaturas, movió las piezas del ajedrez del canciller, para
acomodarlas con miras a la que parecía su enfilada candidatura presidencial.
Pero en solo unos minutos, todo cambió rumbo al 2024.
INEVITABLE DESGRACIA
Ante cualquier hipotética investigación o deslinde de
responsabilidades, la tragedia de la estación Olivos, tiene un origen y punto
inobjetable: fue producto de una acumulada ineptitud y corrupción prohijada en
el gobierno de Ebrard Causabón que tarde que temprano reventaría a la
administración de Claudia Sheinbaum, como en su momento le estalló a Miguel
Ángel Mancera, que debió parar por casi un año el funcionamiento de un tramo
importante de la Línea Chatarra, para realizar correcciones y trabajo de
renivelación en las vías.
En 2020, vecinos alertaron de la peligrosa falla
En lo inmediato, la Jefa de Gobierno no tendrá otra opción
que remover a la titular del Sistema de Transporte Colectivo Metro, Florencia
Serranía, y no porque haya tenido que ver con los pésimos antecedentes de la
obra, sino por las constantes fallas que se han registrado desde hace meses en
el sistema en general y la irresponsabilidad con que su equipo realizó en el
2020, valoraciones precisamente en las estructuras que se vinieron abajo en la
estación Olivos y de las que dieron cuenta desde el terremoto de septiembre del
2017 los propios vecinos. Hace apenas unos días, circuló un video que se hizo
viral donde un vagón del Metro circulaba con las puertas abiertas y otro más,
daba cuenta de un incendió en las vías de la línea que corre de Santa Anita a
Martín Carrera, a consecuencia de un corto circuito.
Hubo daño en las estructuras, tras el sismo del 2017
En octubre de 2012, Marcelo Ebrard inauguró al lado del
entonces presidente del PAN, Felipe Calderón, la llamada Línea Dorada.
Sonrientes, ambos políticos se pasearon incluso por las estaciones a bordo de
uno de los vagones. Buscando aparecer en la foto asomaba Mario Delgado, el
Secretario de Finanzas que autorizó los contratos con las empresas que hicieron
un pésimo trabajo a un altísimo costo, convertido ya en Secretario de Educación
del gobierno capitalino y que habría perdido la candidatura para suceder a su
jefe a manos del entonces procurador capitalino, Miguel Ángel Mancera.
EL AUTOEXILIÓ DE MARCELO…A FRANCIA
En 2014, al nuevo Jefe de Gobierno no le quedó de otra que
arrojar la papa caliente de la Línea 12 a su antecesor, por las notorias
irregularidades que fueron apareciendo tales como los 4 mil 800 durmientes con
graves fisuras e infinidad de obras inconclusas como la terminación de
escaleras mecánicas. Ante las evidencias del megafraude que ayer enluto a
decenas de hogares, Ebrard se autoexilió a Francia.
Con el triunfo de AMLO en el 2018, Marcel Ebrard llegó sin
temor alguno de responder por los desperfectos y costos inflados de la Línea
Chatarra y con un promisorio futuro por delante; a él también le cayó como
anillo al dedo la pandemia, pues en su calidad de canciller fue comisionado
para negociar con diversos países el abasto de las vacunas del Covid-19, con lo
que sus bonos se fueron al alza.
Tal fue su fuerza que logró colocar como dirigente nacional
de Morena a su ex Secretario de Finanzas, Mario Delgado para que desde ese
sitio estratégico fuera labrando alianzas y tejiendo acuerdos con el objetivo
de fortalecer un equipo leal al canciller tanto en las gubernaturas como en el
Congreso.
No importó en lo absoluto que Delgado fuera un perfecto
desconocido tanto para los dirigentes morenistas como para las bases. Aliado
con el líder del Senado, Ricardo Monreal, se dio a la tarea de aplastar con
infinidad de imposiciones a los dirigentes sociales de Morena, negándoles el
acceso a cargos de elección a través de encuestas que nunca han sido mostradas
a la militancia y menos a la opinión pública.
Todo iba viento en popa pues a pesar del generalizado
descontento, las encuestas seguían manteniendo cifras alentadoras para una
victoria aplastante, gracias a la popularidad del presidente, no así de los
candidatos de filiación panista, priísta o verde ecologista, impuestos por
Delgado en acatamiento a las órdenes de su jefe Marcelo.
Su más importante contrapeso, la Jefa de Gobierno, Claudia
Sheinbaum había tenido que echar mano de personajes de antaño como René
Bejarano, para resistir los embates de Marcelo y su aliado, Ricardo Monreal,
pero pese a cerrarles el paso en la CDMX, todo parecía indicar que la balanza
se inclinaría a favor del proyecto presidencial del canciller y su aliado,
Ricardo Monreal.
Pero lo que son las cosas. El terrible accidente de la
Estación Olivos, cambió en una sola noche la correlación de fuerzas, poniendo
en el peor lado de la balanza al desbocado canciller y a su impositivo
subordinado. Ambos, responsables directos de la autorización de una obra de
pésima calidad que ya empezó a cobrar vidas inocentes.
Y peor todavía: serán ellos los responsables del daño
político que puedan ocasionar a su partido en las urnas, ante una enfurecida
sociedad que ha viajado todos estos años, jugándose prácticamente la vida en la
mortal Línea Chatarra.
Ahora es la Jefa de Gobierno la que tiene la sartén por el
mango pues en sus manos está el determinar la investigación y el deslinde que
clama a gritos la ciudadanía. Con cortarle la cabeza a Serranía, Claudia
Sheinbaum recuperará autoridad política y fuerza moral, pero ni con mil
disculpas, ni mensajes de tuiter abriéndose a cualquier investigación, Marcelo
y Mario podrán evadir su responsabilidad ante esta tragedia que costó la vida a
gente inocente y miles de millones al erario nacional.
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